¿Reflejó un reto, un gesto maternal o el inicio del ocaso de un ministro que no puede demostrar buenos resultados, pese a contar casi con la suma del poder en el gabinete nacional? El escenario, cabe recordar, era el acto del sábado 13 de diciembre por los 31 años de democracia, y la jefa del Estado, al mencionar en su discurso cuántos ministros de Economía habían pasado antes de la asunción de Néstor Kirchner, mirando al auditorio, preguntó: «Dónde está el ministro de Economía, vení, vení para acá, vení, chiquito».
Un funcionario de la Casa de Gobierno explicó a LA NACION: «En esta gestión, cuando uno asoma mucho la nariz, aun cuando sea uno de los preferidos, ella se la serrucha. No quiere decir que Kicillof esté en riesgo, pero la forma en que lo llamó fue denigrante». Un consultor del Gobierno agregó: «Es algo muy común que ella marque todo el tiempo los límites cuando alguien sobresale demasiado».
En Economía, la visión es completamente diferente: «Axel está en un estado ideal con la Presidenta. Ella lo bancó con el resultado del canje del Boden y, de hecho, salió a completar la explicación del resultado. Es verdad que adentro hay una fila esperando para cuestionarlo, pero la química con Cristina está intacta y eso se ratificó esta semana en la cumbre del Mercosur», indicó a LA NACION una fuente cercana al ministro. Pero desde otro ministerio del área económica apuntaron: «Axel está bajo observación; los resultados de la gestión no son buenos y se vienen las elecciones».
La razón del reciente malhumor oficial es simple: Kicillof le había vendido a la Presidenta que con la alternativa del swap local se sacaban de encima a los fondos buitre por varios meses si lograban un éxito rotundo en la postergación de los vencimientos y la colocación de los nuevos títulos. Pero ninguna de las dos cosas ocurrió, para los expertos en finanzas, por la falta de experiencia del equipo económico.
De hecho, un economista kirchnerista comentó a LA NACION en off the record que los errores fueron de timing (porque no se dieron cuenta de que se venía un tsunami financiero internacional) y de forma (por no dialogar lo suficiente con los referentes del mercado para asegurarse la participación de los inversores).
«Si hubieran convalidado una tasa de interés apenas de unas décimas mayor, se llevaban casi los US$ 3000 millones. Pero no la vieron y ahora todo se complicó mucho más con un panorama peor para los mercados emergentes. Fue una tontería que le vendieron como paquete cerrado a la Presidenta», explicó el economista del oficialismo. El presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio, explicó que las chances de revertir este reciente fracaso dependen del hecho de que realmente el equipo económico crea que esto fue un éxito o no. «Se equivocaron en muchas cosas: en el timing, en la fijación del precio y en que no contrataran a un banco de inversión, pero yo le pondría más fichas a que harán un segundo intento antes que pensar que negociarán con los fondos buitre, porque todo en este gobierno apunta a patear la pelota para el próximo presidente». De inmediato, Frigerio advirtió que «sin un acuerdo con los holdouts será más complicado mantener la política del atraso cambiario como ancla antinflacionaria y reactivar la actividad económica, un camino que prefieren antes de tener que devaluar otra vez, sobre todo en un año electoral». Más enojado, el ex secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, expresó que «encima de que les fue mal, sacan pecho, pero no hay que descartar que en las próximas semanas algún tenedor grande de bonos pida la aceleración de la deuda» y eso pueda llevar a un default generalizado. También un banquero nacional, claramente decepcionado, se quejó, en off the record: «Si no dialogan, si se hacen los misteriosos, las cosas les van a seguir saliendo mal. Podemos poner la cara cuando nos piden una colocación, pero los inversores hacen lo que quieren y está claro que Economía no tiene una estrategia integral hacia esa gente, más allá del precio del Boden que fijen».
Pero, más allá de las opiniones de los analistas, los problemas para Kicillof no se limitan a los retos de la Presidenta -que, para otra parte del kirchnerismo en realidad fueron un gesto «cariñoso»- sino que se extienden al recelo por parte de los dirigentes del peronismo que el año entrante se jugarán en sus distritos sus respectivas reelecciones.
«Para el PJ, Axel y su equipo son un cuerpo extraño; él no habla con casi nadie, no los consulta y se siente muy cebado por contar con el apoyo de la Presidenta. A su vez, está claro que ella ahora no le va a soltar la mano porque faltan 10 meses para las elecciones y porque confía más en él que en el resto de sus ministros», expresó un operador del peronismo que dialoga en forma asidua con funcionarios y empresarios.
Kicillof es el ministro que más poder ha acumulado en todo el kirchnerismo, con peso sobre el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores, el Banco Nación, el BICE, parte del Ministerio de Agricultura, la Secretaría de Energía y otras áreas clave del Gobierno.
Al punto tal existe esa dependencia de Cristina respecto de Axel que un mes atrás la cúpula de la UIA, reunida con el principal asesor de la presidencia del Brasil, Marco Aurelio García, recibió un mensaje tajante: «El diálogo político para nosotros con la Argentina pasa por Kicillof, no por el canciller (Héctor Timerman)», les dijo el experimentado asesor de Dilma Rousseff a los hombres de Héctor Méndez.
Con los empresarios, en general, la relación no es fluida tampoco. Luego de hacerlos esperar durante una hora por lo menos en la antesala de su despacho, el ministro suele recibirlos para darles extensas clases de historia económica antes de quejarse por «todo lo que ganan».
Dentro de la cartera económica la situación no le resulta más sencilla: el diálogo entre el ministro y la línea técnica del Palacio de Hacienda está cortado y «la gestión no existe», según comentó un funcionario con larga experiencia en la cartera. «Son paranoicos y sólo confían en su gente del octavo piso, del área de Política Económica, porque no manejan ni las secretarías de Hacienda ni la de la Finanzas», agregó. Esto fue lo que llevó, por ejemplo, a que el viceministro Emmanuel Álvarez Agis colocara en puestos clave a su hermana Daniela (como coordinadora del área Legal y Administrativa) y a su pareja, Cynthia de Paz, como subsecretaria de Programación Económica, pese a su muy escasa experiencia profesional, lo que la habría llevado hace pocas semanas a dar un paso al costado. «No doy más», le comentó la joven economista a sus compañeros de oficina, con toda sinceridad.
El viceministro es el más ambicioso de los colaboradores de Kicillof y el que más choca con los gremialistas de ATE en Economía, que lo acusaron de «haber introducido a la patota del Indec para romper afiches», en los que pedían una recomposición salarial que el ministro se niega a concederles a sus empleados.
Pero no todas las voces tienen el mismo diagnóstico. Un kirchnerista de paladar negro jura que «el año está terminando mejor de lo que empezó, con menos expectativa de devaluación, más reservas, más posibilidades de crecimiento económico y una inflación en baja, así que el aura de Axel se mantiene intacta».
Apuntó que «Axel ganó tras la salida de (Juan Carlos) Fábrega, y le mostró a Cristina que fue el ex presidente del Central quien pactó la devaluación con grandes grupos económicos», agregó. Cerca del ex banquero central juran que él «no romperá su silencio», aunque aclararon que en marzo próximo retomará sus contactos políticos.
¿Y qué dicen los números de este año de gestión de Kicillof, más allá de todas las polémicas? Que la inflación, que hace un año se ubicaba en un 27%, según las provincias y las consultoras que la miden en forma independiente del Indec, ahora ronda el 40%. Que el PBI no oficial pasó de crecer el 3% a caer -3%, según la consultora ACM. Y que el tipo de cambio oficial saltó de $ 5,98 a $ 8,57 y el blue, de 9,84 a 13,10 pesos (tras haber llegado a 16 en septiembre).
¿Hace falta agregar otro dato para explicar por qué el sciolismo no quiere que Kicillof sea su candidato a vicepresidente en 2015?
Hitos de la gestión
Axel Kicillof
Ministro de economía
Profesión: economista
Edad: 43 años
El economista ingresó al Gobierno a través de su gestión en la empresa Aerolíneas Argentinas, donde quedó ligado a la agrupación La Cámpora. Fue viceministro de Economía por dos años y desde hace más de 12 meses es el ministro con más poder de toda la era del kirchnerismo
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Por Martín Kanenguiser | LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/1754179-la-devaluacion-de-kicillof-de-superministro-a-veni-chiquito
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