San Rafael, Mendoza 29 de diciembre de 2024

River-Boca: adaptación vs. evolución

 
Foto: LA NACION  / Sebastián Domenech

Están en fases diferentes. Mientras River ya ha conseguido asentar las ideas con buenos resultados, Boca todavía no completó esa etapa de afirmación. Esa presunta desventaja, de todos modos, no le va a impedir competir frente al puntero y eterno rival. Al contrario, la grandeza del partido lo puede estimular a acelerar un crecimiento que en las últimas semanas pareció estancarse.

River parte desde la confianza y la seguridad; Boca, desde la búsqueda. Esos diferentes puntos de partida determinan también distintas maneras de pensar el choque. Imaginar un partido antes de jugarlo es obligatorio para un entrenador. Pensar lo que puede suceder y administrar los recursos para evitar defectos y propiciar virtudes es una aventura inevitable, aunque todos sabemos que los papeles pueden quemarse en 5 minutos. El fútbol, entre miles de razones, es grandioso porque nada te acerca más al descontrol que intentar controlarlo todo. Aún así, no hay entrenador que desista del ejercicio de prever.

A Boca le sirve suponer un trámite en el que, para dañar, precisa evitar que River sea. Limitar la mejor expresión de River puede ser el inicio ofensivo de Boca. River, en cambio, no tiene opciones: no puede ceder el protagonismo, ni planear su fútbol pensando en los espacios. No puede ni quiere ese juego. Gallardo ha dotado de muchas virtudes a su equipo, entre ellas, la avaricia deportiva. No quiere compartir la pelota, ni el dominio, ni el resultado.

Arruabarrena también aspira a ese rol para su cuadro, pero sabe que en el camino, eventualmente deba adaptarse a otras circunstancias. Es probable que en la pizarra del Vasco haya mayores contemplaciones por cada pieza rival, y que los detalles estratégicos tengan más peso que nunca. Si Arsenal y Lanús saltaron la presión de River con juego largo, inhibiendo uno de los rasgos esenciales del millonario, no sería extraño que Boca intente copiar la fórmula.

Arsenal y Lanús se prepararon especialmente para jugar con River y dieron con algunos antídotos, al menos, para bajar el ritmo del puntero. Esas dos experiencias lo ponen a Gallardo y a River en un sitio fascinante para un DT y su equipo: lo desafían a evolucionar, a encontrar nuevas soluciones para nuevos problemas. Al fin y al cabo, no debe haber tarea más estimulante para un entrenador que ese ejercicio creativo en el que piensa, sueña, imagina y trabaja.

Todo lo que pasa en el campo emocional (y su influencia decisiva) en un clásico, se descuenta. También la pasión en las tribunas y en todo el país. Pero esta vez, además de lo obvio, el River-Boca tiene un atractivo táctico y futbolístico como hace años no sucedía. Boca, adaptando su silueta a las necesidades, pero sin complejos. River, enfocado en sostener y mejorar todo lo bueno que ha mostrado. Sin pronósticos ni premoniciones, como corresponde en un River-Boca, el superclásico promete el fervor de siempre, pero también buen fútbol.

Por Fernando Pacini | canchallena.com

http://canchallena.lanacion.com.ar/1732505-river-boca-adaptacion-vs-evolucion

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