Para ellos no solo significa volver al ruedo, sino empezar una de las etapas más lindas, laboriosas y agotadoras del ciclo dentro de una bodega.
Es armar un programa de vendimia el cual seguramente se modificará una y mil veces por diversos factores: madurez avanzada, lluvias prematuras, viñateros que se adelantaron a cosechar lo que se había programado hace semanas, falta de tanques o vasija, etc.
Es saber que, a pesar de haber puesto a punto todas las máquinas antes de la cosecha, siempre un tornillo queda flojo y se soltará justo en el momento en donde más bines o camiones están esperando en la playa. Porque como dice el dicho: “Si algo puede salir mal, va a salir mal”.
Es prepararse a dormir poco, muy poco. Teniendo esa capacidad de poder cambiar el sueño del día a la noche en apenas semanas o días. Porque cuando todos se acuestan a dormir, ellos empezarán su jornada, y cuando el vecino decidió cortar el pasto o podar el árbol al mediodía porque creyó que era un horario acorde, para el enólogo turno noche eso es la perdición.
Es soñar cada noche con situaciones de bodega, finca, fermentaciones lentas, levaduras que no arrancan, brettanomyces que amenazan, insumos que no llegan, temperaturas que no bajan.
Es disfrutar del nacimiento de una nueva añada, en donde cada cuartel, cada molienda, cada lote o ensayo se convertirá en un hijo que los enólogos verán crecer y desarrollarse durante todo el año y varios años más.
Es agradecer a la familia de cada hacedor que entiende y se prepara para verlo poco, aguantar el mal humor por el cansancio, perder momentos para ganar otros, disfrutarlo esas escasas horas que estarán en casa sabiendo que es solo por un par de meses.
Es alegrarse cuando el potencial de una uva supera el esperado, el arduo trabajo de los operarios que sin ellos la vendimia no avanza o crece, el vendedor que hizo lo imposible para conseguir esas lácticas para la segunda fermentación, el café siempre listo en el laboratorio que los mantiene activo en una jornada de 16hs o más.
Es un gran sacrificio que luego tiene sus frutos. Y bien merecidos.
Por eso, cada vez que brindemos, escuchemos hablar de la vendimia (incluyendo la fiesta), cada vez que veamos alguna foto en twitter o Facebook de la cosecha, recordémoslos a ellos, porque trabajan para crear algo el cual nosotros aprovecharemos para disfrutar.
Porque con vino siempre se difruta.
Sé el primero en comentar en «¿Qué es la vendimia para un enólogo?»