San Rafael, Mendoza martes 30 de abril de 2024

Se viene la fábrica personalizada

Dicen que es “la nueva revolución industrial”. Cualquier objeto y material puede ver la luz con esta tecnología que amenaza con cambiar para siempre la forma de consumo de una sociedad.

Se viene la fábrica personalizadaUna impresora con sistema Rep Rap (es decir, 3D). Funcionan con bobinas de material que funden para luego modelarlo.

Los especialistas no dudan en denominarla “la Revolución Industrial del siglo XXI”. Y, pese a que recién ha transcurrido poco más de una década de éste, sin dudas que asoma como uno de los hitos tecnológicos universales.

Se trata de las impresoras 3D, parte del proyecto RepRap (que está vinculado a la reproducción y el prototipado rápido), y que le permiten al usuario reproducir cualquier objeto material que desee, luego de dibujarlo o replicarlo tridimensionalmente y de enviarlo a imprimir. Sí, de la misma forma que ocurre con la impresora tradicional, pero con objetos de plástico, metal y otros materiales.

“Es como tener una fábrica en tu propia casa. Dibujás el producto en un programa 3D y después lo producís físicamente. Trabaja con metales en polvo y con distintos plásticos y en minutos tenés materializado lo que diseñaste”, sintetiza Rubén Juárez, de la empresa Zootec, uno de los pocos fabricantes argentinos de estas máquinas que recién están desembarcando en el país.

Por su parte, Fernando Castro, integrante del emprendimiento Artesanos Digitales -quienes la semana que viene dictarán un curso sobre este fenómeno en la UNCuyo- fue más allá de lo material: “Lo que rescatamos es la filosofía que está detrás de esta tecnología.

Es la misma que impulsa el software abierto (que pregona que sea accesible para todos), pero llevado al hardware. Quedan liberadas las patentes y, al tener el código libre, la arquitectura es transparente. Con el acceso a esta tecnología, la gente va a poder hacer sus propios prototipos, sus propios productos”, indicó Castro.

Una revolución

Al igual que ocurrió con el aporte de Gutenberg a mediados del siglo XV, que hizo accesible la imprenta moderna y terminó con el principio de la literatura accesible sólo para algunas minorías, en el mismo nivel podría ubicarse al inglés Adrian Bowyer.

Doctor y profesor en ingeniería mecánica de la Universidad de Bath (Reino Unido), fue el fundador de RepRap y actualmente lidera el equipo del proyecto.

“Lo pensó como una máquina que funcionaría de forma conjunta con la población, de forma abierta. El espíritu del proyecto es que sea de construcción y conocimiento de forma colaborativa. Esta ‘tercera revolución industrial’, como le llaman, viene acompañada de un cambio de forma de concebir el consumo. Porque ahora vos producís lo que consumís y, al mismo tiempo, lo compartís con todos”, siguió Castro.

En lo que tiene que ver precisamente con lo fáctico y material, el abanico de posibilidades es realmente asombroso. Basta con hacer una búsqueda superficial por internet, tipeando en cualquier buscador las palabras “impresiones 3D” y los resultados son asombrosos. Juguetes, marionetas, títeres, protectores para celular y hasta yesos confeccionados a medida son apenas algunas de las cosas que se pueden hacer con la tecnología RepRap.

“Podés imprimir lo que quieras: juguetes, moldes, lo que se te ocurra. El otro día sucedió, por ejemplo, que unos especialistas necesitaban simular un implante óseo craneal e hicieron el modelo de la prótesis para el paciente con una impresora 3D para ver si se amoldaba bien y luego poder encargar la prótesis verdadera. En otro momento hubiesen tenido que pedir la definitiva y rogar que no hubiese ningún error en medidas ni nada. Reduce tiempo y costos, es totalmente distinto a tener un dibujo en papel o un powerpoint”, destacó Juárez, de Zootec.

Lo único que le falta a las impresoras 3D y a sus productos para ser furor es que alcancen cierta masividad, para que todos tomen conocimiento del cambio de paradigma que arrastra. Esta situación va bien encausada, pero aún resta un largo trecho.

“Con el RepRap podés imprimir lo que quieras”, indicó Juárez. Y en ese concepto entra todo. “Podés trabajar con materiales de los más diversos, como son los metales en polvo (oro, plata, platina) o plásticos como polímeros, PLA, ABS, nylon y silicona.

Se pueden hacer juguetes, paragolpes, espejitos retrovisores y otros repuestos de autos que se fabrican con el tipo de plástico ABS. Te diría que no hay un límite, ya que podés fabricar cualquier cosa que puedas dibujar en 3D, sino que es algo más ético que otra cosa. En Estados Unidos, por ejemplo, hay gente que ha impreso hasta armas de fuego”, agregó el encargado de Zootec.

Compartir diseños

Más allá de la complejidad de su funcionamiento (algo que se torna mucho más dificultoso aún al momento de intentar explicarlo con palabras), todo parece mucho más simple al verlo en persona. “El aparato va tirando material de forma muy precisa, por cantidades. Lo acumula para darle forma y lo deposita fundido. El material en su estado original viene en filamento, enrollado en una bobina y cada material trabaja a su temperatura para trabajarlo en estado líquido”, indicó Juárez.

Retomando la experiencia mendocina, desde el proyecto Artesanos Digitales -que apunta justamente a componer nuevas formas de producción- también resaltaron la importancia de tener lo que cada persona quiera o necesite casi al instante.

“En lo que se refiere a la calidad del producto, aún le falta un poco para que sea uno terminado. Es decir, no se puede crear el objeto definitivo, pero sí maquetas a escala. Pero con el paso del tiempo, cuando se afiance el proyecto, la gente va a dejar de consumir y comprar muchas de las cosas que hoy necesita que fabriquen unos pocos. Ya pasa con muchos repuestos plásticos que se escanean, se dibujan y se tienen en el momento”, destacó Castro, haciendo hincapié en que todo se complementa con la mentalidad de “compartir diseños entre todos”. “Todo lo que necesitamos podemos hacerlo nosotros”, sintetizó.

Modelos y precios

Actualmente en Argentina hay, al menos, tres firmas que están fabricando y vendiendo sus propias impresoras 3D. Más allá de los distintos tipos de máquinas, el proceso de materialización de los objetos es -detalles más, detalles menos- el mismo: la adición progresiva, capa a capa, de material.

Una de las más económicas es la FDM (siglas en inglés de ‘modelado por deposición fundida’). En estos casos, una extrusor toma un hilo plástico, lo funde y lo va depositando por capas hasta formar el volumen previsto.

El modelo Beta, en tanto, funciona por estereolitografía, es decir, construye mediante un rayo de luz que ‘dibuja’ el objeto capa por capa sobre una resina líquida fotosensible.

“Hace cuatro años estamos fabricando las impresoras RepRap de forma personal, por pedidos, y hace dos empezamos a vender al público. Es bueno que esto se haya democratizado y pueda ser accesible para toda la gente”, destacó Juárez.

Los precios de las impresoras de Zootec van entre los 10 mil y los 15 mil pesos (sin incluir el IVA), dependiendo exclusivamente de la precisión con que se trabaja cada objeto, y están desarrolladas por la industria nacional. Pese a tener su sede en San Isidro, Buenos Aires, hacen envíos a todo el país.

Fuente: Diario Los Andes – Ignacio de la Rosa – idlarosa@losandes.com.ar
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