San Rafael, Mendoza miércoles 27 de noviembre de 2024

El hombre multidimensional, precursor de la biopolítica

Gregorio

En Marcuse. Una introducción, el ensayista argentino Gregorio Kaminsky explora el recorrido teórico y práctico del filósofo alemán que estudió los efectos alienantes del capitalismo sobre los sujetos y las nuevas formas de liberación que emergieron en los 60, entre otras la biopolítica en un sentido no represivo.El libro, publicado por las ediciones Quadrata en coedición con la Biblioteca Nacional, recupera a un pensador libertario, que alcanzó a escapar de la Alemania de Hitler y siempre se movió en los ambientes más radicales de la izquierda norteamericana, poblada de otros pensadores como él.

Kaminsky es doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente. Entre otros libros publicó Estructuras interferidasSpinoza, la política de las pasionesDispositivos institucionales y Tiempos inclementes.

Este es el diálogo que sostuvo con Télam.

T : ¿Cómo pensar una biopolítica desde la posición de Marcuse, que acaso por reflejo uno lo vería como crítico de la racionalidad instrumental?
K : No es imposible pensar que toda (o casi toda) la obra marcusiana, aunque con acento francés y preocupación epistémica, sea un pormenorizado trabajo político-cultural respecto de lo que hoy denominamos “biopolítica”.

T : Si podés ampliar …
K : Es que ha sido necesario otorgar una enorme relevancia a la dimensión del sujeto y a su interior, a la del cuerpo. Ese procedimiento insumió tiempos conceptuales y no pocos sistemas teóricos que dejaron ver que el marcusiano no era lo que despectivamente se tituló como un “humanismo”. Para el caso, la categoría “juventud” tiene un claro sesgo biopolítico y ninguna excepcionalidad de clase. Y no fue Marcuse quien se autopropuso como el teórico de mayo del 68.

T : Entonces …
K: Entonces tu anterior pregunta agrega la racionalidad instrumental. Y bien: si ésta no sólo es enfocada desde la perspectiva frankfurtiana (por la Escuela de Frankfurt), es decir, desde su vertiente coactiva, es posible que las racionalidades instrumentales y artesanales constituyan saberes del cuerpo, destrezas de la subjetividad, unas biopolíticas que reescriban los poderes en el lazo social.

T : El hombre multidimensional, que podríamos oponer al unidimensional, ¿no arrastra un relente romántico que es fácilmente transformado en una mercancía, reforzando así la tenaza capitalista?
K : Decís “relente romántico”; esto es: ¿asociado con la así llamada corriente estética iniciada en el siglo XIX?, o simplemente, ¿un enfoque teleteatral? Aquel supone (según tus palabras) una “multidimensionalidad” que, en jerga marcusiana,  podríamos pensar como una racionalidad radical. En cambio, el enfoque alienante no deviene mercancía porque desde su producción ya lo es. Ergo, las acciones mecanizadas, repetidas, identitarias, de las clases obreras (o sus equivalentes) constituyen la caja de herramientas que guarda, entre otros instrumentos, la “tenaza capitalista”. Pero en Marcuse destaca lo impensado bajo el modo de “la imaginación al poder”.

T : Esa biopolítica de la que hablás.
K : Exacto, entendida como lo hacía Marcuse: la vida merece ser vivida. Es decir, imponerse una ruptura con las maneras habituales de oír, sentir, comprender, de modo que el organismo pueda tornarse receptivo a las formas potenciales de un mundo no agresivo. Eso permitiría no sólo una resistencia eficaz a la alienación sino también la posibilidad de proyectarnos hacia lo “diferente”. Para resumir: se debe denunciar el “asiento biológico” en el cual se apoya la sociedad opresora. El nuevo sujeto debe ser re-biologizado. Debe deshacer las trampas anidadas en nuestro propio organismo, romper una moralidad social proyectada hacia adentro que ha devenido una necesidad vital. Eso que Marcuse llama “biología” es lo que actualmente se conoce como biopolítica.

T : Al respecto, ¿creés que a Julian Assange o a Edward Snowden se los puede pensar como nuevas figuras contraculturales o como vigilantes arrepentidos en un bucle sin escapatoria, el capitalismo precisamente?
K : Marcuse pensaría que más allá de las intenciones, esos tipos, convertidos en máquinas de guerra, nunca son algoritmos, y tampoco son axiomáticas. En consecuencia, siempre tienen fallas. Yo creo que no está mal pensar a esos personajes en términos de un bricolage emergente de esas fallas.

Telam
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