Los desechos recogidos del agua el pasado fin de semana en el océano Índico sur, a 1.850 kilómetros al oeste de la ciudad australiana de Perth, no pertenecen al vuelo MH370, según informó la Autoridad de Seguridad Marítima Australiana (AMSA). “Parecen ser equipos de pesca y basura en la superficie del mar”, afirmó un portavoz de AMSA citado por France Presse.
Pese a la intensa búsqueda de varios países por mar y aire, de momento no se ha encontrado ningún resto del avión.
En los últimos días, los satélites de varios países detectaron centenas de objetos flotantes, pero la bravura de las aguas australes donde se lleva a cabo la búsqueda ha complicado las tareas, suspendidas en dos ocasiones desde el martes.
El domingo participaban en la búsqueda ocho buques y diez aviones militares de siete países: Australia, China, Malasia, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y USA.
La búsqueda se extendió a fines de esta semana a una nueva zona, de 319,000 km2, a unos 1.850 km al oeste de Perth. La decisión se tomó a raíz de un nuevo cálculo de la trayectoria del avión que, falto de carburante, habría caído al océano Índico antes de lo estimado previamente.
El 8 de marzo, el vuelo MH370 que salió de Kuala Lumpur con destino Pekín se desvió de su trayectoria por una razón desconocida, y tiró para el oeste, hacia el estrecho de Malacca. Los radares lo perdieron en ese momento y, lo que se sabe hasta ahora, es que el avión siguió volando varias horas hacia el sur, sobre el océano Índico.
Las marchas y contramarchas informativas alrededor de la búsqueda no hacen más que confirmar las teorías conspirativas. Una de las más fuertes tiene que ver con el secuestro del avión mediante un complejo sistema de bloqueo electrónico de señales electromagnéticas y un control remoto de la aeronave. La razón: desaparecer a cuatro titulares de una costosa patente compartida con una corporación multinacional, Freescale Semiconductor.
En consonancia con esa teoría, miembros de la inteligencia rusa sostienen que el avión podría haber sido llevado a la base en aérea Diego García, en un archipiélago en el Océano Índico, que funcionó en el pasado como un punto clave para la invasión de Afganistán.
Y la versión rusa tiene cierto asidero ya que, según publicó el portal malayo Berita Harian, la policía encontró en la casa del piloto Zaharie Ahmad Shah, de 53 años de edad, un simulador de vuelo, algo que podría resultar normal para cualquier piloto.
Lo curioso es que «los programas de simulación se basan en pistas de aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de Male, en Maldivas, el aeródromo Diego García que pertenece a EE. UU. y otras tres pistas de aterrizaje en la India y Sri Lanka, todas ellas de 1.000 metros de longitud», según afirmaron fuentes de la investigación.
Aunque el ministro de Defensa, Datuk Seri Hishammuddin Hussein, descartó que el avión hubiera aterrizado en esa base militar, todavía se sigue una línea de investigación referente a este emplazamiento basándose en los datos encontrados en el “software” del simulador de vuelo de Zaharie
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