Legisladores kirchneristas, al igual que los opositores, reconocen que es difícil avanzar con el Código Penal
La reforma del Código Penal está herida de muerte. Luego de una semana de debate público acalorado y sin que el proyecto haya llegado al Congreso, legisladores de la oposición y del oficialismo dan por liquidada la posibilidad de que se pueda avanzar en el tratamiento del tema. Por lo menos en lo que resta del gobierno de Cristina Kirchner.
La rápida denuncia de Massa, a la que el diputado prometió fortalecer con una campaña de recolección de 5 millones de firmas y con una consulta popular, se instaló con fuerza en los medios, con resultados contundentes: la jugada massista abrió grietas en casi todos los bloques de la oposición y dejó en un lugar incómodo al kirchnerismo.
«Por cómo quedó planteada la discusión, el que quiera avanzar con el proyecto va a quedar del lado de los delincuentes», dijo a LA NACION un diputado del Frente para la Victoria, sin esconder su fastidio con Massa.
«No es una agenda para un período electoral y ahora quedó claro que la campaña empezó antes de tiempo», analizó un diputado kirchnerista. «No es una prioridad, no hay apuro. La discusión del Código Civil ya lleva más de dos años y esto puede ser igual», evaluó otro integrante de la bancada que conduce Juliana Di Tullio.
Los legisladores oficialistas evitaron pronunciarse sobre la cuestión de fondo y se metieron en el debate sólo para fustigar a Massa: casi con las mismas palabras, el senador Aníbal Fernández; el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich; el presidente de la Cámara baja, Julián Domínguez, y el diputado Carlos Kunkel señalaron que la Constitución prohíbe la iniciativa popular en materia penal, y cuestionaron al ex intendente de Tigre por objetar un proyecto del que todavía no se conoce su versión definitiva.
La defensa del anteproyecto quedó a cargo del juez de la Corte Raúl Zaffaroni, presidente de la comisión de especialistas. Ese cuerpo también lo integraron María Elena Barbagelata (FAP), León Arslanian (PJ), Federico Pinedo (Pro) y Ricardo Gil Lavedra (UCR).
En el Congreso todavía no tienen noticias de cuándo la Presidenta podría enviar el proyecto. El ministro de Justicia, Julio Alak, estaba terminando ayer el primer documento de análisis del anteproyecto.
Otra señal de que el oficialismo no tiene el debate de la reforma del Código entre sus prioridades es que el Frente para la Victoria cedió a Pro la presidencia de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara baja, centro de cualquier debate sobre el nuevo código.
El macrismo, que decidió colocar en ese cargo a Patricia Bullrich, es uno de los bloques en los que se abrió una grieta.
Lo mismo pasó en el radicalismo. Mauricio Macri y Ernesto Sanz, presidente de la UCR, pidieron no avanzar en el tratamiento del proyecto, pese a que Pinedo (con disidencias) y Gil Lavedra pusieron su firma en el documento final.
Mientras tanto en el massismo celebran y se muestran cohesionados. «Nos oponemos a que la población quede desguarnecida en mayor medida de lo que está ahora», dijo a LA NACION Solá, que durante su gobierno en la provincia de Buenos Aires tuvo como ministro de Justicia a Arslanian.
«Hay un criterio absurdo -agregó Solá-, que simplificado sería: «Las cárceles no sirven para reinsertar al delincuente en la sociedad; entonces larguemos al delincuente».»
En el centro de la escena hace una semana, Massa multiplica sus apariciones mediáticas y en el Frente Renovador ya dan por ganada la discusión. Muestran con entusiasmo la repercusión que generó el tema en las redes sociales.
KUNKEL CRITICÓ A SERGIO MASSA
El diputado kirchnerista Carlos Kunkel cuestionó en duros términos a Sergio Massa por sus críticas al anteproyecto del Código Penal. «Massita siempre fue de poner cara seria como que está pensando cosas importantes, [aunque] nunca las cuenta», ironizó, y añadió que «es evidente que tiene un absoluto desconocimiento jurídico o una actitud hipócrita cuando plantea medidas que son inviables jurídicamente», en alusión a la consulta popular que impulsa Massa.
Por Gabriel Sued | LA NACION
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