Es uno de los índices de graduados más bajos de la región; en las facultades públicas es todavía más notorio que en las privadas; burocracia y desinterés, las causas
Stefan Krailing se anotó en la carrera de Geología en 2009, cuando terminó el secundario. Nunca se había llevado una materia en el colegio y estaba muy entusiasmado con las posibilidades tanto de estudiar como de trabajar de geólogo en el futuro. Sin embargo, después de intentar avanzar en la carrera durante tres años, tuvo que abandonar.
Según un informe publicado por el Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, la situación de Stefan se repite una y otra vez en las universidades del país. Sólo 27 de cada 100 estudiantes que empiezan a estudiar en la universidad se gradúan. En las de gestión pública sólo terminan 23 de cada 100 alumnos, mientras que en las privadas, 40 de cada 100 logran finalizar la carrera.
Aunque en los últimos años aumentó la cantidad de graduados universitarios en la Argentina, tal como lo anunció la presidenta Cristina Kirchner durante la inauguración de la Universidad Metropolitana para la Educación hace pocos días atrás, la realidad es que la tasa de graduados sigue por debajo de la de otros países de la región.
El CEA señala que, mientras en Brasil se gradúan 4,3 de cada 1000 habitantes, en el país se producen casi la mitad de graduados: 2,5 por cada 1000.
Este fenómeno emerge a pesar de que la matrícula universitaria creció un 18% entre 2002 y 2010, y que supera proporcionalmente a la cantidad de matriculados en Brasil. Es decir que, si bien se ha extendido mucho el acceso a la universidad, son muy pocos los alumnos que logran concluir sus estudios en tiempo y forma.
Según indica el CEA, la Argentina tiene una de las menores tasas de graduación en relación con la cantidad de ingresantes no sólo en la región, sino también en el mundo. En Brasil se gradúan en promedio 50 de cada 100 ingresantes; en Chile, 59, y en Francia, 67.
Este fenómeno de la deserción universitaria está muy presente, por ejemplo, en el Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde un 40% de los alumnos abandonan antes de completar siquiera las materias comunes para ingresar en sus respectivas facultades. Pero no es una característica exclusiva de las universidades públicas. Según el CEA, en 2010 se graduó en las universidades privadas menos de la mitad de los ingresantes.
BUROCRACIA Y DESINTERÉS
«El tema de la deserción tomó mucha relevancia en los últimos años, y se está empezando a trabajar fuertemente en la retención del alumno», comentó María Laura Basabe, coordinadora de Calidad Académica de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), a LA NACION.
Respecto de los motivos detrás de la deserción, representantes de las universidades consultados especialmente estuvieron de acuerdo en que muchos alumnos no logran completar la universidad porque tienen dificultades académicas (que traen de la escuela secundaria), económicas y laborales.
Pero además de estos dos factores se mencionan también la falta de motivación, los cambios vocacionales y la burocracia como causas decisivas de abandono.
Alieto Guadagni, el director del CEA, considera que el problema principal está en el nivel de aprendizaje de la escuela media. «Los alumnos salen del secundario y no están preparados para afrontar las exigencias de la universidad», señaló Guadagni.
Por otra parte, según informaron voceros de la UBA, uno de los mayores desafíos que los alumnos tienen a la hora de cursar los estudios superiores es que la mayoría debe trabajar y estudiar a la vez.
Según los datos del último censo realizado por la UBA, el 62,7% de sus alumnos trabaja, y de éstos el 42,5% con una carga horaria laboral de entre 36 y 45 horas semanales.
La indecisión vocacional de los alumnos es otro desafío que las universidades tienen muy presentes. Daniel Serrot, director del Departamento de Admisiones y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, afirmó que «el cambio de carrera es un fenómeno en aumento. Hoy hay mucha más incertidumbre, muchas más opciones, y a los estudiantes se les hace más difícil elegir la carrera y más patente el miedo a fracasar en la elección».
En la UBA se prolongó el tiempo transcurrido desde el inicio del Ciclo Básico Común y el ingreso a la facultad. Los alumnos que tardaron dos o tres años en completar el CBC se incrementaron en relación con años anteriores, mientras que los que tardaron sólo un año son cada vez menos.
En 2011 solamente un 38,3% de los alumnos completaron el CBC y empezaron la facultad en un año. «Hay un 18% de alumnos que cambian de carrera durante el primer semestre, lo cual extiende la duración del CBC», señaló Jorge Ferronato, director de ese ciclo de ingreso ante la consulta del diario.
Alexandre Roig, secretario académico de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), señala la motivación de los estudiantes como otro factor decisivo. «Nosotros percibimos que muchos alumnos pierden la motivación y el sentido de su propia formación», explicó Roig.
Finalmente, los trámites y la burocracia propia de la universidad también juegan un rol en esta situación. Es un tema que se arrastra desde hace muchos años.
«Yo vine a pedir un certificado a Ciudad Universitaria, había dos filas larguísimas y nadie te decía nada; hice la fila y al final estaba en el lugar equivocado, sentís que nadie te ayuda», señaló Sofía López, estudiante de la Facultad de Psicología de la UBA.
Estudiantes consultados señalaron que la burocracia en la universidad pública resulta infranqueable a pesar de la buena voluntad que uno tenga.
«No es posible evitar por completo la deserción, pero buscamos acompañar al alumno para asegurarnos de que si desea abandonar una carrera esa decisión sea una decisión genuina y no el producto de una frustración», resume Laura Basabe, de la UADE.
Por Felicitas Sánchez | Para LA NACION
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