San Rafael, Mendoza viernes 26 de abril de 2024

Alertan por falta de protección del patrimonio Art Nouveau de Buenos Aires

Casa de los Lirios.

En 1910, la Argentina celebró su primer centenario como séptima potencia mundial. La herencia de miles de inmigrantes ya se podía observar con solo elevar la mirada en alguna calle de Monserrat o Balvanera. Palacetes, cúpulas, curvas y animales de yeso adornaban los edificios porteños. Las fortunas logradas por los recién llegados habían sido invertidas en la construcción de viviendas para las que se contrataron arquitectos europeos que llevarían a Buenos Aires el estilo reinante en su continente. En poco más de 20 años la fisonomía de la Ciudad se modificó con la abrupta irrupción del Art Nouveau. 

Ciento cuatro años después un grupo de aficionados se unió para declarar a Buenos Aires la Capital Art Nouveau de Latinoamérica. La Asociación Art Nouveau de Buenos Aires, encabezada por Willy Pastrana, decidió emprender desde el ámbito privado una tarea que ellos creen el sector público no se encarga:revalorizar edificios que promedian los 100 años de historia, forman parte de la identidad de la Ciudad y contienen un potencial de desarrollo turístico, pero sus condiciones de preservación los vuelve vulnerables a la pérdida y la especulación inmobiliaria.

«El porteño se siente orgulloso del tipo de edificios que hay en la Ciudad sin saber exactamente a qué estilo pertenecen, en la mayoría de los casos estamos hablando de Art Nouveau». Quien intenta explicar la importancia de la cuestión es el Defensor Adjunto del Pueblo para las cuestiones de planeamiento, identidad barrial y preservación arquitectónica, Gerardo Gómez Coronado. En diálogo con ámbito.com, sostuvo que preservar tiene, «además de una cuestión estética y de importancia turística, una importancia identitaria para la Ciudad y varios barrios».

Entre 1880 y 1914 la arquitectura europea rompe con el academicismo reinante y empieza a experimentar con curvas, hierro y cristales. Los edificios se coronan con cúpulas y adornos inspirados en la naturaleza y lo exótico. Nace el Art Nouveau y se extiende por toda Europa. Cada metrópolis funda su escuela y es en este punto que coinciden, y se lamentan, tanto Pastrana como Gómez Coronado: Buenos Aires es la única ciudad que contiene edificaciones de la escuela francesa (Art Nouveau), la española (Modernismo), la italiana (Floreale), la alemana (Jugendstil) y la austríaca (Secesión), sin embargo, las autoridades porteñas aún no tomaron nota de su importancia, advirtieron. 

A falta de un relevamiento oficial, la Asociación de Art Nouveau de Buenos Aires realizó el primer registro de este tipo de edificios. Contabilizó 250, de los cuales solo 10 están protegidos o preservados entre los que figuran el Palacio Barolo, la Galería Güemes y el Otto Wulff. Otros no cuentan con la misma suerte. Es el caso de una construcción destinada a viviendas ubicada en Entre Ríos 1761 que según contó Pastrana está «en estado desastroso». «Ese edificio está tomado, destruido y viniéndose abajo. Está hecho por Virginio Colombo, el mismo arquitecto que hizo la casa Calise que es una maravilla en todo el mundo», explicó.

El otro caso sobresaliente es el de la Confitería El Molino. El edificio ubicado en la esquina de Rivadavia y Callao se encuentra clausurado desde 1997, en estado de semiabandono, con su mampostería recubierta por mallas para evitar desprendimientos y con gestiones para su puesta en valor paralizadas tanto en Nación como en Ciudad.

Para Gómez Coronado es el caso más emblemático de abandono por la inacción del Estado. «Está ubicada frente al Congreso; a diferencia de otros temas que pueden no ser visibles para la autoridad política de turno, en este caso es totalmente visible: todos los diputados que pasan por ahí lo pueden ver», se quejó.

«Si en un lugar como El Molino, donde se dieron cita políticos y escritores, tanto Nación como Ciudad no han podido o no han sabido involucrarse en forma efectiva y eficaz, ¿qué le queda para algún edificio con valor patrimonial que está en una zona no tan céntrica?», se preguntó. En tanto, si bien no pierden el entusiasmo, en la Asociación admiten que la declaración de un bien como Patrimonio Histórico es un trámite burocrático ya que requiere la intervención de al menos dos ministerios para movilizar fondos.

De acuerdo a las consultas realizadas a los expertos, la Subsecretaría de Patrimonio Cultural porteñono cuenta con información sobre la cantidad de edificios Art Nouveau en Buenos Aires. Ámbito.comsolicitó en tres ocasiones información al respecto a esta dependencia sin obtener respuesta. Los profesionales contactados sostuvieron que no se aprovecha el potencial turístico.

En la segunda mitad de 2013, la Asociación encaró la publicación de un mapa donde se identifica a los 50 edificios más destacados, así como la edición de un DVD y la organización de recorridos con guías. El material fue ofrecido a los turistas en diferentes oficinas del gobierno de la Ciudad. Fue tal su éxito que la administración de Macri se puso en contacto para empezar a trabajar en conjunto, pero todavía no hubo avances. «Nos respondieron ‘Sí, sí, todo muy lindo’, pero hasta ahora no salió nada», dijo Pastrana.

«Nadie entiende por qué el estilo no se explota turísticamente. Riga, en Letonia, fue la Capital Europea de la Cultura en 2013 porque tiene Art Nouveau a toneladas como nosotros. Ellos lo supieron explotar, lo cuidaron», ejemplificó Pastrana. Gómez Coronado es más optimista respecto a este punto: «El Gobierno de la Ciudad le está prestando más atención al tema de la preservación, pero es insuficiente. Lo ven como una veta turística, se dieron cuenta. Hubo una gran insistencia de los sectores que sí estaban interesados en esto, pero no estaba incluido en la agenda política».

Desde la Ciudad cuentan con diferentes herramientas para financiar los trabajos de restauración, así como la posibilidad de impulsar proyectos en la Legislatura porteña para preservar los edificios más importantes. El Fondo Estímulo para la Recuperación de Edificios Catalogados se compone de recursos provenientes de Rentas, partidas del presupuesto específicamente destinadas a este propósito y donaciones de particulares o empresas interesadas en la preservación de inmuebles. Además, desde la Defensoría del Pueblo impulsan que lo recaudado en concepto de uso de locaciones porteñas por parte de producciones cinematográficas se destine a estos fines.

Del otro lado del océano, el ayuntamiento de Barcelona tampoco cuenta con programas específicos de conservación de estructuras modernistas, como se denomina al Art Nouveau en España, sino que se enmarcan dentro de los programas generales de patrimonio arquitectónico. Sin embargo sí se aprovecha el potencial turístico. Existe la Ruta del Modernismo, un itinerario organizado por las autoridades catalanas a través de los edificios más importantes así como ofrecer descuentos para ingresar a éstos y guías explicativas.

Desde el Instituto del Paisaje Urbano barcelonés contaron a este medio que entre sus objetivos también está el «promover un turismo sostenible que ayude a los respectivos propietarios de los edificios a financiar el mantenimiento y, en su caso, restauración de este patrimonio».

En Buenos Aires la presión de asociaciones civiles, vecinos y organismos independientes consiguió, en primer lugar, que el gobierno porteño interviniese, y en segundo término que los nuevos ocupantes de edificios como el Otto Wulff -hoy una cafetería de la cadena Starbucks- o la Societá Unione Operai Italiana – futura sede de la Iglesia de la Cienciología- se comprometiesen a mantener las líneas fundamentales de las fachadas y plantas originales, así como llevar adelante los trabajos de restauración.

«En las zonas de alta transitabilidad es lógico que los propietarios de este tipo de edificios le quieran dar un uso adecuado», admitió el defensor adjunto.

La Asociación prefiere por ahora pedir ayuda en el ámbito privado, mientras intenta concientizar a los propios porteños sobre el valor de los edificios Art Nouveau. Ante la falta de avances en un primer contacto con el gobierno porteño, el segundo paso será solicitar una audiencia con el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, para plantear directamente la importancia de preservar estas construcciones que deslumbran a millones de turistas alrededor del mundo.  

Fuente: ámbito.com

Por: Belén Papa Orfano

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