San Rafael, Mendoza viernes 03 de mayo de 2024

Carlos Villagrán: “Decidí jubilar a Quico porque ya tengo 70 años”

quicoHace 43 años Carlos Villagrán se enfundó en un traje de marinerito, infló sus cachetes, puso su voz aguda y le dio vida a Quico, uno de los personajes más queridos y recordados de “El chavo del 8”, la tira que creó el escritor y humorista mexicano Roberto Gómez Bolaños.

El año pasado, Villagrán se sacó por última vez el traje y arrojó la pelota inflable, jubilando así a uno de los personajes infantiles que marcaron la infancia de varias generaciones latinoamericanas.
 
«En algún punto fue sencilla la decisión, ya que a pesar de que era un adulto caracterizando a un niño, hoy tengo 70 años. Decidí despedirme de la gente estando aún habilitado, físicamente hablando, para poder hacer ese Quico y no tener contratiempos… Poder entregar un personaje completo, para que la gente que paga vea al Quico de toda la vida», cuenta Carlos Villagrán desde su residencia en México.


Pasaron más de cuatro décadas, pero Villagrán recuerda como si fuese ayer aquella primera vez. 

«Fue en un sketch que duraba 10 minutos que se llamaba ‘El Chavo del 8’, por estar en el flamante Canal 8 y que estaba dentro de un programa de humor. Ese día Roberto Gómez Bolaños me dijo que iba a hacer de niño. Yo venía de una obra de teatro en la que hacía de un niño y que Roberto había ido a ver. Cuando llegué al estudio, le pregunté cómo quería que hablase, y él me dijo que igual que en la obra, con los cachetes inflados», rememora imitando la voz chillona de Quico.

El efecto fue inmediato y el segmento creció de una manera insospechada. «Llegó a ser la estrella del programa y justo se fusionó Canal 8 con otra emisora y se creó Televisa. Ya entonces nos dijeron que querían hacer un unitario de media hora. Si bien al principio era a nivel local, luego pasó a verse en todo México, después Centroamérica, luego el Caribe y ya en 1977 en Sudamérica, incluyendo la Argentina, donde se estrenó en ATC», cuenta Villagrán con una memoria admirable.

“El Chavo del 8” es un auténtico clásico y las repeticiones del ciclo siguen midiendo tan bien que se ha convertido en un verdadero caballito de batalla para los canales que poseen los derechos. ¿Por qué la vigencia? 

Villagrán ensaya una respuesta: «La primera cualidad es que es muy sano. No decíamos groserías, no promovíamos el sexo, no hacíamos de borrachos… Si se quiere, eran puras tonterías, pero bien hechas. Otra cualidad es que los personajes existen en la vida real, en un edificio cualquiera hay un Don Ramón, una Doña Florinda, un Chavo. Mientras no nos deshumanizáramos, el programa podría durar toda la vida. La clave, definitivamente, fue hacer reír a la gente. Somos cómicos haciendo reír, ese fue nuestro cometido».

¿Bonita vecindad?

Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, fue el creador, director y guionista de “El Chavo del 8”. Carlos Villagrán ha tenido con él una relación tensa. Luego de años de éxito y felicidad, la pelea por los derechos del nombre (que lo obligó a renombrarse como Kiko en Latinoamérica) derivó en la salida abrupta del programa y una batalla legal que nunca pudo ganar.

Por estos días, el delicado estado de salud de Gómez Bolaños lo lleva a Villagrán a tener sensaciones encontradas sobre la figura del gran humorista. 

«Después de tantos años, no guardo ningún tipo de rencor. Hay que ser bueno, honesto con uno mismo y humilde», arranca diciendo con calma antes de recordar el fallido intento de reconciliación que propició años atrás. 

«El primer homenaje que hicieron fue en el año 2000. Yo estaba viviendo en Colombia y el hijo de Chespirito me localizó y fuimos a comer. Entre otras cosas, en ese almuerzo me confesó que, a pesar de que su padre era el Chavo, su ídolo era yo. Le dije que iba al homenaje sin problema, aunque me parecía que la estrella era el programa en sí, éramos todos. Y si le hacían un homenaje a él estaba bárbaro, pero me parecía que debía haber un reconocimiento a todos nosotros porque no fue un programa de un solo hombre. Así y todo, fui animado y me hicieron una traición».

Villagrán cuenta que en esa ocasión lo «escondieron en una oficina mientras daban una conferencia de prensa y me sentaron en una de las últimas mesas en el salón. Cuando terminó todo, un edecán me dijo que podía pasar a saludarlo, y cuando me levanté toda la gente, absolutamente toda, empezó a corear «¡Quico, Quico!» Cuestión que lo editaron y lo sacaron del programa».

-¿Y qué sucedió cuando se vieron cara a cara con Chespirito?

-Llegué cerca de Roberto, le toqué el hombro, él se dio vuelta y pude ver en sus ojos que le dio mucho gusto que yo hubiera ido, y me dijo: «¡Estás igualito!». Le di un beso y un abrazo, y eso fue todo lo que pasó. Luego vino un segundo homenaje, al cual ni siquiera me invitaron.

-¿Hubiese ido?

-Claro, respeto siempre le he tenido, no me cuesta ningún trabajo abrazar a Roberto y decirle: «Hola, maestro, te quiero, siempre te quise». Fuimos compañeros toda la vida e hicimos reír al mundo. Hay cosas que se superponen a todo lo malo que pueda existir, yo no hice absolutamente nada malo.

-Entonces, ¿qué ocurrió entre ustedes?

-En los tiempos dorados del programa todos teníamos hambre, hambre de triunfo, y él vio la oportunidad de registrar todo a su nombre y se quedó con todo. Yo no recibo ni un centavo de todo lo que se vende en más de 17 países: revistas, pantuflas, camisetas, pelotas, llaveros, muñecos coleccionables, discos, títeres, lámparas… de todo. Yo me di cuenta que el motivo de él fue el dinero, yo decidí apartarme y lo dejé ser.

-¿Qué sabe hoy de Gómez Bolaños?

-Se ha vuelto multimillonario, pero come y se ahoga, ya no puede comer, vive en Cancún por la altura. Está muy mal. Yo le aplaudo todo lo bueno que hizo, y que hicimos. Yo he intentado acercarme y ellos no me reciben la llamada.

-¿El público tomó partido alguna vez?

-El público es el que me califica, el que me juzga. Por ejemplo en la Argentina, en la ciudad de Rosario, un día fui a comer y un niño se acercó y le dijo al mozo: «Dejame tocar el cielo con las manos». Me hizo llorar, la vida me ha regalado una cantidad enorme de cosas y soy exageradamente agradecido.

-¿Sigue viendo a los otros actores del programa?

-A María Antonieta de las Nieves (Chilindrina), luego de 30 años de no vernos, me la encontré en Los Ángeles. Nos dio mucho gusto y ahí renació la amistad, nos escribimos y nos vemos. Rubén Aguirre (el Profesor Jirafales) está apartado totalmente y vive en una ciudad lejana (Puerto Vallarta), y el Señor Barriga anda haciendo telenovelas por otros países.

-Don Ramón se ha vuelto un mito. ¿Qué relación tuvo con Ramón Valdés?

-Tuvimos una gran relación, en las giras nos tocaba juntos. Éramos los más sencillos, los otros eran más nariz parada… Nosotros nos juntábamos con la chusma (ríe). Rodrigo Rojas (LVI)

Fuente: Diario Los Andes

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