Luego de noventa minutos de incesantes llegadas al arco holandés, los jugadores argentinos sufrían un importante desgaste físico y mental. “Es el momento de jugar con el corazón”, coincidían los relatores de nuestro país.

Sucedió así, pero no fue suficiente para anotar un gol y luego de la prórroga llegaron los penales, indeseables para cualquier equipo, esos que más de una vez nos han dejado con un sentimiento de impotencia y amargura. Pero ahí estaba Sergio Romero quien tal como lo predijo su compañero Mascherano, se convertiría en el “héroe”.       

Fue desde el momento en que atajó el primer penal, cuando los corazones de los argentinos latieron con más fuerza y se permitieron seguir soñando.

San Rafael, llenó nuevamente sus calles. El kilómetro 0 fue en principio el punto de festejo de los ciudadanos, quienes luego se dirigieron a la rotonda del mapa.

Tanta fue la alegría que no sólo se compartieron los cantos típicos, sino que se sumaron ingeniosas bromas que iban desde el ataúd de Brasil, hasta un “papa” bendiciendo a los hinchas.

Asimismo, se disfrutó de algunos fuegos artificiales y de música popular proveniente de los mismos autos que protagonizaban la caravana.

Nuestro departamento presenció una verdadera fiesta en donde se expresó la alegría de quienes por primera vez,  veían a la Selección Argentina de Fútbol llegar a la final del Mundial y de aquellos que hace más de dos décadas deseaban volver a verlos triunfar.