La postergación, sumada a la gran cantidad de agua caída anteayer en Salta y en medio del contexto de pretemporada, hacía prever un partido lento, pesado. Sin embargo, así como la lluvia sorprendió a propios y extraños, ayer San Lorenzo y River jugaron un partido que pareció por los puntos y que dejó a ambos técnicos conformes, más allá del 3 a 1 a favor de los de Boedo. A Edgardo Bauza, porque su equipo continúa invicto desde que asumió y sigue adaptándose a la idea del nuevo DT. Y a Ramón Díaz, por el otro, porque su formación alternativa, con algunos juveniles, estuvo a la altura de los titulares del último campeón del fútbol argentino.
Pese a que ambos entrenadores habían advertido que planificarían un partido con precauciones, el inicio del juego fue muy poco amistoso, con ritmo desde ambos lados, aunque fue River el que pisó mejor la cancha: en 28 segundos, Cavenaghi ya había definido fuerte y al primer palo de Torrico para el 1 a 0 tras recibir un gran pase del Keko Villalba. Cuatro minutos más tarde, Ariel Rojas tuvo el segundo con un cabezazo que se fue al lado del palo. Al ratito, Gentiletti volvió a perder la marca y Cavenaghi falló en el mano a mano con Torrico.
A esa altura, el sistema de juego del equipo B de Ramón (un 3-4-1-2 con el Malevo Ferreyra de un lado y Augusto Solari del otro bien preocupados en atacar) complicaban mucho al once ideal del campeón, que a tono con la noche salteña, entró a jugar nublado. Para ello fue clave el sacrificio de Cavenaghi y más aún la posición de Fabbro, que tuvo en esos primeros 45 minutos una de las mejores versiones en el club de Núñez, jugando a dos toques y parado de enganche.
Pero cuando se juega ante este San Lorenzo, que siempre piensa en el arco rival y pone la pelota a rodar en los pies de Piatti, Romagnoli y Correa, siempre se va a padecer. Es cierto que aún siente la falta de equilibrio en la defensa (Bauza lo resalta siempre), pero la jerarquía individual lo llevan a lastimar: Correa tuvo dos veces el gol pero entre Chichizola y la mala puntería de Angel lo evitaron. Al cabo, el 1 a 1 llegó porque Solari -incómodo para defender- le cometió un claro penal a Piatti y Ortigoza, como casi siempre, canjeó la chance por gol.
En el inicio del segundo tiempo, San Lorenzo le pagó a River con la misma moneda: antes del minuto, Buffarini (de lo mejor de la defensa azulgrana) envió un buen centro al corazón del área desde la derecha y en lugar de encontrarlo a Blandi, la pelota fue a la cabeza goleadora de Piatti. Rápido pudo aumentar Blandi, pero no supo definir.
Por la gran cantidad de modificaciones (se hicieron once) el partido decayó. San Lorenzo cuidó a los titulares y Ramón probó juveniles. De ahí que lo mejor de los de Núñez lo aportó el juvenil Lucas Boyé, que entró a jugar por la izquierda y mostró su atrevimiento. Tras una buena jugada suya, Ledesma tuvo el empate, pero se lució Torrico a puro reflejo. Ya en el final, Correa cerró la noche con un golazo: recibió de espaldas, giró entre dos defensores y la puso en el ángulo con un derechazo cruzado desde el borde del área. Para que 24 horas más tarde de lo pautado, Salta se inundase de fútbol.
Fuente: Clarín
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