El jueves se estrena este filme de Roland Emmerich, sobre un ataque terrorista. Actúan Jamie Foxx, en el papel de presidente de los EE.UU., Channing Tatum y Maggie Gyllenhaal.
Y que, durante la presentación ante la prensa del filme -que relata la toma de la sede del Gobierno estadounidense por un grupo terrorista y las mil y una formas de supervivencia del Presidente, ayudado por un frustrado aspirante a integrante de su custodia personal-, se encargó de poner distancia con cualquier tipo de interpretación que lo asociara con hechos como el ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2011.
“Una cosa son los acontecimientos reales, y otra muy distintas, las películas. Creo que hay que ser cuidadoso, y no tomarse mis películas muy seriamente, porque ni siquiera yo lo hago. Aquellos son hechos demasiado trágicos como para que sean comparados a un filme”, señaló, ante un grupo de periodistas.
No obstante, Emmerich admitió que hay algo más que una sucesión de explosiones, disparos, incendios y peleas mano a mano. “Creo que toda película de entretenimiento debería tener un mensaje, porque de no ser así, carecería de alma. Y ésta habla de la división que hoy existe en la sociedad norteamericana”, dijo.
Una postura que encontró eco en Gyllenhaal, quien consideró que “si una película no se hace preguntas acerca de algo relacionado con la condición humana, no le puede interesar a nadie”. Al mismo tiempo que criticó, al paso, su enojo por el tratamiento cinematográfico que se le da a las noticias del mundo real.
La actriz neoyorquina, quien admitió su intención inicial de rechazar el proyecto, agregó que fue justamente ese valor agregado lo que la sedujo -de la mano del poder de persuasión de Emmerich- para, finalmente, aceptar la invitación. “La primera vez que leí el guión, me resultó algo aburrido. Eso, sumado a que había pasado muy poco tiempo del nacimiento de mi segunda hija, Gloria, hacían que me inclinara a decir no. Pero Roland viajó a mi casa, me expuso sus ideas y logró convencerme”, resumió.
Quienes, en cambio, no tuvieron reparos en subirse a la propuesta, fueron Tatum y Foxx. “Uno de mis filmes favoritos de los ‘80 fue Amenaza roja, que no era más que acerca de norteamericanos enfrentados a otros norteamericanos. Y, teniendo en cuenta que nunca estuvimos tan divididos como ahora, la película resultaba relevante”, dijo Tatum.
Mientras, Foxx puso el acento en la cuestión del patriotismo: “Como dijo Roland, es importante que la gente entienda que se trata de una película. Pero, al mismo tiempo, creo que vivimos en uno de los países más increíbles del planeta, en el que tenés la libertad de hacer explotar por el aire la cúpula del Capitolio; y por el que sentimos gran orgullo.” Aun así, fue algo más que lo vinculado con “el mensaje” lo que acercó a ambos actores a El ataque. “No sé si conozco otro director que pueda hacer algo de este tipo de filmes con más estilo que el de Emmerich. Debe haber pocos que puedan trabajar en semejante escala”, admitió Tatum, quien prefirió no ser reemplazado por dobles en sus escenas de riesgo.
¿Muy adrenalínico? “Cuando Roland te dispara con cosas, la adrenalina es lo de menos. Es mejor preocuparte por estar en el lugar correcto en el momento correcto, para que nada te caiga encima”, explicó el actor, quien contó que debió hacer algunas cosas que jamás había imaginado, como caer desde una terraza a través de un vidrio. “Fue divertido”, dijo, y cerró: “Me gusta hacer lo que exige el personaje, porque me hace sentir gratificado.” En tanto, Foxx bromeó con su salto del rol de un esclavo, en Django sin cadenas al de presidente de los Estados Unidos en El ataque, en el término de un año, denominándolo “la evolución de la libertad”. “Fue grandioso sacarme las cadenas de encima y ponerme un traje”, agregó.
Para el actor, haber tenido un par de encuentros con Barack Obama -el último, en su rol de maestro de ceremonias durante el homenaje que la Casa Blanca le rindió al sello discográfico Motown, en 2011- fue de utilidad, a la hora de la construcción de su personaje. “Lo que noté en él fue que era una persona accesible, a pesar de su imagen presidencial. Así que tomé algunas cosas de lo que percibí, sin pretender hacer una personificación de Obama. Definitivamente no lo es”, señaló.
Sin trabajos compartidos en el pasado, los tres, Foxx, Tatum y Gyllenhaal revisaron las pocas ocasiones en las que habían entrado en contacto antes de coincidir bajo la batuta de Emmerich.
“A Jamie lo había conocido cuando hizo una película con mi hermano (Jake) y mi esposo (Peter Sarsgaard). Y me dio algo de miedo”, contó la actriz. “¿Miedo?”, interrumpió Foxx. Y Gyllenhaal completó la idea, apuntándole con su mirada. “Tenías tu propio trailer, toda esa cosa grandilocuente alrededor. Pero, te amo”, disparó, entre risas.
En tanto, Tatum y Foxx recordaron haber compartido alguna fiesta en la que el segundo ofició como DJ. Y coincidieron en que una de las claves fue la química que lograron desde el principio.
“De eso se trata, también, lo que uno debe hacer como director”, destacó Emmerich. Para concluir: “Cuando vas a convocar a alguien para trabajar, te tenés que preguntar: ‘Podrán estos tipos trabajar juntos y llevarse bien?’. Y me di cuenta de que ambos hablaban muy bien del otro. Eso, en definitiva, siempre es importante, porque no creo que en la pantalla eso se pueda fingir. Y, en este caso, una vez que comenzamos a rodar, nos dimos cuenta de que las cosas irían mejor de lo que imaginábamos. Hoy, no me imagino esta película si ellos.
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