El pasado 8 de mayo cumplió 91 años. Era el anteúltimo, en «orden de cigüeña» (tal como solía decir), del popular conjunto. Como Roberto yMachaco, nació en Santiago del Estero (los mayores Machingo y Adolfo eran respectivamente oriundos de La Plata y Buenos Aires). Lejos de amedrentarse a medida que fue perdiendo a sus hermanos, con quienes constituyó uno de los grupos más significativos de nuestro folklore, Víctor Manuel «Vitillo» Ábalos jamás quiso bajarse de los escenarios ni de otras actividades relacionadas con la música. Ahora mismo, en vísperas de la presentación de un nuevo espectáculo en el teatro SHA el próximo 20, la información previa hablaba de una despedida que, puesto él a explicarla, no da como tan definitiva.
Este diario compartió una merienda en su casa de Congreso, en un comedor en el que rodeando el piano de cola abundan los bombos y otros instrumentos y numerosos premios y recuerdos de una larga vida con la música. Gran charlista, no es sencillo conducir con él la conversación. Las anécdotas se van mezclando con las respuestas más concretas, siempre con la posibilidad de que se cuele un chiste a manera de paréntesis.
«Yo soy de un tiempo en el que no existía el televisor, ni el celular, ni la computadora. La comunicación era siempre de persona a persona. Así aprendimos con mis hermanos y así aprendieron muchos los temas de nuestro folklore. Igual, tenga en cuenta que, a pesar de lo que la gente cree, nuestra música criolla no es tan antigua; ni qué hablar si la comparamos con algunos países como Japón o la China. Cuando nosotros empezamos, tuvimos que ir armando nuestro propio repertorio; de allí fueron naciendo muchas de aquellas canciones que después se hicieron conocidas», comenta.
Periodista: Son muchísimos años de escenarios y canciones, ahora ya sin sus hermanos. ¿No lo fatiga seguir haciéndolo?
«Vitillo» Ábalos: No, para nada. Es un gusto. Y por suerte, tengo salud como para eso. Mire: con el apoyo del ANSES y la Secretaría de Cultura, en los años 2011 y 2012 hemos hecho un montón de presentaciones con mi espectáculo «El Patio de Vitillo Ábalos» por todo el país. Y tenemos un país enorme, tan distinto en su geografía y en sus culturas, que da gusto seguir recorriéndolo (se imagina que yo lo he hecho montones de veces). Esos eran espectáculos que presentábamos para un público de la tercera edad, aunque yo soy en realidad de la cuarta edad.
P.: Desde su perspectiva, ¿cómo ve lo que pasa actualmente con el folklore?
V.Á.: Me gusta cuando hay gente nueva que se interesa por acercarse al folklore. Pero, sin que yo me considere el dueño de la verdad, veo que muchos se largan a intentar novedades sobre una música que no conocen muy bien. Yo no me dejaría atender los dientes por un tipo que no hubiera terminado la carrera de odontología. Del mismo modo, creo que quien se quiere subir a un escenario profesionalmente, antes tiene que estudiar, que formarse, que aprender. Por suerte, hay muchos jóvenes muy bien preparados y yo mismo ando por el país con varios de ellos, aunque no pasa en todos los casos.
P.: Simultáneamente con su actividad como músico, sigue dedicándole tiempo a hacer radio. ¿Qué lo motiva para eso?
V.Á.: Fue algo que siempre me gustó. Lo hicimos mucho tiempo con mis hermanos y sigo haciéndolo solo. Actualmente, tengo un programa los lunes de 17 a 18 en Radio Soldado y de 19 a 20 en Radio Nacional Folklórica. Y lamentablemente, perdí uno que tenía en Radio Ciudad. Empezamos con mis hermanos en 1942, cuando esa radio municipal transmitía desde el teatro Colón; imagínese. Siempre fue una preocupación de los Ábalos lo de «argentinizar a los argentinos»; y la radio es un buen medio para eso. Es algo muy importante porque me permite la comunicación directa con la gente. La radio no tiene imagen, y entonces usted tiene que imaginarse casi todo. Voy sin un libreto y ahí voy contando lo que se me va ocurriendo, contándo historias, explicando cosas de nuestra música. En ese sentido, tengo que agradecerle a mi materia gris que me sigue respondiendo.
P: Usted forma parte de una generación de artistas emblemáticos para el folklore, muchos de los cuales ya no están lamentablemente entre nosotros. ¿Es un vacío que se puede llenar?
V.Á.: No es tan fácil. Ya no están mis hermanos, ni Los Chalchaleros, ni Los Fronterizos, ni Yupanqui, ni Mercedes Sosa, ni Ariel Ramírez, ni Jaime Dávalos, ni tantos otros. Hace muy poquito se nos fue el querido Eduardo Falú, que lamentablemente la pasó mal en el último tiempo. Como le decía antes, hay jóvenes muy valiosos y otros a los que los veo faltos de preparación. Pero, en cualquier caso, el vacío de gente tan importante no algo que pueda llenarse de manera sencilla. Igualmente, yo me imagino esto como un fogón al que hay que ir agregándole leños para que no se apague. A veces parece que ya no queda fuego, pero cada tanto viene alguien que le echa una madera y el fueguito vuelve a surgir. Ahí está el alma humana, que nos hace cantar, nos hace bailar, nos lleva a hacer arte. Yo no soy médico y no soy capaz de demostrarle que existe el alma, pero creo profundamente que existe. Y le digo algo más: antes yo me preocupaba por saber de dónde venían las cosas, de entender todo hasta en el menor detalle. Insisto con mi idea de que hay que formarse, educarse, estudiar. Pero hace rato que dejé de preocuparme por encontrar la punta del ovillo y que empecé a disfrutar del ovillo en sí.
P. ¿Qué es lo que sucederá el 20 de setiembre en el SHA?
V.A.: Voy a presentar mi espectáculo «El patio de Vitillo», con la base de lo que le contaba antes. Incluso, ya fue un disco que publicamos unos años atrás. Vamos a arrancar con un video de unos 10 minutos con la historia de los Hermanos Ábalos, y después voy a compartir el escenario, en dúos o en grupo completo con Adrián Rotger (un muchacho que toca varios instrumentos y es compositor), Jesús Gramaglia en charango, la bailarina Vanesa Ledesma y el pianista Ariel Barreda. Yo tocaré el bombo y diré algunas cositas. Y tendremos como invitados a Liliana Herrero, Mavi Díaz y Paco Garrido. En realidad, tenemos antes una presentación en La Banda el 15 de setiembre. Y después del SHA habrá algunas otras por el país, aunque todavía estamos confirmando las fechas. Y si todo sale bien, tengo una invitación para tocar el bombo con Martha Argerich en un festival de música clásica en Bruselas, donde ella vive.
P.: Lo de la despedida no parece muy creíble entonces.
V.A.: Me voy despidiendo despacito. Lo voy viendo. Cuando me miro en mi espejo mágico, me digo «che, hacé algo porque me estoy oxidando», y entonces sigo un poquito más.
Fuente:ámbito.comEntrevista de Ricardo Salton |
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