San Rafael, Mendoza miércoles 24 de abril de 2024

Tras dos años de baja, el consumo de carne vacuna se recuperó

La menor diferencia de precios con las pastas y otros sustitutos revirtieron la caída de la demanda, que creció en el año 21 por ciento

carneLa carne vacuna volvió a ser la reina en la mesa de los argentinos, al recuperar el terreno perdido en los últimos años ante el pollo y las pastas, y ascender a un consumo per cápita anual de 67 kilos. En un país carnívoro por excelencia, como la Argentina, con una ingesta de proteína animal similar a la de naciones más desarrolladas, la carne roja asienta su poderío en un precio que aumentó muy por debajo de la inflación, en su arraigo en los paladares locales y en un mejor valor relativo respecto de sus sucedáneos.

Luego de tener años de capa caída, el consumo de carne bovina dio un salto y la industria estima que a fin de 2013 llegará a los 67 kilos per cápita anual, lo que representa un incremento de 21% respecto de 2012. Desde el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (Ipcva), se destaca que entre 2010 y 2011 hubo una disparada de los precios y eso hizo que la gente sustituyera este producto por otros más baratos.

Lo que ocurrió en los últimos 12 meses es que el precio de la carne roja aumentó sólo 7%, muy por debajo del 25% de inflación estimado por las consultoras privadas. «Esto hace que la demanda vuelva a estar en los niveles de principios de los 2000, porque, aunque el aumento del resto de las carnes también fue poco, ante igual costo, el argentino prefiere los cortes vacunos», explican desde el Ipcva.

En cuestión de billetera, también hay un precio relativo que estimula el gusto local por el «asadito»: el incremento del precio del trigo, por las políticas gubernamentales que desalientan su producción, hizo que se disparara la cotización de la harina (la bolsa de 50 kilos costaba $ 180 en enero y ahora vale $ 300), con lo cual también subió la de las pastas. Hace dos años, el precio de éstas hizo que creciera su consumo y se convirtieran en el negocio del momento, pero hoy eso cambió.

Basta hurgar en la página de Coto Digital para comprobar que hoy el lujo no es comer un buen corte de carne, sino saborear un suculento plato de pastas frescas rellenas. En la plataforma virtual de este supermercado se puede ver que el kilo de pastas frescas rellenas va desde 45 hasta 55 pesos; mientras que hay cortes para la parrilla desde $ 33. En el segmento premium, en tanto, el kilo de pastas secas vale desde 75 (fideos largos) hasta $ 172 (fideos guiseros al huevo); mientras que la carne especial envasada al vacío va desde 75 hasta 121, según el corte.

Al abaratarse la carne roja, además, quedó al descubierto que, a precio similar, el argentino prefiere esa proteína y no otra. La primera golpeada por ese efecto fue la carne aviar, estrella de la última década. Si bien el pollo sigue con precios menores que los de la carne de vaca, la diferencia hoy es menor (ver info).

Karina Rasic, ejecutiva de la empresa avícola Rasic -produce y comercializa bajo la marca Cresta Roja-, dice que su negocio se complicó porque los cortes vacunos casi no aumentaron y porque culturalmente el consumidor local la prefiere por encima de cualquier otra.

En 2009, el consumo de pollo tocó lo que se estima es su techo, 39,8 kilos per cápita anual. Según dice Rasic, este año terminará con una leve caída y se posicionará en los 38 kilos. «Hoy el pollo está más barato que una pizza, pero lo que pasa es que es muy difícil que acá se coman más de 40 kilos por persona al año», afirma la ejecutiva.

La carne de cerdo, en tanto, se posiciona como una de las que tiene mayor potencial de crecimiento. Está tercera en volumen de consumo, detrás de la carne roja y el pollo, pero creció en los últimos años: en 2005 se comían 2 kilos de cortes frescos per cápita al año, mientras que hoy llega a 10 kilos (se comen 3 kilos más en chacinados). Juan Uccelli, presidente de la Asociación Argentina de Productores Porcinos, afirma que aún están lejos de su techo. «Entre fresco y lo que va a embutido, podemos llegar a 20 kilos en cuatro años», proyecta el directivo.

No obstante, Ucelli aclara que el abaratamiento de la carne de vaca también le pega un poco a su sector, porque para que los cortes frescos de cerdo se puedan vender bien tienen que estar muy por debajo del precio de la carne vacuna, algo que hoy no sucede (ver info).

Detrás de la caída del precio de la carne está la prohibición de exportar que pesa sobre este sector, lo que hace que se vuelque mayor cantidad al mercado interno y, por efecto de oferta y demanda, se derrumbe su valor. Esto, explican especialistas, resulta beneficioso para el consumidor a corto plazo, pero nocivo con vistas al futuro, porque el productor no tiene estímulos para producir más y llegará el día en que habrá menos carne y su valor se irá por las nubes.

Última en el gusto local, la carne de pescado también creció: el consumo de productos pesqueros subió 42,3% entre los primeros ocho meses de 2013 e igual período de 2012, al trepar desde 6,8 kilos per cápita a los 9,7 kilos por habitante.

LA ARGENTINA, ENTRE LOS PAÍSES MÁS CARNÍVOROS

El repunte en el último año de la carne vacuna y el avance en la última década de la industria aviar y porcina convierten a la Argentina en uno de los países con mayor consumo per cápita de proteína animal: entre enero y julio de este año hubo un consumo per cápita anual de 116,60 kilos. No sólo eso, según estimaciones de los distintos sectores productivos, se podrían alcanzar los 118 kilos al finalizar 2013.

El dato no es menor si se tiene en cuenta que países con mayor producto bruto interno per cápita están apenas por encima de esta cifra, como es el caso de los Estados Unidos, que tiene un consumo por persona de 120 kilos de proteína animal al año.

¿Cómo está compuesto el mix de consumo cárnico en la Argentina? La vacuna lleva la delantera, con 67 kilos per cápita anual; seguida por la aviar, con 38 kilos, y la porcina, con 13 kilos (10 de cortes frescos y 3 de chacinados).

Este crecimiento se dio en poco tiempo, puesto que en 2009 el país tenía un consumo promedio de carnes de 93,3 kilos per cápita al año, similar al de países como Francia o Australia. Pese a las recomendaciones médicas que sugieren reducir su ingesta, la carne sigue tentando al paladar local.

Por Carlos Manzoni  | LA NACION

 

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