En sociedades política y culturalmente cerradas como la de Cuba suele ocurrir que el mínimo desplazamiento en la trayectoria de un artista toma el significado de un giro radical. Es lo que acaba de ocurrir con la entrevista de Pablo Milanés publicada en la web oficial Cubadete.

A los 70 años, la emblemática figura de la Nueva Trova cubana anuncia que se internará en un nuevo repertorio norteamericano. La declaración se oye casi como una transgresión ideológica, como un cruce de fronteras estético y político. “Sí -admite Milanés en la entrevista a Michel Hernández-, cantaré temas de Crosby, Stills & Nash y de otros exponentes de la música folk y rock estadounidenses. Ya grabé varias canciones con Tesis de menta y estoy muy satisfecho con el resultado, así que puedo seguir esa línea porque siempre he estado junto a lo mejor de todos los géneros. Y el rock es una fuente de calidad extraordinaria.” El giro musical de Milanés puede tener varios motivos. Uno tal vez sea sanguíneo. Tesis de menta es una nueva banda cubana en la que canta su propia hija, Haydée Milanés, nacida en La Habana en 1980, formada en el Conservatorio Amadeo Roldán y perfeccionada en música antigua en Suiza.

Haydée Milanés y su conjunto presentan más afinidades con baladistas como Norah Jones o Madeleine Peiroux que con la generación de su padre y Silvio Rodríguez, la otra gran figura de la Nueva Trova.

Pero otro motivo del giro musical de Milanés probablemente sea el agotamiento estético y social del movimiento de la Nueva Trova, hoy convertido en una especie de género de circunstancia. Como asume amargamente Milanés en esa misma entrevista: ”Parece que (los trovadores) sólo somos los cantantes del dolor, del luto, de los actos, no pasamos de ahí”.

Tal vez el giro del músico cubano signifique en cierta forma una vuelta a los orígenes, si se piensa en la influencia de crooners como Frank Sinatra y Bing Crosby en la primera reelaboración del bolero caribeño, antes de que todo eso se articulara en la gran plataforma de la revolución.