San Rafael, Mendoza viernes 27 de diciembre de 2024

Una máquina de fabricar pesos: la emisión como política de Estado

 
Foto: LA NACION 
 

Las billeteras están gordas. Pero a no ilusionarse: no necesariamente tienen más dinero; tienen más billetes.

La expansión de la cantidad de moneda circulante se convertirá en una de las características económicas más salientes de la gestión de la presidenta Cristina Kirchner. Los billetes se multiplicaron con una velocidad tan grande que cuesta encontrar ceros para graficarlos.

Hay abundancia de pesos, pero también de billetes. Hay que adentrarse en las ciencias económicas y los desequilibrios estructurales del país para entender las razones y las consecuencias del exceso de moneda.

Pero a no desesperar. No hace falta saber nada de números para acercarse a la motivación que el Gobierno tiene para mantener los billetes con la misma denominación que cuando aparecieron (1992) y provocar la otra saturación: la de las billeteras atestadas de papeles, pero con muy bajo poder de compra. Allí rige una sola cosa: la negación.

Pese a la inflación de dos dígitos que ya es habitual hace años, ni el Poder Ejecutivo ni el Banco Central fueron permeables a la necesidad de imprimir billetes con una denominación mayor a 100 pesos.

Tan cuestionable decisión provocó después de 11 años de kirchnerismo que los billetes de 100 pesos, que en 2003 llegaban a 188,2 millones de unidades terminaran en noviembre con 2842,8 millones de billetes, es decir, aumentó 1411%, según datos elaborados por LNData. Pero hay otro dato revelador: el 31 de diciembre de 2003, los billetes de 100 pesos representaban el 34,1% del total de papeles en circulación; el 28 de noviembre de 2014, el 64% del total corresponde al de mayor denominación.

Así termina el año la Argentina de las billeteras llenas de pesos con los que se puede comprar poco.

El principal problema no tiene que ver con la cantidad de papeles en la billetera. En todo caso, será un negocio mejor para los marroquineros que miran cómo estallan sus productos de cuero. O de los que mantienen los cajeros automáticos, que no dejan de arreglar las terminales, que sufren un desgaste mayor por entregar pilas de billetes continuamente.

La emisión sin control y el aumento del dinero circulante tiene una consecuencia por encima de todas: genera inflación.

Lo explica el economista Luis Secco con un esquema sinóptico: «La inflación y la escasez de dólares son consecuencias de la abundancia de pesos. Y la abundancia de pesos se genera en la expansión del pasivo del Banco Central. Todo esto es producto del financiamiento monetario del déficit fiscal».

Casi como si retomara esa explicación, Maximiliano Castillo Carrillo, economista y director de la consultora ACM, coincidió en que el déficit fiscal como el principal factor que explica el funcionamiento a destajo de «la maquinita» de hacer billetes. «El factor central de la expansión de la base monetaria es el financiamiento del déficit», explica.

Siempre es bueno llevar semejante cuestión monetaria a un ejemplo simple. Por caso, una familia que tiene un ingreso, pero que resulta insuficiente para pagar los gastos, ¿qué opciones tiene? La primera, gastar menos y ajustar la cuenta de entrada y salida de dinero. La segunda, pedir un préstamo para pagar lo que no alcanza a solventar. Y la tercera, no cubrir una parte de sus gastos y entrar en default. Podría vender algún bien, pero eso es entrar en cuestiones más particulares. ¿Hay alguna opción más? No demasiadas si se trata de una familia.

Pero los Estados son distintos. Ellos sí tienen una posibilidad más: imprimir todos los billetes que necesiten para cubrir el rojo que queda entre ingresos y gastos.

Pues esta última opción es la que utiliza el Gobierno. Gasta más de lo que tiene en la billetera, no pide prestado y emite con sus dos imprentas: Casa de Moneda y la Compañía de Valores Sudamericana, anteriormente Ciccone Calcográfica. Ese bache que queda entre una cuenta y la otra es el llamado déficit fiscal.

Castillo Carrillo les pone cifras a esos números rojos. Cuando el kirchnerismo llegó al poder, el resultado financiero neto, que excluye las utilidades que le pasa el BCRA por los movimientos cambiarios, era 0,5% del producto bruto interno. Es decir, había superávit. Vinieron los años del famoso cuaderno del ex presidente Néstor Kirchner, en el que, según cuentan las leyendas de Olivos, anotaba los ingresos y los gastos de la Argentina. Se anotaron números azules en 2004 (2,6%), 2005 y 2006 (1,8% cada año), 2007 (1%) y 2008 (0,95).

Luego aquel resultado quedó del otro lado de la línea de equilibrio. En 2009, el déficit llegó a 1% del PBI. Siguió el deterioro hasta que el año pasado se colocó en 3,3% del PBI, según datos de ACM en base al BCRA y a la Secretaría de Hacienda. «Para este año estimamos un déficit de 5,6%», dice Castillo Carrillo.

Ese porcentaje se paga con emisión de monedas. Y el exceso de monedas genera aumentos de precios. «El problema de la inflación se debe a la excesiva emisión del BCRA, emisión que obedece en gran parte a la necesidad del Gobierno de financiar el déficit fiscal», dice Guido Sandleris, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella. Dice, además, que aunque lo niega en forma explícita, el Gobierno, en algún nivel, entiende que el exceso de liquidez genera inflación.

«Por eso el BCRA aumenta sus pasivos (emitiendo Letras) para reducir las emisiones de pesos usadas para financiar al fisco. Así, intenta moderar los inflacionarios de monetizar el déficit fiscal. Esta estrategia le ha permitido estabilizar la inflación, aunque en un nivel elevado», dice.

El Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT releva todos los meses las expectativas inflacionarias. » Las expectativas inflacionarias son altas. La mediana de nuestra última encuesta arrojó 30% para el próximo año. Para tomar en cuenta: ha estado en 35% en algunos momentos del año y no baja de 30% desde mediados de 2012″, explica Sandleris.

Secco, un estudioso de la política monetaria argentina, explica que el sesgo expansivo del BCRA fue mayor en los últimos días. Desde inicios de octubre hasta el 4 de diciembre, la Base Monetaria creció nada menos que $ 66.200 millones. «Esto es algo así como una suba de 17% en 65 días. ¡El ritmo es de algo más de 1500 millones de pesos diarios si tomamos sólo los días hábiles!», enfatiza.

Un diciembre con más pesos

Tanto Secco con Castillo coinciden en que diciembre es el mes de mayor expansión fiscal. «Es probable que 2014 finalice con una cifra cercana a 160.000 millones de expansión de la base monetaria por razones fiscales», dice Secco. Castillo Carrillo suelta un número similar. La comparación es la que le da sentido a semejante cantidad de ceros: en 2013, ese número fue de 94.000 millones.

De todas maneras, explican los economistas, cuando se mire la base monetaria no mostrará un incremento tan impactante, dada la política de absorción relativamente exitosa llevada adelante por la anterior administración del BCRA. «Administración que por cierto luce ortodoxa comparada con la actual», dice Secco.

Sin embargo, la aceleración de los últimos tres meses del año dejará un exceso de pesos que generará presiones inflacionarias y cambiarias, a menos que el BCRA se comporte a partir de ahora de manera radicalmente distinta a lo que hizo desde octubre. Parece un panorama imposible, en un año electoral y con expectativas de aumento salarial del sector público como mínimo en 30 por ciento.

Castillo Carrillo cierra el círculo. «Como la cosa no cierra por ningún lado, la contención es a través de los controles», dice. Cómo si se tratara de un cuento: cada vez hay más pesos que valen menos que los pesos que había antes.

http://www.lanacion.com.ar/1752060-una-maquina-de-fabricar-pesos-la-emision-como-politica-de-estado
Por Diego Cabot | LA NACION
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