San Rafael, Mendoza viernes 29 de noviembre de 2024

Cifras en caída: diez números que generan desconfianza

supermercadosHay una manera de acotar la discusión sobre la economía no sólo de la Argentina, sino de cualquier país del mundo: utilizar cifras. Ahora bien, cuando los números de los privados son tildados de grafismos desestabilizadores y golpistas y los que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) están sospechados de confeccionarse a medida , aquella posibilidad de debatir sobre argumentos concretos se hace complicada.

Sin embargo, como en todo planteo, siempre hay una manera de transitar por el medio, por la cada vez más estrecha cornisa de los consensos nacionales. LA NACION tomó diez indicadores de la economía que han sido publicados por agencias del Gobierno o en su caso, que son recuentos nominales de operaciones de compra y venta. Ambos universos tienen una característica en común: no fueron cuestionados desde la Casa Rosada. 

El dólar oficial está quieto; las reservas suben; se desploma el sector automotor y se contrae la actividad industrial. Se venden cada vez menos inmuebles mientras los precios de la construcción suben a rango de 30% anual. Se exporta menos, se importa más y, claro está, el saldo positivo comercial desaparece. Se generan cada vez menos empleos y se pierde recaudación por cargas a la seguridad social.

Después de repasar esta pintura, las palabras que surgen son prácticamente similares: necesidad de dólares, expectativas no demasiado alentadoras para el corto plazo, alta inflación y consumo postergado. Para algunos, esta coyuntura es recesión; claro que, para otros, es una exageración hablar de semejante problema económico. Pero para todos, en mayor o menor medida, la economía de la Argentina cruje llena de fuertes desequilibrios que le impiden no sólo crecer, sino mantenerse.

Todos los economistas que opinan en esta nota recibieron por correo electrónico diez indicadores que muestran diversos puntos de la economía de la Argentina (ver infografía). Y luego vino la lectura de lo que veían en sus pantallas.

 

«Lo primero que se puede ver es que hay recesión. Y esto lo digo porque hay muchos indicadores que ya mostraban esto hacia fines del año pasado. A pesar de que las condiciones externas son favorables, esto técnicamente es recesión», dijo sin dudar Daniel Marx, ex secretario de Finanzas y actual director ejecutivo de Quantum Finanzas.

Muy cerca de esa visión está Eduardo Fracchia, director del área de Economía del IAE: «La desaceleración del PBI comenzó en el segundo semestre de 2013. Se advierte en la información el año recesivo».

Diversa como pocas, la ciencia económica siempre encuentra otra visión sobre el mismo asunto. Del otro lado de la biblioteca, Agustín D’Attellis, economista de la agrupación kirchnerista La graN maKro, tiene una visión totalmente opuesta, aunque, claro está, reconoce algunas fricciones. «Me gustaría aclarar que si bien la industria atraviesa una caída importante, la economía argentina no se encuentra en recesión como algunos pretenden instalar. Para que esto ocurra tienen que confirmarse dos trimestres consecutivos de contracción en la medición de PBI y esto no ocurrió. Ni siquiera un trimestre negativo tenemos», dijo el economista.

El primer indicador con el que se toparon los economistas es la inflación que arroja 11,9% en los cuatro primeros meses del año, según el Indec, y 15% de acuerdo con el índice que dan a conocer los diputados de la oposición en el Congreso. «Se mida con el indicador que se mida la inflación se desacelera. Eso sí, la inflación del primer cuatrimestre de 2014 es más alta que la de similar período de 2013, aunque es verdad que no existía entonces el IPCnu, pero hoy el IPCnu indica mayor inflación acumulada que lo que daba el primer cuatrimestre de 2013 a la inflación Congreso», dice Martín Tetaz.

Ahora bien, sostiene Enrique Dentice, la desaceleración de la inflación tiene que ver con una importante caída del consumo. «Se dio una importante contracción en los consumidores y eso explica gran parte de la baja de la inflación. Dicho esto, le digo que no hubo políticas antiinflacionarias. Lo único que se hizo es el programa Precios Cuidados. Pero eso no sirve para bajar la inflación; apenas es un sistema de precios de referencia», dijo el economista.

Justamente la inflación a la baja y la caída del consumo llevan a otro cuadro que muestra la contracción de los consumidores: la caída en los patentamientos de vehículos 0 kilómetro. Según datos de la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara), en los primeros meses del año se vendieron en las concesionarias argentinas 272.000 vehículos frente a los 333.065 del mismo período del año pasado, lo que significa una caída de 18%. Claro que la tendencia es lo que más preocupa: en abril, esa merma llegó a 35,5 por ciento. Dentice les encuentra sentido a estas cifras al relacionarlas con las expectativas de los consumidores. «Aparecen aquellos llamados consumos postergables y eso está directamente ligado a las expectativas de los consumidores. Como no son buenas, entonces los agentes prefieren no gastar», opina Dentice.

Tetaz, un economista muy didáctico que acaba de escribir el libro Psychonomics, aporta el ejemplo al asunto: «El hecho de que el ajuste se haga sobre la compra de bienes durables y no sobre el gasto corriente [alimentos y bebidas, salidas, servicios, etc.] tiene que ver con que los consumidores minimizan el impacto negativo del ajuste en su calidad de vida, por lo que postergan cambios de electrodomésticos, autos y arreglos de la casa, en tanto y en cuanto pueden seguir disfrutando de los autos, electrodomésticos y casas que ya tenían. No es lo mismo reducir salidas o resignarse a no tener un bien o servicio, que postergar el cambio de un bien que, de todos modos, aún disfrutan».

Marx también adiciona una cuestión. «Si el Gobierno solamente hubiera hecho la devaluación, tendría un problema en la compra de autos por el cambio en los precios de los vehículos. Pero además les agregó el impuesto [a los autos de más de 140.000 pesos] y entonces frenó la industria», completa.

Brasil y su caída en la demanda de autos argentinos es un punto que sumó D’Attellis. Según su visión, gran parte de lo que aquí sucede se debe a la coyuntura del socio mayor del Mercosur y al impuesto interno. «Sin embargo, creo que el propio sector debería hacer un mea culpa, ya que su reacción exagerada en enero en cuanto al traslado a precios de la devaluación, consecuencia de un comportamiento especulativo y previendo que algo peor iba a pasar, jugó contra su propia demanda y hoy frente a este escenario rápidamente pretenden trasladar el ajuste a los trabajadores», finaliza.

CONSECUENCIAS EN LA INDUSTRIA

Semejante contracción del consumo, claro está, provocó inmediatamente consecuencias en el entramado industrial. La cadena automotriz sintió el impacto directo bajo la línea de flotación. El mes pasado, las terminales fabricaron 20% menos de autos que el mismo período del año pasado y empezaron los problemas en la cadena de valor del sector.

La merma en la producción se vio reflejada en otro indicador oficial. El Estimador Mensual Industrial del Indec no pudo maquillar el problema: los datos de abril arrojaron una contracción de 6% en el índice frente al mismo mes de 2013. José Urtubey, uno de los vicepresidentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) y director de Celulosa Argentina, dijo a LA NACION que las expectativas de la entidad fabril no son alentadoras para este año. «Nos preparamos para un año de caída.»

Marx se pregunta cómo dar vuelta este esquema de contracción generalizada. «Hay un problema. En condiciones normales, uno debería esperar que el sector privado reaccione en momentos en los que está agotada la capacidad de gasto público adicional del sector público. Eso requiere confianza por parte del sector privado. Pero sucede que éstos están renuentes por todo lo que pasó en los últimos años. Entonces la cosa es compleja: el Estado no tiene capacidad de sacar la situación adelante con más gasto adicional y los privados se quedan quietos.»

No sólo sufre la industria. La construcción, motor de años de expansión, también frenó y otro indicador oficial no tuvo más remedio que reflejarlo. El Indec dio a conocer el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) y en el primer trimestre cayó 2,6%. «El sector aumentó en 2013, pero considero que este año irá a la baja, ya que tanto las obras públicas como las privadas están con poco incentivo, dada la incertidumbre que hay», dice Fracchia.

D’Attellis es optimista, aunque reconoce un momento complejo: «El plan Procrear es una buena medida de política económica que ayuda a sostener la actividad en el sector. Hay crecimiento proyectado para la obra pública este año y eso ayudará».

La caída de la construcción y de la industria, entre otros ramos, ya empezó a provocar despidos y frenó la creación de empleo. Otro dato oficial, en este caso de la AFIP, da cuenta de que la recaudación por aportes a la seguridad social, que son los que hacen empleados y empleadores en relación de dependencia, subió en abril 19% en su comparación interanual, mientras que la recaudación general lo hizo 37%. «En lo que se refiere a impuestos al trabajo se percibe un descenso asociado a la dinámica laboral con menor salario real y mayor desempleo», aporta Fracchia. Ojo, este párrafo.Ojo, este párrafo.Un informe del Banco Ciudad muestra que si a ese porcentaje se le aplica la actualización por inflación, pues ese tributo reporta una caída en términos reales de 14% en el primer trimestre del año.

Como si este panorama interno fuera poco, sucede que en este inicio de 2014 se exporta menos y se importa más. Así lo refleja el Indec que mostró en marzo una caída de 95% en el superávit comercial que mostraron las cuentas públicas el año pasado.

El economista Ariel Coremberg, un profesor de la UBA que está a cargo del proyecto Arklems, una iniciativa que investiga la productividad y la competitividad de la economía argentina en coordinación con un equipo de la Universidad de Harvard, dice que en los últimos años los cálculos de crecimiento estuvieron sobreestimados. Mientras los economistas hacen cuentas, el Indec no deja de reconocer el parate. El viernes publicó el índice que sigue la actividad económica (EMAE). Allí se registró una caída del 0,9% en marzo respecto de igual mes del año anterior. «Para nosotros -dice Coremberg-, el indicador de actividad Arklems UBA da recesión de -1,5 por ciento. El Indec aún sobreestima las cifras.»

La pregunta es cómo salir de esto. Y Coremberg arriesga una respuesta. «Hay que ganar credibilidad. Pero la posibilidad de recuperarla se torna lejana y aún formidable para el próximo gobierno», dice.

Entonces, habrá que esperar. Y mirar las cifras y preguntarse si vale la pena o no discutir si este panorama es recesión o no. O en su caso abandonar la economía y sus estadísticas. Y mirar el bolsillo. Y toparse con la verdad. Fuente:Por Diego Cabot | LA NACION

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