En una de las habituales «Crónicas», que el padre Jorge Hernández escribe relatando la situación que se está viviendo, y fundamentalmente la suya, en una parroquia -la única iglesia católica en Gaza- en la que protege a niños, mujeres y un grupo de monjas de los constantes bombardeos israelíes sobre la ciudad, el religioso se hizo lugar para agradecer la ayuda argentina.
Este de San Rafael tiene 38 años y, a pesar de haber sido autorizado por el Papa Francisco para dejar ese lugar, se niega a hacerlo aun cuando a mediados del mes pasado tres bombas cayeron cerca de su iglesia.
A continuación, su relato en Facebook.
Crónica IX
GAZA 31/07/2014
“Lo que hicieres a uno de estos mis pequeños, a Mí me lo hicisteis”
Gritos de desesperación, estruendos de bombas, aviones, ráfagas, procesiones por las calles con los muertos, gente escapando, evacuando la zona, desorientados, sin rumbo fijo… se han convertido en nuestro cotidiano pan de lágrimas.
El agua escasea. Son ya cuatro días sin electricidad, luego de que las turbinas fueran destruidas. Escasea la medicina en los hospitales.
En estos últimos días los enfrentamientos han sido particularmente intensos, por ambas partes, como también ha sido grande el impresionante número de víctimas que a diario debemos lamentar en esta guerra.
Guerra que, a juzgar por las declaraciones de los responsables, no parece tener un final cercano, sino todo lo contrario.
Nosotros estamos bien. No han bombardeado la parroquia, como apareció en algunos medios. Por gracia de Dios seguimos adelante, tranquilos y serenos, haciendo lo que se puede.
Aprovecho este medio, para agradecer personalmente a la gente de la Representación Argentina ante la Autoridad Palestina, de la Embajada Argentina en Israel y de la Embajada Argentina ante la Santa Sede, por la cercanía y la total disposición para cualquier ayuda o servicio que nos pudiera hacer falta. El gobierno argentino está ayudando a la parroquia a través de Caritas Jerusalén. En momentos como estos, estas actitudes son realmente valiosas.
Como también agradezco a las miles de personas que, en todo el mundo, rezan para que se detenga esta espantosa masacre. A todos, y cada uno de ellos, vaya nuestro más sentido agradecimiento, con la esperanza cierta de que nuestro Señor Jesucristo les recompensará según su infinita misericordia, pues es una obra hecha a Él mismo: “lo que hicieres a uno de estos mis pequeños, a MÍ me lo hicisteis”.
In Domino
P. Jorge Hernández, IVE
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