San Rafael, Mendoza 20 de abril de 2024

El futuro político es más preocupante que el económico

economiaLa caída de reservas del Banco Central más importante en 8 años -en una semana fugaron tantos dólares como en un mes de 2012- coincidió con la mayor devaluación del peso en 12 años y ahora, pese a la depreciación, la brecha respecto del blue no baja de 50% aunque la tasa de interés ofrecida para los títulos públicos Lebac se multiplicó casi por 7 en una semana provocando que los préstamos personales y para el consumo, si bien no están suspendidos, tengan los mayores costos en más de 10 años.
El déficit fiscal de 2013, sin inyecciones de dinero de la ANSeS o el Banco Central, fue del 4,7% del PBI, la más alta desde la Convertibilidad, que lo financiaba con un extraordinario endeudamiento del Estado. La pregunta es qué hará ahora esta administración que hizo del desendeudamiento un eje de su relato.
Los números fríos confirman las dimensiones del ajuste realizado por Cristina Fernández, Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega, durante enero, y de las profundas distorsiones que tiene la economía y se profundizarán en febrero si no se atacan. Pero, en lugar de eso, los funcionarios se esfuerzan en buscar culpables. Un día son los bancos, otro es el campo, luego los grupos económicos “concentrados” y, al fin, un ataque de especuladores financieros internacionales. Pero estos argumentos ya no sirven ni para convencer a la militancia, el último bastión que le queda al cristinismo para no asumir el fracaso del “modelo” pergeñado por Néstor Kirchner.
Mientras el Gobierno corre detrás de comercializadores, productores y formadores de precios, la inflación escapa del control oficial, en una carrera muchas veces vista en el pasado argentino. Sin embargo, en vez de aprender de esas experiencias, vuelven a insistir con las viejas fórmulas.
Como viene haciendo hace casi 11 años, el Gobierno se concentra en los síntomas. Por eso, cambia las reglas para comprar dólares y celebra el resultado. Sin embargo, las reservas siguen cayendo y el “blue” mantiene su brecha. Luego traza una senda de aumento de las tasas de interés, para llevarlas a valores cercanos a la inflación oficial, pero olvidan un programa fiscal que contenga el gasto o cambie las expectativas de la gente. Hoy, cuando la velocidad de rotación del dinero crece y los argentinos prefieren tener en sus manos dólares en lugar de pesos, encarecer el dinero y acotar la liquidez son medidas tardías e incompletas.
En este contexto, el temor al futuro político es mayor que el temor al futuro económico. Por eso, el Gobierno trata de negociar con distintos sectores sociales para evitar un estallido. Por ejemplo, ante el recalentamiento de las demandas de los gremios aliados, les promete cancelar la deuda del Estado a las obras sociales sindicales con un bono, a 5 años, por 18.000 millones de pesos, generando más deuda pública. Ya hizo lo mismo hace 3 semanas con la deuda de las provincias: para calmar a los gobernadores, les postergó acreencias hacia adelante. También frenó una huelga de choferes de ómnibus de larga distancia con más subsidios y ahora se sentará a negociar con los maestros y no sabe cómo evitar paritarias cada 3, 4 o 6 meses, mientras todas las provincias piensan pedir ayudas adicionales al Tesoro Nacional.
En el fondo, la Casa Rosada intenta frenar las demandas sociales con más emisión de dinero. Ya resulta complicado vaciar un ANSeS vacío y se sigue recurriendo a inventar ganancias del Banco Central para ayudar al Tesoro Nacional. Los bolsillos de los contribuyentes siempre están disponibles para los funcionarios públicos, de acuerdo a su particular punto de vista. Por eso, se especula con aumentar las retenciones aunque algunos kirchneristas reclaman la nacionalización del comercio exterior en busca de una nueva fuente de financiación que les permita ganar aunque sea unos meses de oxígeno mientras en los pasillos de la Casa Rosada aumenta el temor a que se incremente la crispación social. 
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