San Rafael, Mendoza viernes 22 de noviembre de 2024

Historias de mujeres con tareas de hombres

Nueva propuesta de Gabriela Izcovich, que cuenta con la escenografía y el vestuario aportado por Uocra

     »No me veo trabajando con un texto de moda». 

Le gusta escaparse de su casa para ir a un café a escribir. Es su costumbre. Allí, la dramaturga, actriz y directora Gabriela Izcovich encuentra el espacio ideal para diseñar sus obras, sus personajes. A veces, mientras se deja llevar por una historia piensa en posibles actores o en espacios teatrales donde luego montará el texto. No siempre consigue completar sus fantasías. Pero no le importa. «Escribir es como respirar», explica.

En los últimos años, su trabajo estuvo muy ligado a la adaptación de textos narrativos de autores consagrados: Paul Auster, Antonio Tabucchi, Hanif Kureishi, Federico Jeanmaire, Sándor Márai, Eduardo Sacheri. «Es que a veces tengo la sensación de que las ideas de los otros son mejores que las mías -explica-; entonces, adapto novelas que son muy buenas, pero la escritura propia también me divierte mucho. Sin duda, entre la escritura de los otros y la mía hay un océano de por medio, pero he tenido la suerte de que los autores vivos con los que he trabajado me han apoyado mucho: han leído las versiones, han visto los espectáculos, me he sentido muy acompañada.»

El próximo sábado Izcovich estrenará su nueva producción, Bocas de registro . Una pieza en la que muestra a cinco mujeres albañiles en plena construcción de un edificio. La idea surgió en casa de una amiga que acababa de terminar de remodelar su casa e hizo el final de obra con un asado. De él participaron los hombres encargados del trabajo. La charla durante ese almuerzo fue un fuerte disparador de situaciones en las que la autora decidió colocar a mujeres.

«Hice muchísimos borradores de este texto y me divertí muchísimo. Si bien es una obra de mujeres que construyen, lo que hago es poner en un cuerpo femenino la actividad masculina, pero la psiquis, los diálogos, las cosas que conversan y les suceden son de ellas. Trabajo con un músico, también. Él aparece en el final de la obra en construcción y hace un aporte muy sensible sobre el amor. El hombre es quien lo trae.»

Algo muy interesante de este proyecto es el apoyo que brindó la Uocra. El sindicato no sólo les regaló los vestuarios y los elementos que forman parte de la escenografía, sino que además lo tomaron como un juego didáctico que posibilita divulgar de qué manera se trabaja en una obra en construcción.

«Hablando con la gente de la Uocra, que han sido de una enorme generosidad con nosotras cuenta Gabriela Izcovich-, me enteré de que en el país hay cinco mil mujeres albañiles y que son muy requeridas, sobre todo para los trabajos de terminación y porque, además, son muy responsables. Una delegada vino a ver un ensayo con un capataz y disfrutaron mucho del trabajo, a la vez que nos corrigieron muchas cosas.»

Siendo estudiante de la carrera de letras la autora y directora era una apasionada por los creadores griegos: Sófocles, Eurípides y Esquilo, y algo que la impactaba era «cómo esos hombre podían crear personajes femeninos tan fuertes y que luego eran representados por hombres. Cómo concebían Antígona , con esa capacidad de observación respecto del mundo femenino. Hoy, las mujeres tenemos más libertad de acción, pero, en realidad, uno puede limitar a una mujer, encerrarla, pero su fuerza creativa va a sobrepasar las paredes.»

Alejada de la actuación, un poco por decisión personal, Gabriela Izcovich sabe moverse entre el circuito comercial y el alternativo, pero le gusta afirmar que su trabajo siempre está ligado con lo artesanal. «No me veo trabajando con un texto que no me guste, que está de moda, no puedo trabajar de esa forma. Son cuestiones como respirar. No me veo haciendo concesiones de ningún tipo. No me hice famosa y esto no lo voy a cambiar porque, además, siempre tengo retribuciones buenísimas en la respuesta del público o en las relaciones que entablo con los autores que adapto. Eso es impagable.»

El elenco de Bocas de registro está integrado por Malala Giaccio, Claudia MacAuliffe, Sonia Novello, Miguel Rausch, Mariana Rodríguez y Vilma Rodríguez.

Por Carlos Pacheco  | LA NACION
Foto: LA NACION / Hernán Zenteno
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