En Mar del Plata, igualaron 1 a 1 y los millonarios jugaron un tiempo con uno más por la expulsión de Cata Díaz; Sánchez Miño abrió el marcador de tiro libre y, luego, marcó Maidana; en el final, vio la roja Cavenaghi
Para River y Boca pasó el primer gran examen de la temporada. En esta ciudad, igualaron 1-1 en un superclásico de floja paridad, y así completaron el triungular por la Copa de Oro, que en definitiva quedó en manos de Estudiantes. Para unos y otros, la prueba quedó pendiente para los próximos encuentros; ninguno de los dos terminó por convencer, y quedó claro que todavía les falta rodaje. De a ratos mostraron algunas cosas que les permitirían ser protagonistas, pero todavía les resta mucho en la parte creativa.
Tuvo algunos condimentos un duelo eléctrico y cambiante desde el comienzo. River buscó el protagonismo, pero al rato Boca empezó a ganarle la pulseada en la mitad de la cancha, con un buen trabajo de Gago y de Pablo Ledesma, y también se aproximó al area de River, fogoneado por el desparpajo y la dinámica que ofrecía el chiquitín Acosta, una promesa que tiró caños y puso en apuros a los centrales de River. Por la derecha, también lograba generar en la medida que Grana y el Burrito Martínez se asociaban. Pronto encontró el desequilibrio, en un tiro libre magistralmente ejecutado por Sánchez Miño, directo al ángulo izquierdo.
Sometido a la presión constante, River parecía desdibujarse. En el duelo entre los dobles cinco, los de Boca llevaban ventaja. Pero Ponzio y Cristian Ledesma -sobre todo este último- repuntaron cerca de la media hora, y River despertó. Primero, Carbonero levantó un cabezazo franco; enseguida, el que estuvo muy cerca, también por vía aérea, fue Cavenaghi. Como lo pretendía Ramón, River empezaba a encontrar los costados, pero igual faltaba una pizca de claridad, porque Lanzini, a cargo de la conducción del ataque, no termina de convencer. El empate llegó tras un tiro de esquina, en una acción en la que Boca no terminó de despejar, y Maidana llegó antes que Orion para empujar la pelota, en una acción en la que los xeneizes reclamaron infracción sobre el arquero. Con el clima picante, el Cata Díaz vio la tarjeta roja por un exceso verbal.
Para la segunda parte, con un hombre menos, Bianchi sacrificó el empuje del joven Acosta y prefirió reacomodar la defensa con la entrada de Joel Rodríguez. La premisa, de todos modos, fue no replegarse y tratar de discutirle el papel central a un River que intentó buscar espacios, pero se encontró con un adversario concentrado; el equipo de Ramón careció de inventiva para tratar de sorprender a un Boca que se abroqueló con orden, y con menos dinámica que en la primera parte, esperó; Lanzini no tuvo socios que lo acompañaran en su función, y así, las emociones se hacían cada vez más espaciadas.
Gago, con personalidad y jerarquía, peleaba la supremacía de la mitad de la cancha a Cristian Ledesma. Incluso estuvo cerca del gol, primero en una muy buena acción de Gigliotti, que lo habilitó con un taco, pero el volante de la selección levantó el remate, y luego, de manera fortuita, ya que la pelota dio en su cabeza tras un despeje, y obligó a la estirada de Barovero. River replicó con una de las pocas jugadas asociadas, cuando Lanzini encontró a Gutiérrez, y el colombiano asistió a Cavenaghi, que enganchó y definió desviado.
Forlín, con mucha seguridad, se encargó de clausurarle el paso a River en varios cierres, hasta convertirse en lo mejorcito de la noche marplatense. Cerca del final, River se animó y rondó la victoria. Trípodi, reemplazante del lesionado Orion, se lució para atajarle a Lanzini una chilena que podía llegar a ser histórica. Pero, al fin de cuentas, el empate terminó por quedarle bien a un superclásico flojo. No estuvo mal por tratarse de un encuentro de pretemporada, aunque es evidente que a Boca y a River todavía se le notan las costuras de equipos que todavía están en construcción.
Fuente: Canchallena
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