Por lo pronto, el resultado electoral será motivo de un análisis por parte de la cúpula del PJ mendocino. En principio se prevé que haya una reunión en las próximas horas. Así lo adelantó el presidente del peronismo y candidato a diputado nacional Alejandro Abraham.

Ayer por la mañana, Pérez participó de los actos de los 99 años de la creación de General Alvear y allá fue dónde adelantó que habría cambios.

Textualmente, Pérez dijo a la prensa: «Estamos evaluando cambios en algunas líneas, pero no por el resultado electoral, sino por algunas cuestiones muy particulares, que seguramente la semana que viene vamos a resolver. En la línea de subsecretarios y directores».

Sólo esa frase y la definición quedó ahí. Pero en las usinas del PJ se indicaba que el mismo domingo por la noche hubo una reunión de emergencia, en la que Pérez desató su ira en su entorno más cercano.

En voz baja nadie negaba tajantemente que los cambios no tuvieran una componente electoral. «No es el único motivo» decía alguien como al pasar, mientras explicaba que los retoques se producirían en algunas áreas que no estaban trabajando del todo bien.

El resultado electoral no ha pasado desapercibido y a nadie se le escapa que el delicado equilibrio interno puede conmoverse a la hora del reparto de responsabilidades.

Algunos dirigentes sacaban a relucir los viejos adagios para llamar a la racionalidad: «El peronismo no se suicida en el poder»; en medio de la confusión generalizada, el llamado es también una forma de activar el gen de la supervivencia.

Salvo los tres intendentes que salvaron la ropa en la debacle (Righi de Lavalle, Salgado de Santa Rosa y Félix de San Rafael -ver aparte-), hay quienes entienden que hubo intendentes que no pusieron todo lo que tenían para poner.

Hay comunas en las que el cacique tiene mucha más imagen que los votos que obtuvo el Frente para la Victoria. Y esto seguramente se hará escuchar en algún momento, sin embargo, ni siquiera el intendente candidato Abraham pudo imponerse en su comuna.

«Cuando viene la ola en contra, no hay una sola causa que explique la derrota» decían algunos en voz baja.

Lo mismo decía Abraham: «Hubo un voto castigo contra el oficialismo. Pero no es una sola la causa». El propio Gobernador también ensayaba una explicación en el mismo sentido. Habló de que «el resultado fue adverso al oficialismo en casi todo el país» y que hubo «errores propios y ajenos».

Luego explicaba que: «Hay que aceptar el resultado y desde esta aceptación hacer el análisis correspondiente a todos los que nos cabe una responsabilidad política, seamos o no candidatos».

Ese parece ser el clima, al menos unas horas después de la debacle. Está claro que la derrota no tendría el mismo peso, si el ganador fuera otro radical y no Julio Cobos y eso también es tenido en cuenta. Cobos, no es un adversario cualquiera. Es el némesis que debía ser neutralizado. Y no lo fue.

Pérez desde Alvear intentaba un análisis. Decía que todas las encuestas habían indicado que la diferencia no sería de más de 12 puntos, rezongaba de que el error estadístico tenía que ver con la caída del que, a priori, era el tercero en discordia, el radical que competía con el sello del Partido Federal, Roberto Iglesias.

«La caída de Iglesias le transfirió los votos a Cobos… No hubo una fuerza opositora clara para que compitiera con la UCR», ensayaba el Gobernador.

Ayer Abraham decía en las redes sociales: «Estoy fuerte. Serán dos meses muy duros. Redoblaremos el trabajo en equipo para optimizar el resultado de cara a las elecciones de octubre». El mensaje fue más conciliador, poniendo paños fríos.

Pérez daba otro mensaje conciliador desde el Sur mendocino: «Las PASO nos dan la posibilidad de rearmarnos», para luego pedir que la Legislatura trate alguno de los proyectos de ley en danza, para implementar la Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias para los cargos provinciales y departamentales.

Es que la elección del domingo es apenas el partido de ida en esta eliminatoria electoral prevista para los cargos nacionales, en este caso, para elegir los diputados nacionales.

En octubre se dará la última batalla, la definitiva.