Pirámide Informativa dialogó con el Padre Javier Olivera Ravasi quien hacía invitación a la disertación que el Dr. Héctor Hernández dará en la  Parroquia San Maximiliano Kolbe (3 de febrero 144) San Rafael  hoy martes 3 de junio y miércoles 4 junio a las 20.30.

  Pirámide Informativa: ¿qué puede decirnos de este intelectual?

  Javier Olivera Ravasi: El doctor Hernández es un reconocido abogado de Buenos Aires que se ha desempeñado durante años como Defensor Público en los tribunales de San Nicolás; pero no sólo eso: es un escritor incansable con casi dos docenas de libros escritos en materia de filosofía del derecho, derecho penal y, especialmente, de filosofía política. Es un católico practicante y no tiene temor en proclamarlo a cuatro vientos en una sociedad que desea ser “políticamente correcta”. Una de sus últimas contribuciones a la cultura, ha sido una valiosísima biografía acerca del profesor Carlos Sacheri, mártir de la guerrilla marxista en la década del ’70. 

 Pirámide Informativa: ¿Hablará sobre estos temas en sus conferencias?

 Javier Olivera Ravasi: Sí, ha venido a dar estrictamente dos conferencias: una será acerca de una obra póstuma del ya mencionado Sacheri y otra acerca de la concepción católica de la política, en la obra de un gran teólogo argentino como fuera el Padre Julio Meinvielle. Ambas conferencias son libres y gratuitas y están dirigidas al gran público, pues la idea es que la obra de estos dos grandes pensadores se difunda y salga del silencioso letargo en el que estamos sumergidos por el “relato” oficial.

 Pirámide Informativa: ¿Por qué dice usted que estos dos pensadores han caído en silencio oficial?

Javier Olivera Ravasi: En el caso de Sacheri ha sido claro: los mismos que lo mataron allá por el año 1974 lo expresaron, Sacheri venía denunciando la infiltración marxista en la Iglesia que tantas víctimas se cobró en esa dolorosa década, de un lado y del otro. No hay que olvidar que muchos jóvenes, quizás con las mejores intenciones, pasaron de las sacristías a agrupaciones armadas como Montoneros, FAP, etc. Su asesinato –un verdadero martirio– como así también el de otro laico católico asesinado en similares circunstancias, Jordán B. Genta, contradice hoy la “historia oficial” que intenta mostrar una historia tergiversada y tuerta de aquella época, dividiendo a las generaciones futuras con la misma dialéctica revolucionaria de antaño.

El caso de Meinvielle es análogo: Meinvielle es incómodo porque aunque hayan pasado más de 40 años de su muerte, sus libros siguen denunciando que la política, separada de Dios y de la verdad, es pura politiquería, puro partidismo.

 Pirámide Informativa:Me interesa esto que dice de la política: ¿Qué piensa usted, a la luz de estos principios, de la política que se lleva a cabo hoy?

 Javier Olivera Ravasi: A la luz de los principios católicos, que no son otros que los de la razón natural iluminada por la Fe, la política es la ciencia de la polis, es decir, de la ciudad, y la función del gobernante es dirigirla hacia el bien común, que podría resumirse en tres conceptos: asegurar la paz; permitir que todos puedan alcanzar un alto nivel de convivencia humana y virtuosa y que por la industria del poder público los ciudadanos alcancen abundancia de bienes materiales, culturales y espirituales.

Hoy vemos que la paz está amenazada por una inseguridad constante; que la convivencia es cada vez peor al enseñarse el vicio como política de estado y, por último, que los que se enriquecen son sólo unos pocos, haciéndose eco, quizás, de la sentencia de Orwell: “todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros…”.

Pirámide Informativa: Con estos conceptos, ¿no cree que la Iglesia se estaría metiendo en política?

Javier Olivera Ravasi: ¡Absolutamente! Cristo mismo llegó a decir que “hay que darle al César lo que es del César, pero a Dios lo que es de Dios”. Cuando los derechos de Dios están conculcados o cuando con prácticas de gobierno se dificulta el camino al Cielo, la Iglesia debe salir a iluminar y recordar los principios de siempre; quien afirma de modo absoluto y sin hacer ninguna distinción que “la Iglesia no debe meterse en política”, no sólo es un hipócrita sino también un ventajista. Un hipócrita porque no cumple con lo que profesa; se dice tolerante y democrático pero no tolera más que el pensamiento único y un ventajista porque no quiere ser contradicho en alguna de sus prácticas. Además como dijo el Papa Francisco, hay que ir a las “periferias existenciales” y una de ellas, la más alejada de todas, la Cenicienta de las artes, es la política.