Entre la resignación y el temor, los residentes de Caviahue esperan volver a sus casas; siguen las dudas sobre una eventual erupción
Esa idea resume el sentir de los 575 caviahuenses evacuados aquí y en la localidad de Las Lajas desde hace una semana por la muy probable -pero no necesariamente inmediata- erupción del volcán Copahue. Su patrón de comportamiento, con erupciones acotadas en el pasado, les da algo de tranquilidad a los pobladores.
Mientras las autoridades evaluarán hoy el nivel de alerta que regirá para los próximos días, los monitoreos a ambos lados de la cordillera coinciden en que la sismicidad dentro del volcán muestra una tendencia decreciente. Esos registros, no obstante, suceden en el marco de un proceso volcánico de alta intensidad que podría desencadenar una erupción de mayor envergadura que las que ha enfrentado la villa Caviahue, enclavada en las entrañas del macizo andino. Así lo señalaban hasta ayer los informes vulcanológicos. Expertos de ambos países analizan en Chile la posible evolución del volcán Copahue.
A la expectativa, cargada de ansiedad por poder regresar a los hogares, los locales (y no solamente en Caviahue) suman el desvelo de una temporada de esquí incierta, cuyo inicio está programado para el 15 de este mes.
Con más de 40 centímetros de nieve en la villa y condiciones alentadoras para la práctica de deportes invernales, esa preocupación aquí tampoco es menor: la gran mayoría de la población establecida en Caviahue vive del turismo invernal y, durante los meses estivales, también del turismo termal en Copahue, distante18 kilómetros, hoy sepultado por la nieve, en la falda misma del volcán.
La situación se ensombrece con un 30 por ciento de la villa actualmente en etapa de expansión y obras para distintos emprendimientos turísticos y residenciales. Gran parte de esas inversiones son apuestas de familias porteñas que se enamoraron del paisaje lunar y de las araucarias centenarias de Caviahue y buscaron aquí un refugio de solaz y calidad de vida, lejos de la inseguridad de Buenos Aires.
El devenir de la temporada de esquí -y todo cuanto se diga sobre ella- es aquí un tema de extrema sensibilidad. No hay pronósticos unánimes, al menos en voz alta. Sí, percepciones que oscilan entre el optimismo con el correr de los días y la desazón más inmediata.
«Si la actividad del volcán Copahue baja y no representa un riesgo para la seguridad, eso atraerá, además, al turismo volcánico, como ya nos pasó», dijo a LA NACION el intendente de Caviahue, Oscar Mansegosa.
«Un volcán en actividad es un atractivo en sí mismo. El turista está a la expectativa de la evolución de la situación», añadió el jefe del gobierno comunal.
«Villa La Angostura, luego de la ceniza, tuvo una temporada con récord turístico. El comportamiento del volcán Copahue coloca a Caviahue en boca de todos y en el mapa de muchos que no sabían de su existencia», agregó la vicegobernadora de Neuquén, Ana Pechén, mientras visitaba aquí el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), que asiste a los evacuados.
Claro que hay habitantes de Caviahue que frente a la realidad y a las placas de televisión que advierten sobre una erupción inminente del volcán Copahue se agarran la cabeza y hablan de una temporada invernal perdida de antemano.
«¿Cómo revertís eso?», se pregunta el hotelero de Caviahue Américo Moriconi mientras señala el televisor. «El antecedente inmediato fue la erupción del 22 de diciembre pasado, que arruinó la temporada en las termas. Será difícil atraer a los esquiadores de una semana o diez días; quizá nos salve el turismo de fin de semana», pronostica.
La villa de montaña, con 1200 plazas hoteleras y un centro de esquí con 23 pistas, 11 medios de elevación, una superficie esquiable de 2200 hectáreas y la posibilidad de adentrarse fuera de pista gracias a la propulsión de motos de nieve, atrae un turismo familiar, de categoría media, que en gran parte proviene del valle de Río Negro y de Neuquén.
«Si esto se arregla, la gente se olvidará rápido de esto. De hecho, tuvimos solamente dos postergaciones de reservas», contó Marta Sartori, una porteña que residía en la localidad de Ituzaingó, en la zona oeste del conurbano bonaerense, que padeció el secuestro de un hijo en 2001, construyó el complejo de cabañas Kaimé en 2003 y hace tres años se radicó definitivamente en Caviahue cuando su marido vendió su empresa de filtros.
Hoy, una de las mayores inversiones en la villa, un hotel y spa premium, de 35 habitaciones, próximo a inaugurarse, es otra apuesta porteña: Elisabetta y Pablo Aschieri, de Parque Leloir (también de la zona oeste del conurbano bonaerense), oftalmóloga ella y ejecutivo de una empresa de sistemas extranjera él, vieron un «potencial único en Caviahue gracias a la proximidad de uno de los pocos volcanes activos del país».
Incluso la arquitectura de su hotel, Ignea, tiene una explícita referencia morfológica al Copahue. «¿Se manifestará el hombre?», dice ella sobre el volcán, «un amigo al que respeto, pero no temo y que nos permite estar en contacto con una naturaleza fuerte: la energía de la tierra».
Al decidir su apuesta de vida -y la fuerte inversión-, los Aschieri evaluaron el comportamiento histórico del Copahue y el potencial de un lugar «en el que uno puede ser parte de su crecimiento y mejorar el nivel de servicios».
A metros del lago Caviahue, de aguas ácidas y sin vida por las nutrientes sulfurosas del volcán, también desembarcó frente al Ignea Alma Sapag, la hermana del gobernador neuquino.
Dispuestos a elevar el listón de servicios turísticos, su complejo de seis cabañas premium, Frontera Andina, espera el cese de la alerta para poder ser estrenado.
En el invierno pasado, Nicolás Sieburger, con sus motos de cross adaptadas para nieve, era el encargado bonaerense de las excursiones hasta el cráter del Copahue, de 500 metros de diámetro, ubicado a 2960 metros de altura y a sólo 4 kilómetros de la silla cuádruple del centro de esquí.
Oriundo de Béccar, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, Sieburger llegó a filmar los borbotones de 30 metros de alto de arena negra que emanaban del cráter y ayudó al vulcanólogo Alberto Caselli a introducirse en su boca para extraer muestras.
«Cuando les informaba a los turistas de que el Copahue tenía actividad, más interés manifestaban por ir allí. Pero desde el 20 de julio pasado se prohibió el ascenso, y esto, para mí, es la continuación de ese proceso», dijo a LA NACION.
EN CHILE HAY RESISTENCIA A EVACUARSE
Voceros de la provincia del Biobío informaron ayer a medios periodísticos de Chile que resta evacuar a unos 140 residentes cercanos al volcán Copahue que se resisten a hacerlo porque «temen por la integridad de sus animales».
Las autoridades de esa región, que tienen el apoyo del Ejército, los Carabineros y la Policía de Investigaciones, desmintieron las versiones que indicaban que usarían la fuerza para desalojarlos. «En cuanto decidan irse a una zona más segura contarán con apoyo en todo lo que necesiten», dijeron.
Hasta ayer, unos 700 lugareños habían sido evacuados en albergues en Ralco y Cayaqui. En tanto, continúa también el traslado de ganado, equinos, ovejas y mascotas. Según se informó, el total de animales contabilizados en la zona de riesgo en Alto Biobío supera los 22.207 cabezas.
Por Loreley Gaffoglio | LA NACION
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