La intempestiva salida de Ramón Díaz provocó que el proyecto futbolístico del presidente Rodolfo D’Onofrio saliera a la luz. Hasta acá, la actual conducción de River se adaptó a una situación heredada: recibió de la gestión anterior al entrenador riojano y apenas incidió en el armado del plantel, ya que el pasado mercado de pases permitía la contratación de dos refuerzos: acertó con Cavenaghi, líder y goleador del campeón -la negociación fue prácticamente una imposición del técnico-, aunque el delantero futbolísticamente no estuvo en un altísimo nivel; hizo una apuesta al sumar a Urribarri, pero el defensor no integró el banco de suplentes en los 19 partidos del torneo. Así, la figura de Enzo Francescoli, el secretario técnico que eligió el presidente, no tuvo exposición, aunque el uruguayo fue el nexo entre el Pelado y los dirigentes, y también el encargado de escuchar los reclamos y las sugerencias del plantel. Las visitas a los entrenamientos y a la concentración fueron frecuentes, la mejor manera de enseñar una armoniosa convivencia con Ramón, que siempre lo observó con recelo.
Sin Ramón, el gran paraguas protector cuando la impaciencia del hincha intranquilizaba, será Francescoli quien cargará con el peso de las decisiones. El ídolo tendrá la exhibición a la que siempre rehuyó y su consejo influenciará al tomar una resolución. Fue el vicepresidente 1° Jorge Brito quien no tuvo reparo en comentar el papel que desempeñará: «La opinión de Francescoli será determinante en la elección del próximo director técnico», señaló el banquero. D’Onofrio, en el cierre de la exposición ante los medios, dejó sentado cuál es su pensamiento acerca de lo que ocurrió y de lo que vendrá: «La historia de River es riquísima: que nadie se equivoque, esto recién empieza».
Con ropas oscuras, de aspecto sereno y meditabundo, el uruguayo escuchó el mensaje de D’Onofrio y luego tomó la palabra. Al igual que durante la pretemporada en Tandil, no apeló a un discurso encendido. «Es simple y corto lo que tengo para decirles: por el momento nos vamos a tomar un tiempo. Hay que pensar cuál puede ser el técnico que suceda a esta gran labor», explicó sobre el futuro y la finalización del ciclo de Ramón.
No dio nombres, pero Marcelo Gallardo es la prioridad, aunque no fue la primera opción que deseaban en Núñez, donde Ricardo Gareca era el que seducía a todos. El Muñeco ayer se reunió en San Pedro con emisarios de Newell’s, algo que ya estaba pautado, y ahí Gallardo se sinceró. River es su debilidad y no deberían asomar complicaciones para que se convierta en el sucesor de Ramón.
La relación entre el Muñeco y Francescoli siempre fue aceitada; es un hombre que se forjó en el club, que reconoce las reacciones de la gente. Que River sea la primera experiencia como técnico en el país no resulta una mochila: en River dieron sus primeros pasos Passarella, Ramón, Astrada… y todos terminaron festejando títulos.
De bajo perfil, obsesivo durante los entrenamientos, de diálogo fluido con los jugadores, tiene las características que prefieren Francescoli y D’Onofrio para robustecer el lema River vuelve a ser River . En su desempeño en Nacional, de Uruguay, el Muñeco enseñó también convicciones para explicarle a un histórico como Álvaro Recoba que su desequilibrio era mayor saltando desde el banco de los suplentes. El estilo de juego que utilizó en Uruguay fue un clásico 4-4-2, aunque según la jerarquía del rival dispuso un 4-3-3.
«Mi relación y me identificación con River es muy fuerte y sé que en algún momento me va a tocar. No sé cuándo, pero en el momento en que me toque, espero estar preparado», dijo Gallardo a El Gráfico, hace tres meses. El turno del Muñeco en Núñez se acerca; también será el comienzo del modelo futbolístico que liderará Francescoli.
Fuente: Canchallena
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