Cerati, Conversaciones Íntimas, el libro firmado por Gustavo Bove, muestra esos momentos que muchos músicos odian, pero que, según el autor, no era el caso del líder de Soda Stereo. Cuando tenía un grabador enfrente, una de las figuras del rock nacional contestaba todo lo que se le preguntara. Incluso él quiso llevar adelante este proyecto. «La génesis del libro parte en 2006. Era una época donde se utilizaba mucho sacar libro de entrevistas como el de Roque Casciero con Babasónicos (Arrogante Rock) o el de Yumber Vera Rojas con Bersuit (Verborrea). Ya Gustavo lo tentaba mucho hacer un libro de esas características», cuenta Bove a la cámara de Teleshow sobre esta publicación de Editorial Planeta. Primero se lanzó en México, con un estreno en la Feria del Libro de Guadalajara, y luego de salir en la Argentina, se presentó también a nivel regional.

Cuando Gustavo vivía se llamaba Corazón Delator, como el tema del disco Doble Vida de Soda Stereo. Y cuando Gustavo ya no estaba empecé a fijarme que «Lago en el Cielo» era el tema con el que cerraba la gira, es el último solo que hizo y en una parte del libro yo le pregunto si la gente lo quería conocer, qué tema le recomendaría escuchar. Él mencionó «Lago en el Cielo». Él dijo que es un lugar al que le gusta ir, que no está mucho, que cada vez que va se siente muy cómodo. Finalmente eso quedó como título del prólogo de Richard Coleman.

Creo que por humildad. En el fondo todos tenemos esa falsa humildad. Creo que Gustavo sabía que escribía bien. Hay una anécdota que no quedó en el libro, pero que yo a veces cuento. Para la grabación de Signos, otro disco de Soda, él tenía pocas letras y estaba toda la música hecha. Se levantó en una noche y escribió todas las letras en una noche, y en ese disco está «Signos», «No existes» y «Prófugos».

Lo más iconográfico es la tapa. Es de la primera sesión que le hizo Nora Lezano. Ella fue la fotógrafa personal de Gustavo durante diez años. Y en el prólogo está la última sesión que hizo, que fue la de Fuerza Natural.

De alguna manera yo estaba muy seguro de su estado clínico. Era muy difícil que se revirtiera. Hubiera

sido un milagro. Pero cómo se venía llevando la cosa y siempre con la palabra esperanzadora de Lilian Clark, que decía «Gustavo vive» y que cuando lo tocaba había respuesta, yo pensaba que tarde o temprano iba a suceder lo que sucedió. Pero no lo esperaba ya. Fue una noticia que me impactó muchísimo como si hubiera sido un familiar mío. Con el fallecimiento de Gustavo Cerati se termina una época para el rock argentino. Después de Pappo, Spinetta, ¿quién se va a encargar ahora de escribir esas grandes canciones?