Milita desde el corazón del consumo mundial por una causa que, vista a lo lejos, podría confundirse con una utopía. Es un militante porque el arte no es su profesión si no su pasión; porque «le robo horas al sueño». Rubén Santurian se mueve entre el arquitecto de profesión y el artista comprometido por necesidad, por placer y porque cree que su causa, su profesión y su pasatiempo están estrechamente ligados.
Afianzado como desarrollador inmobiliario en las afueras de Miami, este argentino que emigró a EEUU a principios del siglo XXI se preguntó un día, casi por casualidad, mientras preparaba madera para encender el fuego de un asado, «cómo puede ser que un árbol, que tarda tanto tiempo en crecer, lo usemos solo una vez y luego lo tiremos. Dije: ‘voy a hacer algo con esto como para encontrarle vida a algo que se tira y que tuvo tanta potencia en vida como la tiene un árbol'».
Lo que le siguió a esa inquietud se tradujo en una extensa obra artística -un pasatiempo al que siempre había estado ligado, pero nunca desarrollado- compuesta por murales, cuadros, objetos y videos hechos de desechos. «La consigna es que tiene que ser desechado. Si compro insumos es porque tengo que soldar hierro y necesito electrodos. Trato siempre de realizar las cosas con lo que consigo», sostiene.
En diálogo con ámbito.com desde EEUU, explica que primero empezó a trabajar con maderas, luego incorporó plásticos y juguetes. «Me metí de lleno porque los arquitectos intentamos relacionarnos con el ambiente. La arquitectura de alguna manera es la conexión del ser humano con el ambiente», afirma.
Santurian pisa fuerte en el ambiente artístico de Florida. Hasta allí llegan todos los diciembres marchands, galeristas y coleccionistas para participar de Art Basel Miami, una de las ferias de arte contemporáneo más importante del mundo, hermana menor de su original suiza, Art Basel. El evento tiene tanta trascendencia en la ciudad que genera otras ferias en paralelo y las galerías cuelgan a sus mejores artistas. En ese marco, el trabajo de Santurian pudo verse recientemente en la Red Dot Art Fair, la Miami River Art Fair y la Galleria Gum. Para 2015 se espera su desembarco en Buenos Aires.
• Mucho más que reciclar
El trabajo de Santurian no se agota en el reciclaje y la resignificación de objetos o materiales. Para este arquitecto-artista el arte es «una manifestación del pensamiento, un modo de expresar ideología. Debe decir algo y así contribuir con un pequeño grano de arena a reflexionar sobre los conflictos sociales».
Su serie de murales, con un importante anclaje en lo urbanístico, ubican al espectador casi en un panóptico, donde la visión de la ciudad que nos crea con materiales que va encontrando por la calle o que le acercan parece total. Pese a los detalles en los que repara el artista, los mismos se nos pierden a nosotros, quizás más concentrados en la técnica. Metales, autos de juguetes, cartón, óleos, redes, todo sirve para crear conciencia. «El material es muy importante. Hay un diálogo entre la idea y el material y muchas veces la idea cambia respecto a los desechos que conseguí», indica a este medio.
Cada mural le lleva aproximadamente una semana de realización, siempre dependiendo del tiempo que disponga entre su profesión y su familia. Luego, la obra descansa dos o tres semanas hasta que la retoma para revisarla y retocarla. «Me separo un poco de tanta conexión con lo que hago y la miro en perspectiva, a la distancia, para ver si la tengo que dejar, completar o hacer un retoque más», profundiza.
Santurian es un apasionado del arte. Si está en un aeropuerto, saca su talonario y dibuja. Si va manejando y ve un desecho que puede servirle, para y lo recoge. Cuando una idea ya empezó a desarrollarse, busca específicamente el material que necesita. Atesora todo, prolijamente ordenado, fotografiado y rotulado para no olvidar que lo tiene. Haberse establecido en la Meca del consumo tiene sus beneficios, como el Día de la Basura gratis: «Vivir en Florida es un lugar maravilloso para eso porque el consumo está elevado a la máxima potencia».
«Uno no puede creer lo que es la obsolescencia tan prematura en el mundo y en este país (EEUU) más todavía. Yo utilizo cosas que son perfectamente usables, pero pasa que salió el iPhone nuevo y el anterior ya no vale nada; las cosas ya no van valiendo nada en meses. Todo eso es música para mis oídos», afirma.
• Trashformers
Desde marzo Santurian dedica su tiempo a la realización de una nueva serie de obras, los Trashformers. Inspirados en los personajes de la película Transformers – alienígenas con cuerpos de metal que adaptan sus cuerpos a los objetos que los rodean -, estos objetos-personas hechos de trash (basura) retoman nuevamente la idea de transformar los desechos. Su nueva propuesta busca «graficar la identidad de un futuro desde la reconstrucción de la vida, la renovación de la identidad y el mejoramiento del medio ambiente».
El próximo paso será la producción de un video que acompañe la serie. A partir de la idea de uno de sus hijos, el argumento se centrará en un niño que, en un basural, encuentra hierros y materiales tecnológicos con los que fabricará su propio Trashformer. «Luego entre el Trashformer y el niño arman otro Trashformer y entre los tres arman otro y así. De alguna manera damos vida a lo que tiramos. Ese es el objetivo de representar un poquito todo esto que yo hago. Es encontrar un mensaje, en cuanto a que se puede dar vida, que tiene importancia lo que tiramos para nuestra vida».
La cuestión social en las obras de Santurian da sentido y material a las mismas. Si este artista no hubiese canalizado sus inquietudes, posiblemente no se hubiese volcado al arte con tanta pasión. Por ello, cuando habla, su causa está siempre presente. «Estamos cada día destruyéndonos a nosotros mismos, estamos destruyendo al planeta, estamos haciendo un daño muy grande, estamos intoxicando la vida permanentemente», reflexiona.
¿Se considera un militante? «Creo que de alguna manera es militar a través del arte en poder marcar un camino. Lo hago con pasión porque me encanta trabajar con los proyectos artísticos así como en la arquitectura. De alguna manera es una forma de militar, de poder decir cuidémonos, hagamos algo, todos contribuyamos con algo».
Por el momento, está satisfecho con sus obras y el efecto que han generado. Una anécdota resume su satisfacción: «A veces vienen a casa amigos o familiares, o mismo en el trabajo, y traen como un obsequio, que es un halago enorme para mi, una bolsita de lo que juntó para dármelo. Y yo digo: ‘Algo estoy haciendo positivo para que la gente piense que esto puede servir y guardarlo'».
Por Belén Papa Orfano.-
http://www.ambito.com/noticia.asp?id=773142
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