Qué buen arranque tiene Transcendence: identidad virtual. Suele suceder: hay películas que parten de una buena premisa -más si rondan el género de la ciencia ficción- y luego se disparan a lugares disímiles.
Transcendence encara el desafío de la inteligencia artificial en un futuro no muy lejano. Will Caster (el Johnny Depp que usa anteojos para darle aire intelectual y diferenciarlo del Depp de un cine pretendidamente pasatista) es un científico que experimenta con la IA. Hay un grupo de rebeldes que no ve con buenos ojos esos avances y bien pronto Caster descubre que una bala con radiación le dará una muerte agonizante. La tentación de experimentar en sí mismo -“subir” su conciencia a un programa- habla tanto de la inmortalidad como de creerse superior al resto.
El debutante Wally Pfister (director de fotografía de todas las películas de Christopher Nolan, de Memento a Batman, El Caballero de la noche asciende, y quien produce Transcendence) construye un universo, un imaginario futurístico en el que puede jugar con lo imprevisto. Pero lo baja, lo ancla a Tierra con la historia de amor entre Caster y Evelyn. Un papel al que la inglesa Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona, Atracción peligrosa) le otorga cuotas de romanticismo y entrega que el director debió valorar más.
El filme va desembocando en el thriller -la amenaza que siente el Gobierno de que Caster ingrese a todas las computadoras a través de Internet, para adquirir más poder y llegar a desequilibrarlo todo, desde Wall Street hasta el orden mundial-, y parece inverosímil. Pero ¿es esa inteligencia artificial verdaderamente Caster?
Pfister rodeó a Depp, quien pronto aparece más en pantallas de cristal líquido que en carne y hueso, y a Hall de un elenco de excepción. Paul Bettany es otro científico amigo de la pareja, y el que más desconfía. Y Morgan Freeman y Cillian Murphy son otro científico y el agente tras la búsqueda de Caster.
La presencia de Hall, Freeman y Murphy, que ya trabajaron con Nolan, y la sombra del director londinense de El origen en la producción hace meditar cuánto influyó, y cuál fue su peso en el resultado de la película. Lo que queda es un filme que conjuga ciencia ficción, thriller e historia romántica, con momentos de buena tensión y otros en que a Pfister se le escapa la tortuga.
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