Pese al reposo médico obligado en Olivos, Cristina Kirchner comenzó a informarse y a dar directivas a sus principales funcionarios. No existe un vacío de poder. Pero los asuntos más conflictivos de la gestión, como posibles cambios de gabinete y las nuevas medidas económicas, están paralizados, en tensión interna, y a la espera de la decisión de la Presidenta cuando reasuma funciones.
Por indicación de sus médicos, sus allegados y familiares le filtran información para evitar que se involucre en problemas complejos del Gobierno. «La orden es no exponerla a situaciones de estrés y posibilitar su reintegro rápido», dijo a LA NACION un alto funcionario.
«Ahora le filtran información. Todo se va a destrabar cuando vuelva ella. Los cambios de nombres y las medidas», confió otra fuente oficial.
La incógnita en Balcarce 50 hoy es ésta: ¿a quién bendecirá Cristina cuando vuelva? ¿Al ala dura de Zannini o al sector moderado de Abal Medina? Ello incluye el gabinete y el rumbo de la economía.
«Todos los temas están ahí. Nadie tiene todo el poder posible para resolverlos. Se traban y se agudizan las tensiones internas», confiaron en los pasillos de Balcarce 50.
La Presidenta sólo comenzó a leer algunos diarios el miércoles último, justo el día en que la principal noticia era el fallo de la Corte Suprema, que aprobó la constitucionalidad de la ley de medios. Ese día se vivió una fiesta en la quinta de Olivos.
Para hablar de asuntos del gobierno, los únicos que conversan con ella son su hijo Máximo; el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. Son los únicos que entran a Olivos por ahora.
Son dos exponentes centrales del «ala radicalizada», que monopoliza el diálogo con Cristina en plena convalecencia de su operación de hematoma intracraneal. La Presidenta se someterá a estudios el jueves próximo, a los 30 días de reposo, y sólo entonces se determinará la fecha en que reasumirá sus funciones.
Sin embargo, Zannini y Parrilli no gozan de plenos poderes para doblegar del todo al ala moderada, del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; el vicepresidente en ejercicio, Amado Boudou; el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, y el director de la Anses, Diego Bossio.
Es así como tras la derrota electoral del domingo último se impondría una política amigable a los mercados externos para ganar oxígeno financiero. El sector racional propicia un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un nuevo índice de inflación, lo cual crispa al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, del ala dura. El paso siguiente sería negociar un acuerdo de pago de la deuda de 9000 millones de dólares con el Club de París y un intento de acuerdo con los fondos buitre para evitar el default.
«Los dólares no alcanzan; el chavismo tendrá que amoldarse a la realidad para llegar a 2015», ironizó una fuente del sector moderado. Con ello, el Gobierno recuperaría crédito externo y atendería la falta de dólares que golpea a las reservas del Banco Central. «Depende del acceso al mercado a una tasa razonable, verán qué hacen con el tipo de cambio», dijo una fuente oficial.
Tal como informó ayer LA NACION, se analiza un desdoblamiento cambiario para el turismo y bienes suntuarios. También lo impulsa el viceministro de Economía, Axel Kicillof, del ala dura. En eso hay acuerdo. No se descarta poner topes a las compras en el exterior con tarjeta de crédito para evitar que sigan saliendo dólares del país. También se analizan subas de tarifas de luz y gas diferenciadas para sectores de menores recursos, la baja de subsidios y reducción de gastos en obra pública.
«Pero todo eso lo tendría que hacer el nuevo equipo económico y el nuevo gabinete, si lo hay, luego de asumir, y eso sólo será luego de que regrese la Presidenta», dijo a LA NACION una alta fuente. Esa agenda del ala moderada busca reciclar al kirchnerismo en la candidatura presidencial de Daniel Scioli para 2015.
El ala dura, cuyo extremo es La Cámpora, propone en cambio «profundizar el modelo» y «vivir con lo nuestro» hasta que las arcas y el BCRA queden al límite. Y que en 2015 se haga cargo la oposición.
«Luego de un gobierno de derecha volvemos en 2019 como ahora Bachelet en Chile», dicen allí. Pretenden evitar el triunfo de Scioli o de Sergio Massa en 2015 para que no se conviertan en líderes del PJ.
Este sector propone que Cristina bendiga un candidato presidencial propio e ideológico para 2015 entre los gobernadores Jorge Capitanich (Chaco) y Sergio Urribarri (Entre Ríos). Dos gobernadores ganadores para bloquearle adhesiones en el PJ a Scioli, a quien consignan como el perdedor del domingo último. Por eso Zannini quiere reemplazar a Abal Medina por Urribarri y a Lorenzino por Capitanich. Abal Medina, preocupado por sobrevivir, levantó su perfil, se apoyó en los gobernadores del PJ, e impulsa a Bossio, de excelente llegada a Cristina, para Economía, con aval de Boudou y Lorenzino. «El cambio de Urribarri por Abal es demasiado promocionado y eso puede impedirlo», dijo una fuente. También se habla del diputado electo Martín Insaurralde para un cargo en el gabinete sin asumir su banca. Todos esperan a ella para que se tomen las decisiones de fondo.
Sé el primero en comentar en «Tensión y parálisis a la espera del alta de la Presidenta»