San Rafael, Mendoza miércoles 24 de abril de 2024

Brasilia se tiñó de celeste y blanco

brasiliaBRASILIA.- Nadie que haya pisado ayer esta ciudad creería que es la capital federal de Brasil. Fuera de cualquier circuito turístico, ubicada más al centro y en una suerte de sabana rojiza, es otro punto del mapa que los hinchas argentinos aspiran colonizar durante su excursión mundialista. No es una exageración. Hasta el diario local Correio Braziliense puso irónicamente en duda la soberanía del territorio: «A capital do Brasil não, é Buenos Aires, mas…», tituló a página completa en la portada de la edición de ayer.

La cúpula de la policía brasileña estima el desembarco de unos «100.000 hermanos argentinos». Sin embargo, las proyecciones no coinciden con las de la embajada de nuestro país, cuyo titular, Luis Kreckler, calcula una cifra menor: entre 50 y 60.000. Como en el resto de los partidos, surge una misma encrucijada: cuántos de los visitantes tienen entrada y cuántos no. La secretaría de la FIFA en Brasilia, según averiguó LA NACION, baraja un estimativo: habrá unos 20.000 argentinos con ticket y la misma cantidad estará sin.

Brasilia es una ciudad extraña. Está parcelada por áreas: la zona de los edificios públicos, de hoteles, la comercial y gastronómica, y la residencial. No son barrios, son sectores cuidadosamente delimitados. No hay casi veredas y para el turista de a pie puede resultar poco amigable. Calcada en un mapa, se asemeja a un avión: se distinguen casi perfectas las dos alas, la norte y la Sur. Sobre ellas se extiende un cinturón gastronómico y hotelero, y el circuito financiero y de las embajadas. Y en la trompa se concentra el poder: el Palacio de Planalto, el Supremo Tribunal Federal y el Congreso Nacional.

Salvo los hoteles o algún edificio oficial, las construcciones son de techos bajos, casi uniformes. Existía por entonces una razón: intentar eliminar las clases sociales. Ese era el objetivo del ex presidente Juscelino Kubitschek, el ideólogo de que Brasilia sea la capital del país y quien les cedió, en los años 50, el diseño urbanístico de la ciudad a los arquitectos Lúcio Costa y Oscar Niemeyer.

169.384 son los argentinos que ingresaron a Brasil desde el 12 de junio, cuando comenzó el Mundial, hasta el 1 de este mes, según informó la Dirección de Migraciones de Brasil.
Todo eso hace de la fisonomía de Brasilia una sede diferente para los argentinos. Aquí no hay playa ni lugares mundialmente conocidos para la diversión y el ocio. Brasilia es seria. A diferencia de San Pablo, esta ciudad no proviene de cuna futbolera ni simpatiza con los desbordes, por lo que se sospecha que las tensiones entre los hinchas argentinos y brasileños disminuirán. A Brasilia la habitan unas 2.500.000 personas y ningún equipo de la región utilizará después del Mundial de manera cotidiana el Mané Garrincha, con capacidad para unos 70.000 asientos. Las remodelaciones del estadio costaron 624 millones de dólares y corre riesgo de quedar como un gigante de cemento en medio de la nada. Como el Peter Mokaba, en la sudafricana Polokwane.

Advertido de la multitud de argentinos, el gobierno local dispuso un inmenso predio a cielo abierto para que los hinchas acampen y estacionen allí sus autos y casas rodantes de manera gratuita. Se tendió una hilera de baños químicos, equipados con agua fría y caliente, y se pondrá una pantalla gigante para que aquellos que no tengan entradas puedan seguir el enfrentamiento con Bélgica. El predio está situado en Granja do Torto, en los suburbios de la ciudad y a unos diez kilómetros del estadio Mané Garrincha. Es una suerte de Fan Fest, pero sin la venia de la FIFA.

Ayer, con el desembarco por tierra de los primeros contingentes, la mayoría de ellos provenientes de San Pablo, donde el equipo albicelestes jugó su último partido, el predio de Granja do Torto comenzó a tomar color y se fue poblando a ritmo de machete.

Los primeros en llegar fueron unos jujeños que se mueven desde el inicio del Mundial en un ómnibus hecho casa que se llama «El carnavalito». En el lado derecho de lo que era un transporte escolar modelo 74 se lee: «La hinchada con más kilómetros recorridos». Luce el escudo del lobo jujeño sobre un fondo con la escenografía de la quebrada de Humahuaca. Lo manejan José Ributti y Elías Sarrauf. Y los acompañan Ricardo, Facundo y Jorge, todos del norte argentino. A las dos de la tarde de ayer recién estaban descongelando unas chuletas de cerdo para el almuerzo.

Los argentinos celebran las iniciativas de las autoridades locales de arrinconar en un pedazo de ciudad a este tipo de viajeros. Los jujeños se encontraron allí, como había pasado en San Pablo y en Belo Horizonte, con once paranaenses que viajan de manera similar, en un ómnibus convertido en casa. Aunque el de ellos, es mucho más moderno que «El Carnavalito», que no supera en ruta los 60 kilómetros por hora. También se reencontraron con unos mendocinos y un grupo de porteños, todos en idéntica situación: recorriendo Brasil tras las huellas del seleccionado.

Como en todo, la excursión puede ser diferente de acuerdo al bolsillo de cada uno. Hay opciones para todos los gustos. Desde hostales, como el Albergue Juventud de Brasilia, que cuesta 120 reales (500 pesos) por día y que ayer el 50% de sus instalaciones estaban ocupadas por argentinos, a hoteles de una a cinco estrellas. Al fin y al cabo, la pelota los unirá mañana a todos en un mismo punto: en el estadio, a aquellos que tengan entradas, o en el Fan Fest, a los miles que cruzaron la frontera para verlo por TV.

Fuente:Canchallena – http://canchallena.lanacion.com.ar/1706841-brasilia-se-tino-de-celeste-y-blanco

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