En los últimos días se conocieron en el país dos casos de violencia escolar estremecedores. El primero ocurrió en Junín de Buenos Aires, allí una adolescente de 17 años murió tras la golpiza que le dieron a la salida de la escuela sus propias compañeras. Luego, llegó el turno de una nena de 8 años que padeció una situación muy similar en manos de estudiantes de 12 años dentro del establecimiento escolar, al que asiste en Berazategui, y está internada en grave estado con un coágulo cerebral.
Mendoza no quedó ajena a estas situaciones, porque durante la tarde de este miércoles, un alumno de 13 años llevó un revólver calibre 32 al colegio Arturo Illia, en Guaymallén, aparentemente, para amedrentar a un compañero con el que tenía diferencias. Profesionales de la salud mental, docentes y padres hablan de una «naturalización de la violencia» y preocupa que una tragedia enlute la educación provincial.
“Hace tiempo venimos anticipando esta situación. Hicimos una investigación y lo que más nos sorprendió fue esta violencia sin razón. Las explicaciones que te brindan los estudiantes sobre este tema es que recurren a los golpes porque la víctima ‘se cree más linda’, ‘me mira mal’, ‘se hace el vago’, entre otros motivos”, explicó Nancy Caballero, presidenta de la Asociación Argentina de Salud Mental.
La profesional agregó que lo grave de esta situación es que tanto chicos como adultos han incorporado la idea de que la única forma de resolver conflictos es a través del maltrato o intimidación. “No contemplan siquiera la posibilidad de solucionar problemáticas a través de la palabra, se ha desvalorizado el poder del diálogo mientras que la violencia se ha ido naturalizando”, dijo.
Según Caballero, también licenciada en Psicopedagogía, estas peleas que se dan en las escuelas son organizadas y se trata de una demostración de poder, lo que se conoce como la “ley del más fuerte”. Hay grupos y, en consecuencia, hay bandos. Cada conjunto tiene un líder que expresa una necesidad imperiosa de sentir que domina a otros.
“En términos generales, estos líderes tienen un ‘yo’ débil porque el poder lo obtiene intimidando o golpeando a otro niño o joven quien, generalmente, tiene un perfil más introvertido o que no considera tan fuerte como él”, señaló Caballero.
La responsabilidad de la familia
Lo cierto es que la familia del niño o adolescente tiene la mayor responsabilidad en estos casos, dado que los valores se aprenden en casa. No obstante, influye el grupo de compañeros que forme dentro de la institución.
“Los valores se aprenden en el seno familiar. Sin embargo, existe este mandato del grupo en la escuela que si decide burlarse o atacar a otros, todos los miembros deben hacerlo en caso contrario sos un enemigo. Otro punto llamativo es que cuando se arman las trifulcas, los estudiantes que las presencian, lejos de intentar calmar la situación, filman con sus celulares lo que sucede y lo publican en las redes sociales y después se viralizan estos actos violentos”, señaló la directora de la Asociación Argentina de Salud Mental.
Los últimos casos resonantes de violencia escolar también preocupan a los padres quienes opinaron que los profesores y directivos tienen las manos atadas ante estas situaciones por lo que sus hijos están a su suerte dentro del establecimiento.
Griselda Cornejo, mamá de una niña que asiste a segundo año en la primaria Tomás Godoy Cruz de Ciudad consideró que el problema es el sistema educativo “porque los chicos tienen que estar en las escuelas y las autoridades están atadas. No se pueden tomar medidas, ya no existen las sanciones. Creo que la política es aguantarlos dentro del colegio como sea”, expresó la mujer quien agregó que “la ley del más fuerte se ha impuesto como una moda, lo ven como algo natural”.
Otra madre que sumó su testimonio fue Elena Alberti cuyo hijo, Franco, asiste a la misma institución. “Él tiene un compañero violento que amenaza con pegarle todo el día. Se levanta de su banco, va hacia el de mi hijo y atina a golpearlo con el puño cerrado y se detiene justo antes de tocarle la cara. Entonces una como mamá le dice que se defienda, pero a veces eso genera más violencia, es un tema difícil de tratar con los chicos porque reaccionan en ese momento”, contó la mamá.
“Igualmente, creo que todo se aprende en casa. Por ejemplo, Franco no tiene papá, yo soy mamá soltera y trato de educarlo lo mejor que puedo, considero importante la buena crianza no hay excusas”, dijo.
La visión de los docentes
Los maestros y profesores son quizás los que ven a diario estas situaciones y admitieron que poco pueden hacer para detenerlas. Además, consideraron que la apatía de algunos padres no ayuda a que el panorama mejore.
“Los docentes no podemos intervenir dentro del colegio y mucho menos fuera de éste. Pienso que la educación pública contiene a los chicos al punto de aguantarlos lo más que puedan y a este contexto se suma la apatía de algunos papás”, opinó Gastón Morales, profesor de Historia en un colegio secundario de Godoy Cruz. Y agregó: “Las peleas pueden tener cientos de motivos, hay algunos que trasladan los códigos de la cancha a la escuela. Por eso creo que el entorno familiar es muy importante porque condiciona mucho al chico y luego el grado de formación del docente para contener y seguir guiando”.
Julia Segura es profesora de Matemáticas en dos escuelas secundarias, una pública y otra privada, y coincidió en las declaraciones de su colega en cuanto a la intervención docente en conflictos de violencia escolar.
“El docente no puede hacer nada. Quitaron las amonestaciones, tienen un sistema de puntos que van perdiendo con cada falta pero, a su vez, pueden ir recuperándolos con actividades reparadoras; entonces, el alumno nunca queda libre. Los estudiantes saben que no pueden ser expulsados por disciplina y, a veces, los padres defienden actos indefendibles. Todo esto es muy desalentador para un profesor porque querés solucionar conflictos y no tenés forma de hacerlo”.
La profesional sumó que, en su opinión, “está de moda” hacerse el violento y que muchos buscan un reconocimiento a través de estas peleas que también graban y comparten en las redes sociales y, de esta manera, “parecen actos normales, cotidianos y no tiene que ser así”, dijo.
La visión oficial
Por su parte, desde la Dirección General de Escuelas (DGE) enfatizaron que, afortunadamente, en Mendoza aún no se registran estos casos de golpizas brutales en las escuelas. No obstante, reconocieron que se viven hechos de características violentas y que trabajan para solucionarlos a través de distintas herramientas.
“Vivimos en un mundo violento en el que existen serias dificultades para aceptar las diferencias y escuchar al otro. Por esto es que se toman herramientas violentas para la resolución de casos. Los adultos tenemos influencia sobre los niños por lo que es importante inculcarles buenos valores”, manifestó María Rosa Sfeir, titular de la Dirección de Orientación y Apoyo Interdisciplinario a las Trayectorias Escolares (DOAITE).
La funcionaria agregó que la DGE está comprometida con esta situación y por eso lleva adelante una serie de iniciativas que consisten en trabajar para mejorar las relaciones conflictivas y mantener aquellas que son positivas. “En Mendoza implementamos la política de convivencia escolar, protocolos y guías para trabajar ante un conflicto de este tipo”.
En cuanto a la autoridad de docentes y directivos de las escuelas, Sfeir explicó que las amonestaciones se sacaron porque es un sistema que ya no respondía a la realidad en la que se vive actualmente. “Era una sanción ineficaz porque el alumno llegaba a 20 y se quedaba afuera. Por eso pensamos en nuevas formas de autoridad como el puntaje que otorga al estudiante la posibilidad de tomar conciencia de que lo que hizo no estuvo bien y puede repararlo”, indicó la funcionaria del Gobierno escolar.
Fuente: El sol
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