¿Puede un gobierno que tiene múltiples opiniones, múltiples diagnósticos, tener múltiples cotizaciones del dólar? No son pocos los que creen que un esquema de desdoblamientos requiere gran capacidad técnica y administrativa. ¿Tiene el Gobierno un equipo coherente y organizado? Sin él, el riesgo de un desastre es altísimo.
Desde el Banco Central, Mercedes Marcó del Pont cree que algo hay que hacer con la inflación. La segunda de Guillermo Moreno, María Lucila Colombo, dice que la inflación es «cháchara». ¿La Presidenta escuchará a Kicillof, que quiere el desdoblamiento? ¿A Paula Español, que en el encuentro de la militancia organizado por el poderoso secretario Carlos Zannini en Rosario dijo que es «revolucionario» que el Ministerio de Ciencia y Tecnología ahora lleve también en su nombre la mención a la innovación productiva? ¿O al ex viceministro Roberto Feletti, que, como Español, mostró que se puede hablar de economía sin mostrar un solo número, aunque sea falso, y lanzar puras consignas?
Para Feletti, la pérdida de reservas no es tan importante porque mayoritariamente se explica por reducción de la deuda. Un dato positivo: el ex viceministro de Amado Boudou no adjudicó la pérdida de dólares a supuestas maniobras destituyentes, como hasta hace poco gustaba decir Cristina Kirchner.
Feletti dice que es la primera vez que una «restricción externa», es decir, la falta de dólares, «no la pagan los trabajadores» con una devaluación abrupta. Nada dijo de la devaluación al ritmo de casi 30% actual que practica el Gobierno. Feletti dice que así hay salarios altos. Que se exportan autos a Brasil y los salarios del Smata son buenos en dólares.
Si todo está tan bien, ¿por qué los trabajadores mecánicos no pueden cambiar sus pesos por dólares para atesorarlos? Las exportaciones a Brasil no marchan bien, por pérdida de competitividad local y baja de la actividad y de la demanda brasileñas. Y si se considera la industria completa, autopartes y unidades terminadas generan menos dólares que los que se van en importaciones. Allí hay un problema, no un logro. Los afiliados al Smata también viven en el país que ha llegado a tener el trigo y el maíz más caros del mundo, la iPad más cara del mundo y los textiles más costosos de la región.
Feletti dice que la inflación es producto de pujas empresariales por la tasa de ganancia. Algo de razón tendrá, porque seguro que no hay una sola explicación. Pero es poco menos que infantil mirar para otro lado ante la colosal emisión monetaria y el creciente déficit fiscal, como si no tuvieran nada que ver.
El ex viceministro no lo dijo, pero todos los cañones parecen apuntados a restringir o encarecer aún más los gastos turísticos de los argentinos en el exterior. Por la vía de la devaluación y de la suba del anticipo de Ganancias la cuenta en pesos para gastar con tarjeta fuera del país ya subió 50% en un año. Aun así, comparando temporadas altas resulta más barato un hotel cinco estrellas en ciudades del centro de Europa que un apart en los mejores destinos de la costa atlántica.
«La gente escapa del peso hacia el dólar por las vías que han quedado abiertas luego de la aparición del cepo», dice un empresario. Una aerolínea lanzó hace días una promoción con pasajes para mayo y junio de 2014 en destinos del hemisferio norte. La meta era vender 28.000 tickets. Pararon antes de lo previsto, cuando llegaron a 40.000.
El problema argentino es la inflación. Y la devaluación y el cepo que restringen los gastos en el exterior mejoran el margen para aumentar los precios del turismo interno.
Una parte del Gobierno quiere que los argentinos gasten menos en el exterior, pero otra quiere subsidiar a los viajeros locales. Aerolíneas lanza sus vuelos muy baratos directos a Nueva York. La empresa también hace perder dólares por otra vía. A otras empresas no las dejan en el verano hacer chárteres directos al Caribe. Sin escalas a Cancún sólo va la que maneja La Cámpora. Las otras llevan los pasajeros a San Pablo, a Santiago o a Lima y allí cambian a otra empresa. A la que hay que girarle dólares por los pasajes vendidos aquí en pesos. ¿Por qué no hacer vuelos directos que se pagan totalmente aquí en pesos y limitar la salida de divisas? Porque Mariano Recalde no quiere competencia.
Un banquero dice que «algo harán con el turismo», pero que el Gobierno sólo toma medidas cuando se asusta y mide los problemas días por día. Si la presión sobre el dólar crece hoy, corren desesperados. Si afloja mañana, se olvidan. Como a quien le pidieron que se fijara si anda la luz de giro del auto y contesta: «Ahora sí, ahora no».
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