No pudo San Lorenzo. Tenía una de las tantas oportunidades que este torneo otorga para recibirse de candidato y no la aprovechó. Empató sin goles y con poco fútbol ante Newell’s y no logró saltar al segundo escalón. El empate también fue una demostración: la doble competencia le está pasando factura. El equipo de Edgardo Bauza -ahora que todos los partidos de la Copa comienzan a ser definitorios- apenas sumó dos puntos de los últimos nueve posibles en el ámbito local.

San Lorenzo lo sabía desde antes de mostrarse ante su gente bajo el cielo del Nuevo Gasómetro: el partido era la oportunidad para relanzar su candidatura en el torneo Final, para volver a creer que el horizonte del bicampeonato es una posibilidad cierta. Sin embargo, desde el banco el técnico ofreció un mensaje: incluyó diez cambios respecto del duelo sin goles frente a Boca, en La Bombonera. Un síntoma: la prioridad es la Copa Libertadores, ese territorio en el que San Lorenzo volverá a escena el miércoles contra Gremio, en el Bajo Flores. Otro síntoma: el cuerpo de los protagonistas principales comienza a exhibir las consecuencias de un calendario bravo.

Newell’s está en otra búsqueda: vive días de transición y de reconstrucción. En cualquier caso, mantiene -en términos del juego- la vieja idea impulsada por Gerardo Martino. Y así trata de ofrecer una versión que lo acerque a sus días no tan lejanos de protagonismo y victorias.

Entre uno y otro, de todos modos, compusieron un partido propio de este torneo repleto de irregularidades, de imprevistos, de equipos proclives a los tropiezos, de encantos escasos. Lo del primer tiempo fue un anticipo: San Lorenzo mostró su valiosa capacidad defensiva, la interesante aparición del mediocapista Facundo Quignon y sus dificultades creativas cuando las individualides relevantes no aparecen. Newell’s exhibió que no alcanza con sostener una idea; también es necesario que los protagonistas estén en buen momento para ejecutarla. Al equipo que ahora conduce Ricardo Lunari le está faltando esa segunda parte del libreto. A pesar de eso, Newell’s consiguió ser más profundo que el local en la primera mitad, sobre todo a partir de las apariciones Alexis Castro por la izquierda. Las llegadas de San Lorenzo estuvieron vinculadas con errores ajenos. La más clara, a los 37, nació de una osadía de Nahuel Guzmán, quien la quiso picar por encima de Nicolás Blandi. De esa intercepción casi sucede el primer grito de la noche.

Bauza advirtió que, más allá de la velocidad de Héctor Villalba, necesitaba de sus futbolistas más valiosos para obtener ventajas en el juego. Los cambios que realizó en la primera mitad del complemento dan cuenta de esa observación: mandó al campo a Ignacio Piatti, a Angel Correa y a Juan Mercier. Tres titulares sin discusión. Con ellos fue tras los pasos de la victoria. Y así, con las pequeñas sociedades que ellos construyeron, se asomó a esa posibilidad. Estuvo más cerca del triunfo que en el primer tiempo.

Sin ser una maravilla, el equipo de Bauza fue más prolijo y más intenso. Pero falló en un aspecto clave: la definición. No fue claro al momento de definir. Villalba, Matos, también Correa dilapidaron situaciones muy claras ante el arco visitante. Nunca nadie consiguió empujarla. Del lado de Newell’s -ya más parado para el contraataque- tampoco hubo claridad. En esa cuestión de las áreas, en esa dificultad compartida, se explica el cero en cada lado. Ese empate que no cambia nada.

Fuente: Canchallena