San Rafael, Mendoza martes 23 de abril de 2024

El ocaso del kirchnerismo

Pancarta de protesta contra los fondos 'buitre' a las...Pancarta de protesta contra los fondos ‘buitre’ a las puertas del Congreso en Buenos Aires.REUTERS
  • La recesión económica, la inflación y el malestar social persiguen a Cristina Fernández
  • La presidenta encara el fin de su jefatura de Estado sin un candidato para sucederla

Con un país desgarrado por una de las mayores crisis económicas e institucionales de su historia, Néstor Kirchner asumió el poder en 2003 y poco a poco fue sacando a Argentina del letargo político y social en el que se encontraba. Cristina Fernández tomó las riendas del proyecto en 2007, en el momento álgido de la recuperación, y logró la reelección en 2011. Sin posibilidad de optar de nuevo a la presidencia, entra ahora en su último año de mandato. Un año en el que tendrá que lidiar con las denuncias de corrupción que le acechan, una economía desinflada y la incertidumbre de una salud que le ha jugado malas pasadas en los últimos meses.

«La década ganada» fue el eslogan elegido por el oficialismo en 2013, cuando se cumplían 10 años de la asunción de Néstor Kirchner como presidente. La velocidad de crucero que alcanzó la economía en los primeros años de esa década fue crucial para que el país abandonara la ‘UVI’. El ex mandatario falleció de un paro cardiaco en octubre de 2010 y la pareja presidencial vio así trastocados sus planes de sucederse en el poder durante cuatro mandatos consecutivos. Un año después, una Cristina todavía enlutada arrasaba en las elecciones, con un 54% de los votos.

Gobierno a sus anchas del oficialismo

A partir de entonces el oficialismo, embebido de poder, se enrocó y gobernó a sus anchas, sin más oposición que la de algunos medios de comunicación.

Aunque Cristina nunca lo confirmó de su propia boca, su entorno jugueteó con la idea de una reforma constitucional que le permitiera otra reelección. Pero las multitudinarias manifestaciones en contra de cambios en la Carta Magna echaron por tierra esa posibilidad. Y el kirchnerismo, que se reivindica a sí mismo como la forma más pura del primer peronismo y cuenta al menos con un 30% de apoyo electoral, se quedó sin un candidato definido para las elecciones presidenciales de octubre.

A la carrera electoral se han lanzado ya tres aspirantes con unas expectativas de voto muy similares según las encuestas. Ninguno de ellos forma parte del sanedrín ‘ultrakirchnerista’ de la presidenta. El diputado peronista opositor Sergio Massa (ex jefe de gabinete de Fernández) y el alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, luchan cuerpo a cuerpo, junto al gobernador de la populosa provincia de Buenos Aires, el inclasificable Daniel Scioli, paradigma de ese peronismo camaleónico que cambia de piel ideológica según sople el viento.

Objetivo: la Casa Rosada

Atacado por el núcleo duro del kirchnerismo, que lo ve como un ‘caballo de Troya’ del ala neoliberal del Partido Justicialista (matriz de los movimientos peronistas), y por la oposición, que critica su ambigüedad política, Scioli (ex vicepresidente del Gobierno de Néstor Kirchner) nunca alzó la voz contra Cristina pese a los sonados desplantes de que fue objeto por parte de la jefa de Estado. Con su particular pararrayos político, el gobernador, siempre sonriente, sortea todos los golpes con un único objetivo: la Casa Rosada. Si Cristina finalmente se decanta por él para la sucesión, su decisión tendrá mucho que ver con la imposibilidad de confiar en un triunfo electoral de otro candidato más afín al modelo kirchnerista. Sólo el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, podría hacer frente a Scioli en las elecciones primarias que se celebrarán en agosto.

A la presidenta le espera un año complicado. Con una economía en recesión, la inflación desbocada (entre el 25% y el 40%, según quién la mida) y el conflicto abierto con los ‘fondos buitres’ sobre el pago de la deuda no reestructurada, la principal preocupación de Cristina se concentra sin embargo en otro frente. La justicia avanza en varias causas sobre supuestos delitos de corrupción relacionados con los negocios hoteleros de Cristina en el sur del país. Para evitar un hipotético procesamiento cuando abandone la Casa Rosada, la presidenta podría blindarse con algún cargo institucional. Para el politólogo Rosendo Fraga, «Cristina podría optar por un escaño en el Parlasur (el Parlamento de los países del Mercosur), lo que le otorgaría una doble inmunidad interna y externa». Las batallas que le esperan a Cristina Fernández y al kirchnerismo en este fin de etapa estarán marcadas también por la evolución de la salud de una presidenta que ha visitado los hospitales con una preocupante frecuencia en los últimos tiempos.

CÉSAR G. CALEROEspecial para EL MUNDOBuenos Aires
http://www.elmundo.es/internacional/2015/01/07/54abfc1122601d14758b456c.html
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