San Rafael, Mendoza viernes 22 de noviembre de 2024

Acompañamos la suba de los costos aumentando la calidad de nuestros vinos”

VJulio Viola nació en Uruguay y vino a la Argentina cuando tenía 20 años. Es casado y tiene dos hijos. Hace una década fundó la Bodega del Fin del Mundo, que hoy preside, y logró con sus vinos patagónicos sumar a un socio de peso, la familia Eurnekian. Hoy son dueños de la bodega en partes iguales

  Julio Viola preside Bodega del Fin del Mundo, una empresa que, con diez años en el mercado, logró posicionarse de manera contundente. Ocupa el 11º lugar en el ranking de imagen que elabora la revista Apertura, y para Viola, ese posicionamiento es más de lo que hubiese imaginado algunos años atrás. Con su emprendimiento mitad real estate y mitad vitivinícola, tentó nada menos que a Eduardo Eurnekian a sumarse al negocio. Hoy son dueños, en partes iguales, de la firma que, además, el año pasado compró la totalidad de su coterránea, NQN.
–¿Cuál es el balance que hace de su negocio en esta primer década de vida de la bodega?
–Hoy concentramos una parte importante de los vinos patagónicos. Si bien había una bodega patagónica con calidad y trayectoria, como Canale, la cantidad de vino que producía no lograba crear la categoría de vinos patagónicos, que hoy existe. Creo que fuimos una de las que ayudó con fuerza a crear esa categoría, que también apareció en el mercado de exportación. Y en el plano local, también sentimos que estamos muy bien posicionados, lo que, con tan sólo una década de vida, me parece todo un logro.
–Fue una década de muchos cambios económicos ¿cómo les impactó?
–Hoy bajamos la participación del mercado de exportación. Estamos en un 80% de mercado interno y 20% externo, por la pérdida de competitividad. Mantenemos los mercados donde invertimos mucho dinero y buscamos mantener lugares en los destinos que no queremos descuidar como Estados Unidos y Latinoamérica, que concentra entre el 40% y 50% de las exportaciones.
–¿Cree que la salida está en el tipo de cambio?
–Los que tenemos unos años vemos que se repiten ciclos. Después de una devaluación, siempre todos se lanzan a exportar porque parece una panacea. Pero después no se hacen las correcciones y va cayendo la competitividad del dólar con respecto a tu moneda, porque la economía va creciendo. No digo que haya que devaluar, pero hay una pérdida de competitividad que primero se fue trasladando a la rentabilidad y ahora, a la propia subsistencia de algunas empresas. Pero no es un problema de la Argentina solamente. Hay qué bajar los costos.
–¿Cuál es su estrategia?
–Nuestra estrategia fue acompañar la variación de los costos aumentando la calidad del producto. En el caso del vino, si se te complica la rentabilidad se puede aumentar la calidad y pasarlo genuinamente a otro segmento, y ese es el camino que nosotros estamos tratando de hacer.
–Y encuentran al consumo local receptivo…
–El consumo está igual y es muy bueno. Nosotros crecimos en un contexto en el que otros vendieron menos. Crecimos 15% en volumen, y además, en valor. Nuestra participación en el mercado, dependiendo en el segmento, es importante.
–¿Exportando menos, tienen problemas para traer insumos importados?
Importamos corchos, barricas y algunos insumos, como repuestos de maquinaria. Ahora tenemos alguna máquina parada, por ejemplo, una máquina que limpia las ramitas de la vid, porque no conseguimos los cepillos. Pero estamos viendo si podemos conseguir a algún tornero que los haga. En el medio, contratamos a algunas personas porque esa máquina no está funcionando. Toda la industria está afectada por algún faltante, pero no es grave para nosotros, aunque sí aumenta los costos.
Fuente: Cronista.com
JULIETA CAMANDONE Buenos Aires
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