San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Controversia y suspicacias por el viaje a Seychelles

  

Las islas Seychelles, donde la Presidenta hizo escala durante dos días en enero pasado. Foto: Archivo 

El 21 de enero de 2013, a las 23.18 (hora local), Cristina Kirchner despegó de Vietnam a bordo de un avión matrícula inglesa D-AXTM. La aeronave y su tripulación estaban en condiciones de volar 13 horas. Sin embargo, sin que mediara una emergencia, 7 horas y media después el avión aterrizó en el aeropuerto de Mahe, Seychelles, un paraíso turístico y fiscal en el océano Índico . Las preguntas empiezan allí.

Cinco fuentes, todas ellas con gran experiencia en este tipo de servicios y dos de ellas varias veces miembros de la tripulación presidencial, discreparon con la versión de la Casa Rosada : no sólo no era necesaria esta escala para que la tripulación descansara, porque no hay legislación que obligue a bajar tras 7 horas y media de vuelo, sino que tampoco es común que un jefe de Estado deba esperar más de 13 horas para un descanso del personal de a bordo.

Otra fuente de una aerolínea comercial, a cargo de la programación de todos los pilotos internacionales, dijo que las empresas hacen lo imposible por evitar este tipo de demoras a los pasajeros comunes, y mucho más a un presidente y en un vuelo contratado por un gobierno.

Ningún especialista consultado por LA NACION entendió esa larguísima escala y conjeturaron que los motivos para permanecer allí seguramente fueron otros.

El avión Bombardier Global 5000 o Gulfstream 550 tiene una autonomía para volar de 7300 millas náuticas (alrededor de 13.000 kilómetros) y puede mantenerse en el aire por alrededor de 12 horas. ¿Cómo solucionan las empresas los descansos de los pilotos ante vuelos que cruzan el globo?

Un comandante de una aerolínea contestó: «Si efectivamente los pilotos hubieran tenido que descansar, cosa que dudo realmente, la compañía debería haber mandado una tripulación a Seychelles. Cuando el avión baja, cambia la tripulación y se carga combustible. En 50 minutos está de vuelta en el aire. Pero jamás se hace esperar a un pasajero trece horas y media. Y menos aún si se trata de un presidente que, además, pagó 730.000 dólares por el traslado», contestó.

Además, según pudo precisar LA NACION, no es posible haber improvisado la sospechosa escala presidencial: todo el itinerario de un pasajero del calibre de la jefa del Estado se conoce y se programa antes de salir.

Justamente, los conocedores de las costumbres protocolares de la Presidenta se extrañaban de la buena voluntad de la mandataria con los comandantes.

En dos viajes anteriores, la comitiva oficial viajó sin detenerse muchas más horas. Jorge Pérez Tamayo, ex piloto presidencial en varias oportunidades, aportó dos datos. «Como piloto presidencial, hicimos Buenos Aires-Moscú (en diciembre de 2008) en 15 horas y lo hicimos sin escalas. A la vuelta, por una cuestión de vientos, tuvimos que bajar en Río de Janeiro. Y cuando viajamos a Arabia Saudita, que aterrizamos en Doha (en enero de 2011), tuvimos 16 horas y 25 minutos de vuelo. Todo sin escala», dijo el comandante de Aerolíneas Argentinas. Según las normas de derecho aeronáutico, la autoridad que interviene para regular el descanso de pilotos es la correspondiente al país de matriculación del avión. En este caso, como el avión es inglés, las normas referentes a tiempos de servicios y descansos son las llamadas JAR (Joint Aviation Requirements). Según este paquete de reglamentaciones, los pilotos deben descansar a las 14 horas.

Sin embargo, coincidieron dos abogados especialistas en derecho comercial y dos comandantes, estas reglas no se aplican para viajes presidenciales. Pérez Tamayo informó que para la Argentina todos estos requisitos no se aplican cuando se trata de un vuelo de interés nacional. Y, claro está, el traslado de un presidente lo es.

NOTIFICACIÓN

Más allá de lo que dice el comunicado de la Casa Rosada firmado por Oscar Parrilli respecto de los motivos de la escala, la Presidencia debió estar notificada y en un todo de acuerdo con el aterrizaje en el paraíso fiscal.

La contratación de un vuelo chárter de semejante entidad debe contener el recorrido completo (round trip ) en el que deben constar la hora de despegue de Buenos Aires (Ezeiza) y el horario de aterrizaje de regreso. Además, en los contratos consta el tiempo total de horas de vuelo, todas las escalas previstas para el vuelo total y las prestaciones a cargo de la empresa contratada, entre las que se cuentan un desglose de las tasas de aterrizaje, permisos de sobrevuelo, carga y pago de combustible, servicio de handling en cada aeropuerto, meteorología, plan de vuelo, despacho -peso y balanceo-, catering, etc. Más aún, los permisos de sobrevuelo y aterrizaje demoran entre 48 y 72 horas, por tratarse de un vuelo no regular. Si el vuelo se realiza como vuelo presidencial, la gestión de los permisos la hace el Departamento Aviones de la Presidencia de la Nación.

En un vuelo chárter el descanso de tripulaciones es responsabilidad del operador del avión, estará sujeto al requerimiento de fechas, horarios y ruta convenidos con el locador.

«La empresa programa las tripulaciones en función de la solicitud del que contrata. Se despliegan todas las tripulaciones que sean necesarias con anticipación en los destinos que correspondan, sin necesidad de realizar pernoctes por vencimiento. Desde el despegue de Ezeiza, deberían haber estado coordinadas las escalas, los servicios de apoyo y los permisos de todo el recorrido. Si se efectuó un aterrizaje por vencimiento de tripulación y no estaba previsto, el vuelo estuvo mal planificado. No hay manera de justificar que un vuelo presidencial aterrice en un aeropuerto sin estar previsto, con las medidas de seguridad correspondientes, aunque no sea de carácter oficial», dijo un especialista en vuelos chárteres.

De hecho, el Gobierno informó que el Bombardier cambió su tripulación en el vuelo de regreso desde Vietnam. Parrilli admitió que después de haber volado 7 horas y 30 minutos el avión voló 5 horas y 20 minutos hasta Upington (Sudáfrica). Allí la empresa inglesa cambió a sus comandantes y asistentes, es decir, a 13 horas de vuelo del inicio del periplo. Lo llamativo llega al final. La previsión de descanso que hizo detener a la Presidenta en Seychelles no se cumplió después. Desde Sudáfrica el vuelo tardó 12 horas hasta Aeroparque. Esos comandantes no tuvieron la suerte de descansar a mitad de camino.

Por Diego Cabot | LA NACION

 

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