San Rafael, Mendoza viernes 22 de noviembre de 2024

«Acá escuchás las bombas alrededor tuyo»

María de la Santa FazLa hermana María de la Santa Faz, religiosa oriunda de Mendoza, quien desde Gaza, le pidió a diario La Nación:»¿Me podés llamar más tarde? Acaban de explotar dos bombas enfrente de nuestra casa». Habló en exclusiva con MDZ. «Somos el brazo de la Iglesia presente, como una madre, que no deja a sus hijos aunque estén encerrados en una franja», dijo.

Mientras ya son mil los palestinos muertos en la franja de Gaza, en una jornada en la que recrudeció el centenario conflicto religioso, en la semana tomó relevancia la historia particular de una monja mendocina en el marco de su vida de servicio cotidiano en plena zona de guerra, violencia, odio y muerte.

Se trata de la hermana María de la Santa Faz, religiosa oriunda de Mendoza, quien desde el convento donde vive, en el barrio Al Zeitun, al este de Gaza, le pidió días atrás a diario La Nación en plena entrevista:»¿Me podés llamar más tarde? Acaban de explotar dos bombas enfrente de nuestra casa y me parece prudente que nos vayamos».

MDZ Radio, durante el programa Políticamente Incorrecto, que se emite todos los sábados por la mañana, logró dar con la hermana María. A continuación, extractos de un diálogo imperdible.

¿Por qué decidió irse a Medio Oriente?

Yo soy religiosa, yo pertenezco a la provincia de Medio Oriente, Tierra Santa, y fui destinada en 2001 a Medio Oriente y fui con mucho gusto. Desde enero estoy en Gaza.

¿Cómo es la vida allí?

Bueno, es un poquito especial. Para mí es totalmente diferente, yo nunca había vivido en una situación así donde prácticamente no hay libertad, en el sentido en que la gente no puede moverse tranquilamente, sobre todo para la gente, que necesita un permiso especial para salir de la Franja de Gaza. Luego hay una franja de edad entre los 18 y 35 en la que es muy difícil que los dejen salir. La gente se acostumbra a salir de esa manera, y para uno que viene de afuera es un poco extraño. Entre cristianos y musulmanes, si bien tratan de vivir de la mejor manera posible, hay una cierta tirantez, porque se ha ido volviendo con el tiempo más islamizada la zona, y para los cristianos es un poco difícil y a veces violento el hecho de estar en la calle, cómo se vistan o por dónde caminen y todo eso.

¿Quién da esa autorización a los palestinos para poder moverse?

La da el Estado de Israel, porque ellos se mueven a Israel, lo mismo Israel hacia la parte palestina, es como si fuera una frontera del paso de un país a otro. Gaza se ha visto limitada de muchas maneras, y eso repercute por ejemplo en la salud, porque lo que es hospitales y el tipo de medicina, se vuelve difícil, entonces cuando necesitan otro tipo de atención, se pide un permiso especial al Estado de Israel, lo mismo pasa con mercadería o artículos para la construcción.

La Iglesia tiene la prioridad de ayudar a los cristianos, porque si la Iglesia no los ayuda, no hay quiénes los ayuden.

Ustedes están allí para dar una especie de apoyo moral a la gente pero estamos hablando de una población de la que solo el 10% profesa la religión cristiana. ¿Cómo se da eso? ¿A quiénes se les da esa atención?

Hay unas 1.500 personas cristianas, de las cuales 130 son católicas. El tema de los cristianos es especial, pero entre ellos hay familias que hay padres cristianos ortodoxos, madres católicas y así. No es propiamente una limitación en ese sentido. Después, el resto de la población es musulmana y ellos tienen sus propias instituciones de ayuda. La Iglesia católica siempre ha tenido sus puertas abiertas para brindar ayuda a cualquier persona, independientemente del credo, pero no así los musulmanes, ellos ayudan a los suyos, no también a los cristianos. Entonces la Iglesia tiene la prioridad a los cristianos, porque si la Iglesia no los ayuda, no hay quiénes los ayuden.

En los bombardeos la gente se va a refugios, pero ustedes se quedan en el lugar donde estén trabajando, ¿cómo se convive con eso?

Uno no tiene opción. Uno escucha que el cielo está inundado con luces de las marcas que dejan los misiles, se escucha el bombardeo de día y de noche, sobre todo de noche, y es muy difícil dormir y descansar. También se produce una presión psicológica, porque uno sabe donde va a caer la próxima bomba. Sin embargo, en la zona donde está la Iglesia es más seguro. Cuando me llamó la periodista (de La Nación) después de la segunda bomba que escuché cerca, yo le dije a ella: “Llamame más tarde porque acaban de caer dos bombas’. Ella cortó y cayó una tercera bomba. Pero eso fue enfrente de la Iglesia, también ha pasado detrás, donde hay un predio de la comunidad de las hermanas de Teresa de Calcuta, que trabaja con niños postrados. Si vas a reducir el trabajo en lo que es la población mundial, es mínimo, incluso en cuanto a la población de Gaza, que es solo el 10%, pero es como un pararrayos que a uno lo hace sentir más seguro, esos niños son como angelitos.

A pesar de eso, ¿viven ustedes con la idea de que les puede caer una bomba en cualquier momento?

Es que sabés que no es solo el hecho de que pudiera caer una bomba, sino que las que caen alrededor dejan esquirlas, los vidrios de los vehículos y de las casas muchas veces se rompen por la onda expansiva de las bombas, hay balas perdidas que aunque no sean disparadas hace el interior de la Iglesia caen cerca y son un riesgo permanente.

¿Cómo es un día en la vida de ustedes?

En un día normal, que no se ve guerra, tratamos de no exponernos mucho, porque la mayoría de la población es musulmana y es fundamentalista, entonces no es sencillo salir a la calle, hasta es inconveniente y uno se expone a ser insultado. Dejamos lo que es compras para un solo día de la semana y ahí compramos todo lo de la semana. El resto de las salidas son visitas de casa a las personas que conocemos o visitas a los hospitales donde están los enfermos. Ese tipo de salidas son unas tres veces por semana. Luego hay otras actividades que se dan en la iglesia y no es necesario que salgamos.

Somos el brazo de la Iglesia presente allí, como una madre, que no deja a sus hijos aunque estén encerrados en una franja.

Hay que tener un aplomo muy particular para poder hacerlo…

Hay condiciones naturales en la persona que se lo puede aguantar por su carácter o temperamento, pero sin duda es una gracia especialísima. Nosotros somos consagrados, somos personas de Dios y vamos a donde nos manda la obediencia y allí lo hacemos con todo gusto porque sabemos que Dios nos está mandando, eso es lo que es la misión, propiamente. Para eso, nosotros contamos con la ayuda de Dios que nos ayuda a vivir esto. Yo estaría mucho más cómoda en Mendoza tomando mate con mi familia, sin embargo nos están necesitando, y somos el brazo de la iglesia presente allí, como una madre, que no deja a sus hijos aunque estén encerrados en una franja.

¿Donde están ahora es temporal o mañana la Iglesia puede mandarlos a otro lugar?

Claro, de hecho yo he estado desde 2001 a Medio Oriente, pero había estado en Egipto, en Jordania y en la parte árabe de Israel y ahora en Gaza también a Siria.

¿Extraña cosas de Mendoza?

Uno no se da cuenta de cuánto extraña a Mendoza hasta que llega, respira y el solo hecho de llegar al Aeropuerto parece que el cielo tiene otro color. De la Argentina, extraño a mi familia. Otra cosa que se extraña es el hecho de hablar con un persona y saber que se están hablando bajo los mismos parámetros, que nos entendemos, que mientras que acá hay todo un trasfondo cultural que hace que los criterios sean diferentes.

Hay niños que hoy tienen 7 años y han vivido 3 guerras.

¿Hablan entre ustedes del conflicto Israel -Palestina?

Eso mucho sentido, no tiene. Esto es un conflicto muy antiguo, Tierra Santa ha estado en conflicto desde antes del nacimiento de Jesucristo, por una razón u otra. Hablar del conflicto o quién tiene razón no tiene sentido, nosotros tratamos de ayudar a quien lo necesita, porque hay mucha gente inocente en esto. Uno ve la tristeza en la gente. Hay niños que hoy tienen 7 años y han vivido 3 guerras. Yo tenía 12 años cuando viví la guerra de Malvinas, pero uno se enteraba de lo que pasaba por la televisión y no escuchaba las bombas. Acá las tenés alrededor tuyo. No está en nuestras manos ponerse de un lado o del otro, uno se pone del lado de quien más lo necesita. Lo primero que hay que hacer es rezar por la paz y segundo, tomar conciencia, para valorarla y procurarla en el lugar donde uno se mueva.

Fuente: MDZOL – http://www.mdzol.com/nota/547778-aca-escuchas-las-bombas-alrededor-tuyo/

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