San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Al Papa le preocupa la deuda, pero no la gobernabilidad, según Cristina

En su tercer encuentro en el Vaticano recibió el apoyo papal antes de viajar a EE.UU. para exponer contra los holdouts; negó que el Pontífice esté inquieto por la situación del país

 Larroque, junto a Cristina, le regaló al Papa una remera de La Cámpora y un cuadro del padre Mugica.

ROMA.- Misión cumplida. Después de unencuentro de tres horas con Francisco, con quien almorzó por tercera vez desde que fue elegido Papa, Cristina Kirchner partió ayer rumbo a Nueva York satisfecha.

No sólo se llevó un pergamino con una bendición del Pontífice a toda su familia, incluso una póstuma a Néstor, que casi la hizo llorar. También logró lo más importante que vino a buscar: el respaldo papal en vísperas de su intervención ante la Asamblea de Naciones Unidas. Allí planea volver a denunciar, pasado mañana, a los fondos buitre que demandan al país.

La Presidenta relató su encuentro en la Casa de Santa Marta con Francisco en una conferencia de prensa de media hora en el aereopuerto de Ciampino, antes de partir a Estados Unidos, en la que se la vio muy locuaz y risueña. La Presidenta dijo que el Pontífice la recibió «con la calidez de siempre» y que durante el encuentro «se habló de todo».

Negó que el Papa estuviera preocupado por la gobernabilidad del país, como había mencionado esta semana el ceremoniero pontificio, monseñor Guillermo Karcher, y aseguró que Francisco se mostró «contento» de que las Naciones Unidas hubieran aprobado un proyecto para establecer un marco jurídico legal global para los procesos de reestructuración de deuda soberana.

«Es un hecho inédito que revela una vocación mayoritaria del mundo de reglamentar la reestructuración de deudas soberanas, para que nunca más ocurra lo que les está ocurriendo a la Argentina y a otros países», dijo Cristina, quien destacó la importancia que le otorga el Papa al multilateralismo.

La Presidenta fue recibida junto con una amplia y colorida comitiva, integrada mayoritariamente por funcionarios y legisladores oficialistas, muchos de ellos de La Cámpora. Todos le dejaron al Papa una variada batería de regalos.

Cuando LA NACION le preguntó a Cristina si el Papa se había mostrado preocupado por la gobernabilidad del país, la negativa fue tajante. «¡Nooo! El Papa no está en absoluto preocupado», contestó. Y recordó que el arzobispo Víctor «Tucho» Fernández, rector de la UCA y muy cercano a Bergoglio, dijo que éste no utiliza a mensajeros: «Cuando el Papa habla, es él que habla y dice directamente lo que él quiere transmitir».

Aunque en privado Francisco suele pedirles a los diversos interlocutores que recibe que «cuiden a Cristina» porque quiere que haya una transición ordenada en la Argentina, la Presidenta negó cualquier referencia a la crítica situación del país.

«El Papa está muy preocupado por la situación que está viviendo el mundo», aseguró la mandataria, al destacar que hablaron del sistema económico a nivel internacional -«una preocupación constante del Papa», según la Presidenta-, del fuerte desempleo que azota especialmente a los jóvenes y de Scholas Ocurrentes, el proyecto de una red mundial de escuelas impulsado por Francisco, declarado hace unos días por ley de interés nacional. «Me pidió que lo presentara como proyecto en las Naciones Unidas, de eso voy a hablar en Nueva York con Ban Ki-moon [secretario general de la ONU]», contó.

«Lo vi muy tranquilo, muy bien de salud, mejor que la última vez», aseguró la jefa del Estado, que, por otra parte, dijo que Francisco «está muy convencido de esto que está viviendo la Argentina, en lo que hace al frente externo y el acoso de los fondos buitre», el tema sobre el que más se explayó durante la conferencia de prensa.

La Presidenta, de hecho, contó que durante el almuerzo los dos se pusieron a leer el punto 56 de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium -la Alegría del Evangelio-, el documento programático de Francisco. «¡Casi parece escrito para la Argentina!», exclamó la mandataria, quien estaba vestida de riguroso negro, con un tocado en el pelo, que llevó suelto.

El párrafo 56 de la exhortación apostólica denuncia el desequilibrio de «ganancias de unos pocos que crecen exponencialmente, mientras las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz». También marca que la deuda y sus intereses «alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real», destacó la Presidenta, que llevaba en mano un ejemplar. La mandataria no recordó que el mismo punto también denuncia «una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales».

Más allá de cualquier coincidencia de visiones, la lectura conjunta del párrafo 56 no significó el aval de Francisco a la estrategia del Gobierno en su pelea con los fondos buitre, una cuestión en la cual el Papa no se involucra y sobre la cual los obispos argentinos se pronunciaron, llamando a «una actitud madura de unidad y responsabilidad para responder, en una justa negociación, a la situación generada».

Cuando LA NACION le preguntó a la Presidenta si en este tercer almuerzo a solas se habló de política interna, de las elecciones que vienen, de candidatos, otra vez hubo una negativa. «¡Nooo! Aparte, con todos los problemas que hay en el mundo, el Papa se va a interesar en otras elecciones, antes de las argentinas… Además, falta mucho para las PASO», dijo, de buen humor y muy suelta al hablar. «Y por ahí nos vemos antes, aunque también con el Papa siempre hablamos mucho por teléfono», agregó.

En un fiel reflejo de que fue otro gesto el que tuvo el Papa hacia una mandataria con la que, siendo arzobispo de Buenos Aires tuvo una relación conflictiva, Francisco se las arregló para recibir a Cristina y a su nutrida comitiva durante tres horas en un momento de inmenso trabajo y agenda muy cargada. Antes de almorzar con ella, recibió al presidente de Letonia, junto a su séquito, a jefes de dicasterios, y pronunció un discurso ante obispos que participan de un seminario en la Sala Clementina. Y, por la tarde, después de su partida, siguió teniendo audiencias privadas, en víspera de viajar hoy a Albania, saliendo a las 7.30 de la mañana de Roma y volviendo a las 21.30, en otra maratón agotadora.

Justamente debido a una agenda sin respiro, a diferencia del encuentro del 17 de marzo pasado, esta vez no pudo recibirla en la puerta de Santa Marta. Cuando Cristina llegó, a las 12.30 local (las 7.30 de la Argentina), estuvo allí monseñor Georg Ganswein, titular de la Prefectura de la Casa Pontificia y secretario privado de Benedicto XVI. Cuando, tres horas más tardes, la impactante -por número y color- comitiva partió, el Papa se despidió de Cristina con dos besos. Y, como ya se ha vuelto una costumbre, se quedó en la puerta de Santa Marta, saludando con la mano en alto a todos, hasta que el BMW presidencial desapareció de su vista.

Por Elisabetta Piqué  | LA NACION

http://www.lanacion.com.ar/1729119-al-papa-le-preocupa-la-deuda-pero-no-la-gobernabilidad-segun-cristina

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