El golpe de las heladas de septiembre volvió a instalar un problema endémico de la estructura productiva de la provincia: el criterio de «asistencia» a los sectores productivos de Mendoza.El actual Fondo Solidario Agrícola, ¿es la mejor solución para el productor pyme local? Esta pregunta que solo tendrá respuestas a fin de año. cuando se realice el balance general.
El ex ministro de la Producción Raúl Mercau de la gestión de Celso Jaque, -ahora esa cartera se denomina «de Agroindustria y Tecnología»- había insinuado un cambio de protagonistas y de criterios en la ayuda al pequeño productor: políticas integradas entre lo público y lo privado, que ayudan a quienes se integran, a quienes también aportan esfuerzo, propuesta y asociatividad. Por aquellos días, prometieron “cambiar el sentido asistencialista del apoyo oficial” y pasar a uno que se definió como “de criterio productivo».
La ayuda tiene que plantearse dentro de un modelo de interrelación entre el Estado y los productores a través de un modelo de consenso», se aseguraba.
Desde distintos sectores se interpretó el anuncio como una intención de virar hacia políticas de apoyo condicionadas a la asociatividad y al esfuerzo de superación de los propios actores de la producción, de la cultura del mero «asistencialismo». Por aquellos días, se esperaba conseguir concretar políticas que tendieran a un verdadero cambio cultural en el apoyo a la actividad productiva o la promoción del esfuerzo propio.
En la historia regional sobran evidencias de políticas basadas en una asistencia estatal de metas cortas y anuladora de la iniciativa del productor, sin un criterio de aplicación que base el apoyo en el esfuerzo real, la superación y la autogestión, esencia de la evolución económica y social.
Este magro concepto, además, siempre ha tenido muy alto costo social. Las profundas heridas financieras que han mostrado los presupuestos públicos a lo largo del tiempo o el paquete dramático de deudas impagas y de asistencialismo sin resultados concretos, son testimonios irrefutables de la inutilidad de ese criterio de asistencia sin exigencias ni estrategias, y del daño que finalmente se le hace a la iniciativa, al concepto de rentabilidad, a la imprescindible asociatividad y al riesgo privado, factores de la evolución económica de cualquier sociedad.
A esta altura, es necesario debatir entre todos los actores cuáles son las herramientas más beneficiosas para asistir al productor golpeado por las contingencias climáticas. Es importante no dilapidar esfuerzos, ni fondos públicos, en ayudas y subsidios que terminan «emparchando» una situación que es estructural e histórica.
Fuente: Revista de la Bolsa de Comercio de Mendoza
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