La entrevista exclusiva del papa copto Teodoro II a EL MUNDO ha provocado un terremoto en Egipto, un país poco acostumbrado a rendir cuentas con las tragedias que han jalado sus últimos años y colocar luz y taquígrafos sobre unas instituciones entregadas a promover un nacionalismo exacerbado para amparar el olvido y reescribir la historia reciente.

La extensa entrevista que ofreció este diario -la primera concedida a un medio en español y una de las contadas que su santidad ha realizado a la prensa internacional desde su coronación en 2012- contenía declaraciones que han enfurecido a algunos sectores de la minoría copta, que representa alrededor del 10 por ciento de la población egipcia.

Una de sus opiniones, en sintonía con la de unas autoridades abonadas a la desmemoria, ha resultado especialmente dolorosa: la masacre de Maspero. El 9 de octubre de 2011 28 feligreses perdieron la vida aplastados y arrollados por los tanques del ejército. «Sucedió antes de que fuera nombrado papa. Queremos buscar la verdad pero en el momento adecuado», señaló Teodoro.

«¿Sacrificó su sangre para que el Papa pudiera hablar de ellos como si no fueran nada?»

El Papa copto Teodoro II durante la entrevista a EL MUNDO. | FRANCISCO CARRIÓN

Como el resto de matanzas que han segado cientos de vidas desde 2011, una justicia «selectiva» y politizada ha sido incapaz de resarcir a las familias de las víctimas. «¿Qué sucede con la sangre de quienes murieron? ¿Qué sucede con la sangre que brotó de su boca antes de exhalar el último aliento? La sangre que dejé en mis manos durante dos días para mostrársela a todo el mundo… ¿Sacrificó su sangre para que el Papa pudiera hablar de ellos como si no fueran nada?«, escribió la activista Vivian Magdy. El cuerpo de su prometido Michael fue destrozado en aquella marcha pacífica que los uniformados convirtieron en pesadilla.

La posición del Papa sobre el incidente de Maspero -nunca esclarecido y por el que el estamento militar no ha depurado jamás responsabilidades en los niveles superiores ni ha pedido perdón– también ha resonado entre organizaciones de derechos humanos como la que dirige Gamal Eid. «Tiene mi total reconocimiento como líder religioso pero en cuanto a sus ideas políticas y sus declaraciones sobre los mártires de Maspero, son demasiado malas. Me avergüenzo de usted», replicó Eid, director de la Red para la Información de Derechos Humanos, a través de su cuenta de Twitter.

La presión que estos días se ha sentido en la residencia papal a propósito del episodio de Maspero ha sido tal que el pasado domingo Teodoro dedicó su homilía a poner tierra de por medio con la entrevista. «El caso necesita una investigación penal», reclamó el pontífice en un sermón en el que reconoció que los caídos durante aquella larga noche de ruido y furia son «hermanos y su sangre es valiosa».

¿Por qué no se negó a contestar las preguntas políticas del periodista español para ahorrarse la polémica?

Desde hace una semana las opiniones que el patriarca expuso en las páginas de este diario alimentan la pluma de los articulistas egipcios y la discusión en las redes sociales. La contradicción en la que incurre el Papa -al censurar el islam político de los Hermanos Musulmanes por mezclar política y religión y al mismo tiempo exponer su pensamiento político, incluido su defensa cerrada del régimen- se ha convertido en un filón. «¿Acaso el Papa no sabe que la Iglesia no debe participar en política? ¿Por qué no se negó a contestar las preguntas políticas del periodista español para ahorrarse la polémica?», escribe la periodista Karima Kamal en el diario privado Al Masri al Yum, uno de los rotativos de mayor tirada en la tierra de los faraones.

«El Papa -agrega- no puede nadar en las arenas movedizas de la política actual. Debería darse cuenta de que la iglesia ya no tiene un papel político. Los coptos pagaron un alto precio cuando la iglesia se involucró en política. Pudo ser el deseo de la iglesia y del régimen en algún momento de la historia pero ahora ya es momento de parar». La entrevista también ha suscitado llamadas similares en colectivos juveniles -los más intransigentes con el flirteo político del Papa- a los que Teodoro II culpaba de carecer de experiencia y «no entender bien lo que sucede». «Es mejor eso que carecer de valores», le responde el bloguero Wael Eskandar.

El Papa copto Teodoro II durante la entrevista a EL MUNDO. | FRANCISCO CARRIÓN

Su opinión favorable a la liberación de Hosni Mubarak; su apoyo al actual ministro del Interior, uno de los artífices de la brutal represión en la que se hundido el país; su repudio a la llamada «primavera árabe»; su ruego de elevar el control sobre internet o su negativa a condenar las violaciones de derechos humanos registradas en Egipto desde el golpe militar han dado también que hablar. Algunos de sus fieles han comparado sus palabras con las de un clérigo salafista (rigorista musulmán).

A raíz de la entrevista, activistas coptos le han acusado de haberse convertido en un pilar de la asonada y de moverse a favor de la corriente política azuzando, con sus declaraciones contra la Hermandad y sus seguidores, la discordia entre cristianos y musulmanes. Su cándido recuerdo de la dictadura de Mubarak -durante la que crecieron los brotes sectarios pese al sostén de la jerarquía cristiana al autócrata y su corte de corruptos y torquemadas- tampoco ayuda a que sus feligreses se sientan ciudadanos libres de injerencias y cadenas.