Le ganó a Boca 2-1 en Mendoza, con goles de Mercado y Teo Gutiérrez. El Cata Díaz había marcado el 1-1. Los de Ramón Díaz venían de festejar en Córdoba, luego del empate en Mar del Plata. El equipo de Bianchi todavía no ganó en 2014.
El verano estalla en ese grito de Teo y se multiplica en la popular Sur, ahí mismo, donde el gol del colombiano desata la bronca contenida. Por el rival de siempre, claro. Por ese semestre tan opaco que cubrió de sombras el futuro de Ramón Díaz. Porque en cuatro partidos, seis goles, la mitad de los que convirtió el campeonato pasado. Lo sufre Orion, delante de la tribuna Norte, donde ese telón azul y oro que se exhibió durante el primer tiempo es una síntesis del presente de Boca, todo lo hace al revés, anda patas para arriba este equipo que no pudo ganar. Ni a orillas del mar, ni en Córdoba ni aquí, al pie de la Cordillera. Y no hay bloqueador, ni siquiera un factor 45, que disimule las quemaduras que padece Carlos Bianchi, cuestionado puertas adentro.
Hay un mérito de River, más allá de que le falta mayor continuidad en el juego. Apuesta a las sociedades. Aquella que establecen Teo y Carbonero es esencial. No sólo por su nacionalidad. Boca ayuda, claro. La semana pasada, se durmió Joel Rodríguez. Anoche, Nahuel Zárate. Y los colombianos aprovecharon para resolver un partido que se le presentaba incómodo en el segundo tiempo. Cavenaghi hace un esfuerzo grande. Retrocede -a veces en exceso- para conectarse con la pelota y pisar el área limpio de marcas. Con un buen socio, llegaría con mayor peligro al arco rival. Teo tiene categoría, claro. Si se enchufara todo el partido…
Boca sufre atrás. Pero su principal deuda está adelante, donde no logra ser punzante. El juego que propone su enganche small se diluye porque no encuentra socios. Tiene gambeta corta, recursos cuando se vuelca contra la raya y repentización. Se anima a un taco en el Superclásico. Juega bien este juvenil. En el primer tiempo, encontró espacios a espaldas de Leonardo Ponzio. Boca aprovechó esa zona liberada y le sacó más jugo cuando Juan Manuel Martínez y Sánchez Miño rotaron posiciones. Con el perfil cambiado, el Burrito por la izquierda y el Gordo por la derecha, metieron pases diagonales que desestabilizaron a River. En el segundo, Matías Kranevitter se multiplicó y controló el medio.
Un gol de pelota parada, con enorme colaboración de Orion. Una jugada de laboratorio, a tres toques, que murió en el travesaño. Un ping pong de pases, cerca del área de Boca, y alguna cesión profunda que Cavenaghi no supo aprovechar. River jugó a cuentagotas en el primer tiempo. Y poco se pareció a ese equipo que salió decidido a presionar en Córdoba.
Pero hubo diez minutos que se jugaron más cerca de Orion que de Barovero. Entonces, se soltaron los mediocampistas externos. Y de una falta a Carbonero llegó el tiro libre de Ponzio, el cabezazo de Gabriel Mercado y la salida en falso de Orion. Explotó la tribuna Sur, tapizada con banderas rojiblancas. Y enseguida, hubo un córner de Lanzini, un toque de Teo y un bombazo de Cavenaghi que rompió el travesaño. Sin embargo, se pinchó River. Y empezó a controlar la pelota Boca. Después de reponerse del error de su arquero, trató de hacer circular la pelota a espaldas de los volantes externos de su adversario de banda roja. Y lo hizo con la lucidez de ese pibito que ya empieza a tomar cuerpo de conductor ante la ausencia de Juan Román Riquelme. Si hubiera estado más preciso Gago… Ledesma estuvo un punto más alto. Empujaba Boca contra el arco de River. Y Cata Díaz metió un zapatazo que Barovero, siempre sobrio, no pudo contener. También se comió el gol el «1» de River.
Fue intenso el segundo tiempo, más emotivo desde el color que desde las propuestas en el campo de juego. Boca, después del segundo gol de River, no pudo desequilibrar. River defendió con las uñas y dientes de Mercado, especialmente, Maidana y Balanta. No aprovechó las réplicas, pese a los espacios que le dejaron. Pero terminó festejando porque aprovechó mejor los errores del rival. Se quedó con la Copa Luis Nofal y una sonrisa bien grande como Mendoza.
Fuente: Clarín
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