San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Odisea polar en un trineo ‘verde’

  • El explorador Ramón Larramendi y su equipo completan en 49 días la primera circunnavegación de Groenlandia en un vehículo impulsado sólo por el viento

Los cinco miembros de la expedición posan junto al trineo eólico...

Los cinco miembros de la expedición posan junto al trineo eólico tras completar la circunnavegación de Groenlandia.TIERRAS POLARES

Tras pasar 49 días rodeados de hielo, el veterano explorador polar Ramón Larramendi y los cuatro miembros de su equipo se reponen ya de la fabulosa aventura que acaban de vivir en Groenlandia: han logrado completar la primera circunnavegación de esta isla, la mayor del mundo, a bordo de un trineo eólico. Con este vehículo, en el que llevan trabajando desde 1999, pretenden demostrar que es posible y rentable económicamente explorar científicamente zonas vírgenes del planeta causando un mínimo impacto ambiental.
Mapa de Groenlandia con el recorrido que siguieron por el interior de...

Mapa de Groenlandia con el recorrido que siguieron por el interior de la isla.

«Nuestro objetivo último es diseñar un trineo eólico un poco más grande que éste, con capacidad para seis personas, para que sea utilizado por España para realizar un proyecto de investigación estable en el interior de la Antártida oriental», relata a EL MUNDO por teléfono Ramón Larramendi el día siguiente de terminar la expedición, que comenzó el 3 de mayo y concluyó el 24 de junio.

Durante la travesía, a lo largo de la cual sólo se han encontrado con algunas aves, los exploradores batieron el récord de distancia recorrida en un día con un vehículo eólico que el propio Larramendi había establecido en otra expedición: de los 421 kilómetros a los 427 km. que recorrieron precisamente durante la última etapa del viaje, cuando ya habían «perdido la esperanza» de poder establecer un nuevo récord.

Han acompañado a Larramendi los ingenieros españoles Eusebio Beamonte y Manuel Olivera, que regresan a nuestro país este viernes, la danesa Karin Moe Bojsen y el groenlandés Hugo Svenson.

Los miembros del equipo manejaban el trineo por turnos.

Los miembros del equipo manejaban el trineo por turnos. TIERRAS POLARES

La parte más peligrosa de la expedición, explica, fue al inicio de la travesía: «Atravesamos una zona de grietas en el hielo. El viento soplaba fuerte e íbamos bastante rápido pero conseguimos salir de esa zona», relata.

Todos los integrantes de la expedición se encuentran en buen estado de salud y, según detalla Larramendi, el único problema de salud que ha surgido fue un dolor de muelas que sufrió Olivera: «Aunque no es algo grave, en una expedición así es una pesadilla», dice su compañero.

Han vuelto más delgados: «Aún no me he pesado pero he debido perder entre cinco y ocho kilos», calcula el explorador, que relata que entre las provisiones que llevaban había carne congelada y también alimentos deshidratados para los días en que estaban muy cansados para ponerse a cocinar, pues el manejo de las cometas con las que se desplaza el trineo resulta muy duro. Entre los productos más exóticos que han cocinado figura el buey almizclero y la liebre ártica. También prepararon bollería. El agua la obtenían derritiendo la nieve.

Interior de la base militar de EEUU abandonada Dye-3

Interior de la base militar de EEUU abandonada Dye-3

Larramendi se muestra muy satisfecho del rendimiento de su trineo, para cuya construcción ha tenido muy en cuenta las enseñanzas de los inuit, un pueblo con el que convivió en otra expedición y del que extrajo valiosos consejos para sobrevivir en territorios inhóspitos y aislados:«El balance que hacemos es muy positivo. El concepto funciona. Es increíblemente sencillo y eficiente. Y no contamina», asegura. No obstante, afirma que han tenido también tenido algunos problemas por exceso de carga: «Los hemos ido resolviendo, pero nos han hecho perder tiempo».

Asimismo, las malas condiciones meteorológicas que encontraron los tres últimos días y el escaso viento que sopló durante otras jornadas hicieron que la expedición tuviera que prolongarse cuatro días más de lo previsto inicialmente. Finalmente han recorrido un total de 4.300 kilómetros, frente a los 5.000 programados al inicio porque la ruta que iban a seguir sufrió algunas modificaciones. Por ejemplo, según explica Larramendi, no pudieron llegar a la antigua base militar estadounidense Camp Century, una estación de radar donde tenían previsto realizar mediciones para detectar si todavía quedaban restos de radiación procedentes del reactor nuclear que habían construido junto a ella.

Sí pudieron acceder a otra base militar, denominada Dye-3, que EEUU utilizó durante la Guerra Fría y ha estado en desuso desde hace 25 años. «Ha sido una de las cosas más surrealistas que hemos hecho en nuestra vida. Estaba prácticamente enterrada en la nieve y tuvimos que entrar por arriba y bajar cuatro plantas. Las paredes estaban llenas de hielo y todo estaba totalmente oscuro. Era como una película de terror. Había comida congelada, platos sin fregar y las camas sin hacer, tal como la dejaron sus ocupantes», describe el explorador.

Eusebio Beamonte, en el interior de la base militar Dye-3, cubierta de...

Eusebio Beamonte, en el interior de la base militar Dye-3, cubierta de hielo y en desuso desde hace 25 años.

La pérdida de hielo en Groenlandia

Pero por lo que respecta a la meteorología, lo más llamativo ha sido el buen tiempo que han encontrado durante el viaje, con temperaturas que han oscilado entre los -30º C de mínima y los 4ºC que encontraron a 2.300 metros de altura en la fase final del viaje, «una temperatura increíblemente suave». «El tiempo ha sido excepcionalmente bueno y estable. En mis 30 años de experiencia ártica nunca he visto algo así. Contábamos con que iba a hacer más viento y eso nos ha retrasado», explica.

Larramendi, que tiene casa en Groenlandia, donde pasa varios meses al año, y una agencia de viajes que organiza expediciones de aventura, ha sido testigo de cómo está cambiando esta región del planeta en los últimos años. Y en la expedición que acaba de concluir, en la que han recorrido parajes que no han sido explorados en muchos años, ha vuelto a constatar la continua pérdida de hielo, y que es especialmente visible durante el trayecto en avioneta desde Kangerlussuaq, donde empezaron y terminaron la expedición: «En 1986 recorrí la misma zona de Groenlandia en una expedición con esquíes, la primera en la que se cruzó el casquete polar de la isla. Era la misma época del año y recuerdo que apenas encontramos un río y un lago. Sin embargo, ahora hemos visto cientos de lagos y ríos. No me lo podía creer», afirma.

Durante toda la expedición, Manuel Olivera ha realizado zanjas en el terreno para recoger muestras de nieve que serán analizadas por científicos del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) con el objetivo de entender mejor lo que está ocurriendo en una de las zonas más vulnerables a los cambios en el clima.

Manuel Olivera tomando muestras de nieve para el Instituto Pirenaico...

Manuel Olivera tomando muestras de nieve para el Instituto Pirenaico de Ecología.

La convivencia

La convivencia ha sido buena, asegura, aunque en un espacio tan reducido siempre resulta complicada. La única mujer de la expedición Karin Moe Bojsen, por ejemplo, terminó bastante harta de sus compañeros masculinos porque «roncaban como osos» y no le dejaban descansar.

«Hemos convivido cinco personas de diferentes nacionalidades en un espacio de dos metros y medio por dos metros y medio,pero hemos sido bastante compatibles y somos un buen equipo», señala. Durante el tiempo libre del que disponían leían, escuchaban música y aprovechaban para enseñarse sus respectivas lenguas: «Era como una academia de idiomas», señala.

Ramón Larramendi (i) y Hugo Svenson, en el interior de la tienda.

Ramón Larramendi (i) y Hugo Svenson, en el interior de la tienda.

De vez en cuando aprovechaban las paradas para esquiar por los alrededores y también pudieron escuchar el partido de la final de laChampions entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Disponían de un teléfono satélite aunque su conexión a internet funcionó muy mal.

También hubo motivos para improvisar una fiesta. Manuel Olivera celebró celebró el 9 de mayo su 52 cumpleaños brindando con sus compañeros con ron y comiendo tortitas.

Y por supuesto, han disfrutado de unos atardeceres y amaneceres de gran belleza y de un paisaje muy especial: «Te encuentras en un desierto blanco que se asemeja a la Luna, sin gente, totalmente aislado, lo que invita a la reflexión. Es un entorno increíble que cambia cada día», resume Larramendi, que no regresará a España hasta el final del verano, que pasará en Groenlandia.TERESA GUERRERO Madrid

http://www.elmundo.es/ciencia/2014/06/28/53adb1e422601d09358b456c.html

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