Las arterias de nuestro cuerpo se vuelven más rígidas con la edad, y este aumento de rigidez de los vasos sanguíneos se cree que empieza en la aorta, la mayor arteria del cuerpo, cuyo recorrido nace en el ventrículo izquierdo del corazón. Luego, el problema acaba afectando a otros órganos, pero reviste especial gravedad en el cerebro.  

El equipo de Claudine Gauthier, de la Universidad de Montreal en Canadá, ha comprobado que las personas mayores que habían mantenido en mejor forma física y cuyas aortas estaban en mejores condiciones, se desempeñaron también mejor en una prueba cognitiva. Todo apunta a que la preservación de la elasticidad de los vasos sanguíneos podría ser uno de los mecanismos que hacen que el ejercicio enlentezca el envejecimiento cognitivo.

Los investigadores estudiaron a 31 personas con edades de entre 18 y 30 años, y a 54 de entre 55 y 75 años. Esto permitió al equipo comparar entre ellos a estos últimos y también con los integrantes del grupo joven quienes obviamente no habían iniciado los procesos de envejecimiento bajo estudio. Ninguno de los participantes tenía problemas de salud físicos o mentales que pudieran influir en el resultado del estudio.

Hacer ejercicio físico tiene muchos beneficios para la salud corporal, pero además, el nuevo estudio indica que ejercitarnos para mejorar nuestra fortaleza cardiovascular puede protegernos del deterioro cognitivo a medida que envejecemos. (Foto: Amanda Mills / CDC)

Los resultados demostraron declives, relacionados con la edad, en la función ejecutiva cerebral, la elasticidad de la aorta y el estado físico cardiorrespiratorio, una conexión entre la salud vascular y la función cerebral general, y una asociación positiva entre la capacidad aeróbica y la función cerebral. La conexión entre estado físico y función cerebral podría estar arbitrada a través de la reactividad cerebrovascular conservada en ciertas áreas que también están asociadas con la capacidad cardiorrespiratoria. Aunque en el efecto de la aptitud física sobre la vasculatura cerebral podrían intervenir otros mecanismos más complejos, en general estos resultados apoyan la hipótesis de que un estilo adecuado de vida ayuda a mantener la elasticidad de las arterias, evitando por tanto que se desencadenen consecuencias nocivas que provocarían daños cerebrovasculares, y consiguiendo así una mejor conservación de las habilidades cognitivas en la vejez.