Mendoza. Las pruebas son contundentes: el Programa de Control y Erradicación de Lobesia Botrana, la plaga que se alimenta de los granos de uva y es más conocida como «Polilla del racimo», está lejos de controlarla y mucho menos de erradicarla.
Y ante el hecho incuestionable del crecimiento del área cuarentenada en Mendoza, que pasó de 44 distritos a comienzos de 2013 a los actuales 76, equivalentes a unas 65 mil hectáreas con viñedos, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) prorrogó hasta el 31 de julio de 2015 la emergencia fitosanitaria para fortalecer acciones de prevención.
La medida dispuesta por medio de la Resolución 108/2014 fue publicada en el Boletín Oficial y su marco normativo rige desde el 7 de marzo.
La medida, que lleva la firma de la presidente de Senasa, Diana Guillén, considera «preciso continuar con el estado de emergencia fitosanitaria debido a que la plaga ocasiona graves pérdidas al sector frutícola y al complejo agroindustrial vitivinícola».
La expansión del área en cuarentena representa la mayor señal de alerta: de las 158.964 hectáresa implantadas con vid en Mendoza, al menos un 40% están más o menos afectadas por Lobesia. Al comenzar 2013 había 44 distritos cuarentenados en toda la provincia, que ya a fines de mayo habían trepado a 62.
El último registro de la Red Oficial de monitoreo arroja 76 distritos hasta el mes pasado, entre Capital, Godoy Cruz, Guaymallén, Junín, Lavalle, Las Heras, Luján de Cuyo, Maipú, Rivadavia, San Martín, Tupungato y Tunuyán.
En cuanto a los focos cuarentenados se encuentran distribuidos en Las Heras, San Martín, Rivadavia, Lavalle, Junín, Godoy Cruz, Santa Rosa y La Paz. En menor medida, según Senasa, en San Carlos, Tupungato, Tunuyán. y un foco en San Rafael.
Cambio de estrategia
Una resolución del Iscamen faculta al organismo provincial a introducir cambios para tratar de acordonar el área y que no siga expandiéndose. Además de habilitarlo a «coordinar, estudiar y proponer acciones», la misma asume que «por la diferencia en los niveles poblacionales de la plaga entre los distintos oasis productivos, es necesario, en virtud de una mayor dispersión de la plaga, adoptar medidas que permitan atenuar el impacto económico actual y futuro, y que coadyuven a mantener el estatus cuarentenario de Lobesia».
Luego de 3 años, los responsables de los organismos hablan de un cambio de paradigma o estrategia para revertir los resultados del Programa de Control y Erradicación.
Al respecto, el coordinador del programa en Mendoza, Guillermo Azin, aseguró que «el camino a seguir es la técnica de confusión sexual con feromonas más una sola aplicación de producto químico. Comparativamente, el costo es similar y la presión para que cumpla con todas las aplicaciones desaparece, además de que a la larga puede generar residuos en vinos».
Habrá sanciones para los productores de uva en fresco que no cumplan con las exigencias (tratamiento en viñedo y con bromuro para la materia prima que sale de Mendoza), pero según Azin «no sirve de mucho castigar si la cuestión de fondo es el control de la plaga». En tal sentido, para el ciclo 2014-15 Senasa ya comprometió fermonas y producto suficiente para cubrir 3 mil hectáreas de viñedos.
No obstante, paralelamente ya se discute con el sector industrial para sumar aportes financieros al control.
«La intención es que haya participación del Estado y de los privados también, y para eso estamos reuniéndonos con Coviar, la UVA y los viñateros. También hay experiencias de algunas bodegas grandes que sería importante compartir con todo el sector, y que el trabajo de algunas firmas que incorporaron el tratamiento con feromonas sea un modelo a seguir por sus productores», resaltó Azin.
Bajo análisis
Para la gerente técnica de Coviar, Cristina Brachetta, «se trató la decisión de discutir con Senasa e Iscamen cómo encarar el control de Lobesia y qué se hará con el actual status fitosanitario. Es un tema que ya está en agenda y habrá que trabajarlo».
Mientras tanto, el análisis sobre las causas de la expansión de la plaga no excluye el poder de propagación del insecto, que según los especialistas puede avanzar hasta 15 kilómetros al año en forma radial. Pero tampoco cierta inconducta a la hora de cumplir con las exigencias, como lo demuestra el decomiso de 26 toneladas de uva en fresco que intentó despacharse fuera de Mendoza entre enero y febrero.
«Hay muy buenos resultados con feromonas, y tratamientos químicos de bajo impacto ambiental, por lo que sería recomendable que los productores revisen los números para usar la técnica de confusión sexual: es una vez en la temporada, no se necesita entrar con maquinaria y tiene menor impacto ambiental», explicó la investigadora Violeta Becerra, del área de Fitofarmacia de INTA.
A su criterio «el productor vitícola no está acostumbrado a hacer monitoreo de plaga, más común en frutales de carozo, ni a usar insecticidas en el viñedo salvo con la cochinilla harinosa».
Fuente: Los Andes
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