El jueves se estrena El misterio de la felicidad, noveno filme de Daniel Burman (El abrazo partido, Derecho de familia), uno de los realizadores-guionistas y productores más exitosos del país. La película está protagonizada por Guillermo Francella, quien viene del éxito de taquilla Corazón de León, y por Inés Estevez, que eligió este proyecto para regresar al trabajo actoral después de una larga retirada que ya llevaba siete años, en los que la actriz se dedicó a su familia y a brindar seminarios de actuación.
La película narra la historia de Santiago (Francella) y Eugenio (Fabián Arenillas) que son socios y amigos entrañables. Desde que egresaron del colegio han compartido la vida y llevan adelante un negocio de electrodomésticos. Hasta que Eugenio desaparece sin dejar pistas. Y Santiago, junto a Laura, esposa de Eugenio (Inés Estévez), inician un viaje para encontrarlo. Lo que descubren en el viaje no es a Eugenio, sino que algo nació entre ellos.
En palabras de Burman, la película trata sobre las cuentas pendientes y también sobre el amor, de sus pactos y sus lealtades. “Los pactos de lealtad entre las personas se suscriben a través de un sentimiento, de una emoción”, dice, “el matrimonio, la amistad, incluso la sociedad. Pero muchas veces ese sentimiento desaparece y sólo queda la cáscara vacía del pacto. ¿Qué pasa cuando la lealtad es sólo fidelidad a un pacto ya vencido hace tiempo? Ese era un tema que me interesaba mucho”.
Clarín conversó con el director y con Guillermo Francella, quien en los últimos años se ha dedicado casi exclusivamente a proyectos cinematográficos.
¿Pensaste siempre en Guillermo para el papel?
Burman: Sí. Hace muchos años que estoy queriendo trabajar con Guillermo. Por lo menos diez. Siempre lo quería y las cosas no se daban, pero creo que se dieron finalmente en la película justa y en el momento justo. A veces querés trabajar con alguien y terminás haciéndolo pero no en el momento correcto, ¿no? Yo creo que si mi trabajo con Guillermo se demoró todos estos años fue por una buena razón. Para esperar un proyecto que era el más adecuado. Y la experiencia fue muy enriquecedora: hubo un ida y vuelta muy fluido.
¿Cómo era ese ida y vuelta?
Francella: Daniel y yo hablábamos mucho, mucho. Yo le decía que me parecía que la película podía ir por acá, o por allá. Nos reuníamos muy seguido. Trabajábamos en base al guión, pero sobre esa base se batallaba todo. Nos preguntábamos si había o no una meseta, si había cosas más ricas para poner que nos estábamos perdiendo, todo. Queríamos optimizar la película lo más posible, no tanto porque nos preocupara la duración sino porque queríamos que hubiera un muy buen primer acto, un tercer acto arriba, una cierta intriga, y todo sin dejar de contar lo que queríamos contar, que podía contarse tanto con una sonrisa como desde la emoción.
Burman: Para mí fue una forma completamente nueva de trabajar, y te diría que a partir de ahora no podría trabajar de otra manera.
¿Por qué lo decís?
Burman: Por el método de trabajo que se instaló con Guillermo. Fue algo extraordinario. Guillermo trabaja con una enorme obsesión positiva. Está en todos los detalles, siempre. Para que te des una idea, habrá habido treinta versiones distintas del guión, y yo a veces cambiaba dos letras de la versión 28 a la 29 y Guillermo me llamaba y me decía “disculpame, Daniel, estaba viendo estas palabritas nuevas que pusiste acá…” (risas) Francella: Debo reconocer que yo soy así (sonríe). Soy de involucrarme mucho siempre, en todo el proceso. Yo converso mucho con el director y el guionista. Vengo de Corazón de León, vengo de ¡Atraco!
Y en ambos casos fue igual. Me acuerdo que para ¡Atraco!
, como no podía tener al director español acá en un bar, nos pasábamos tardes y tardes en skype, discutiendo. Y no es que hago una devolución solamente de mi personaje. Hago una devolución de todo, incluso de las minucias. Soy muy detallista. Es lo que siento, y lo vuelco, y lo digo. Después está en el otro tomar mis sugerencias o no. Soy así no sólo en cine, también en teatro y televisión. Soy… “obsesivo” es una palabra muy pesada. Digamos que soy….
Burman: Un apasionado.
Francella: Exacto. Un apasionado de mi trabajo. Amo lo que hago cada vez que lo hago, y siempre que empiezo una película es como si fuera mi primer largo o mi primer trabajo. Desde el momento que me llega el guión, me acomodo y me gusta leerlo despacio, dándome mis tiempos, leer y releer y subrayar y marcar cosas con anotador… Y si pasan veinte o treinta páginas y no me pasó nada digo aaay… ¡¿qué pasa que no pasa nada?! Y salgo corriendo (risas).
¿Y con “El misterio de la felicidad” qué te pasó?
Francella: Me encantó. Me encantó mi personaje y la historia detrás de él. De pronto un día patea el tablero y va detrás de sus sueños. A veces, mientras trabajábamos con Daniel en la corrección del libro, nos preguntábamos por nuestros propios sueños y nos reíamos… Y al final salió una pregunta que es como que lo resume todo: ¿Qué hubiera pasado si…? Creo que esa es una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez. ¿Qué hubiera pasado si le daba bola a esa chica? ¿Si no me iba de tal trabajo? ¿Si me animaba a aquella asignatura pendiente? De eso se trata la película. El misterio de la felicidad es justamente un misterio, una búsqueda. Y nunca es tarde para animarse a las asignaturas pendientes.
Fuente: Clarín
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