La agresiva política de absorción de pesos que viene llevando adelante el Banco Central enfrentará una importante prueba en mayo. Sucede que en las cuatro licitaciones de Lebac que llevará adelante ese mes tendrá que absorber nada menos que $ 25.000 millones. La cifra se debe a que se trata de títulos colocados entre fines de enero y a lo largo de todo febrero, a un plazo promedio de 90 días, por lo que ahora la entidad que preside Juan Carlos Fábrega tiene dos alternativas: renovar los vencimientos o emitir los pesos para pagar los bonos a sus actuales tenedores.
La suba de tasas de interés implementada a lo largo de enero y la agresiva política de absorción monetaria resultaron claves en el arranque de 2014 para frenar la corrida sobre el dólar, que en enero amenazó con espiralizarse.
El salto que se producirá entre las dos licitaciones que restan de abril y las de mayo es notorio. En la operación de mañana, por ejemplo, vencen apenas $ 500 millones y, en la del 30 de abril, otros $ 1.800 millones. Pero ya en la primera renovación de mayo la cifra sube a nada menos que $ 8.100 millones, en lo que probablemente sea la mayor renovación de títulos que enfrenta el Central desde que comenzó a emitir Lebac y Nobac, en 2002. Los $ 25.000 millones que vencen en mayo representan, por otra parte, el 18% del total de títulos emitidos en pesos por el Central, que ascienden a $ 138.000 millones.
Además de los bonos en pesos, la autoridad monetaria también deberá salir a renovar Letras en dólares, aunque los montos son sensiblemente menores: la cifra asciende a u$s 343 millones, aunque también hay presión para que sean renovados, ya que la contrapartida son plazos fijos en moneda extranjera.
Como una porción significativa de las Lebac que vencen están en manos de bancos públicos (Nación y Provincia), no debería haber mayores problemas para que el Central sea exitoso con su tarea. Para los bancos privados también es negocio colocarle al BCRA, ya que las tasas de interés subieron sustancialmente y la demanda de crédito del sector privado cayó en forma significativa. La incógnita pasa por la absorción adicional que el Gobierno quiera llevar adelante y por el costo que significa renovar semejante cantidad de títulos a tasas cercanas al 28%.
En ese sentido, ya la semana pasada el BCRA llevó adelante la primera baja de tasas de 100 puntos básicos (o sea, un punto porcentual), pasando del 28,7% al 27,7% anual para los plazos más cortos. La intención oficial es que esta reducción continúe, teniendo en cuenta la tranquilidad cambiaria y el sesgo descendente de la inflación. Pero Fábrega quiere manejarse con «pies de plomo»: cree que si se exagera con la disminución podrían volver rápidamente las presiones cambiarias. Además, para la entidad que dirige se trata de una verdadera manta corta. Por un lado, tiene presión para absorber pesos del mercado, pero, por el otro, debe enfrentar pedidos de ayuda permanente por parte del Tesoro para cubrir los agujeros de las cuentas públicas. Esto podría volverse mucho más pesado en el segundo semestre del año, lo cual le pondría aún más presión a la política de retiro del circulante. La base monetaria está creciendo ahora a un ritmo inferior al 20% interanual, cuando en 2013 lo hacía a un valor superior al 30% y llegó a crecer al 40% anual.
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