Pese al mal momento económico y a la fuerte baja del consumo, compañías de diferentes sectores se fortalecen y se expanden con productos singulares y modelos adaptados al Viejo Continente
Hablan en la península de una crisis sin precedente. Pero aun los escenarios de economías devastadas, repiten los teóricos hasta trillar la frase, presentan oportunidades.
La marca de alpargatas y calzado Paez llegó a España hace tres años. En abril, inauguró locales en Madrid, Málaga y Mallorca. El año próximo, planean hacerlo en Barcelona. ¿Por qué, en plena crisis? «Nos asociamos con argentinos que eran los distribuidores, porque vimos la posibilidad de tener una pata física en Europa, más cerca de muchos de nuestros clientes», explica Tomás Pando, creador de la marca que importa desde Asia lo que vende en el Viejo Continente. «Nos va bien porque tenemos un producto de precio medio que atrajo la atención, aun con la crisis», dice Pando.
Instalado en dos ciudades fuertes en turismo y la calle trendy de la capital, Paez espera elevar la facturación al millón de dólares, pese al mal momento que «afecta la capacidad financiera de los grandes clientes, la demanda fluctúa y se incrementa la tasa de clientes insolventes», amplía Patricio Varela, encargado del mercado español.
La crisis tiene pros y contras: por un lado, destaca Pando, se eliminó la llave de ingreso a los locales y los alquileres son baratos. La desocupación abarata, también, los costos laborales, pero impacta en su target juvenil. La balanza sigue siendo positiva: «El pronóstico de ventas se duplicó contra 2012», detalla Varela.
En el terreno de la publicidad, Pablo Del Campo expandió hace un año su agencia local con la red Saatchi & Saatchi. El publicista admite que sin la crisis, la oferta no hubiera llegado. «Además de ser generadores de ideas, diferencial de nuestra agencia y de la publicidad argentina en general, saben que estamos acostumbrados a remar contra la corriente», afirma Del Campo. También en su caso, España es un asiento en el continente. «Entramos a partir de una crisis, pero no por masoquistas, sino porque creemos que los órdenes en el mundo cambian». En este tiempo, en que la inversión cayó 15,8% interanual en medios tradicionales, la agencia mantuvo a sus clientes y amplió su cartera, con rubros saludables como los » Home Centers «. «En la crisis, el «Hágalo usted mismo» está muy fuerte. Y también el ocio. Nuestra experiencia en cervezas y la creatividad para comunicarlas nos juega a favor; ya nos otorgaron a una de las marcas líderes», describe Del Campo, que mira expectante el Mundial de fútbol 2014.
En el sector gastronómico, la caída fue fuerte. «Pero los argentinos hemos desarrollado un gen más adaptado a movernos en entorno de crisis y una mejor capacidad de supervivencia», describe Martín Blanco, consultor de Moebius. Blanco distingue en la Argentina el problema de la rentabilidad, por sobreoferta, inflación, suba de costos y los descuentos. En España, en cambio, complica una caída del consumo mayor al 20 por ciento. Pese al mal pasar, destaca mejor posicionados a los lugares «con onda, pero económicos»: pizzerías, tiendas de «montaditos» y delivery.
Lo confirma Sebastián Ríos, director gerente del Grupo Re Argentina, dueño de Almacén de Pizzas. Aunque notó una baja en volumen de alrededor del 12% desde que llegó a España, indica que su negocio sufre «menos que en el mercado, porque la pizza sigue siendo una salida económica». La crisis los encontró con un modelo adaptado: la carta sumó a las pizzas gourmet, platos españoles. Almacén abrió tres sucursales entre 2009 y 2011, con inversión local, en patios de comidas de centros comerciales en las afueras de Madrid. Ahora, pese al momento, se preparan para franquiciar el negocio a quienes busquen una salida laboral con un modelo probado.
La cafetería argentina también se expandió en suelo español. En 2008, Café Martínez eligió Murcia como destino y, al igual que otros, en sociedad con argentinos que emigraron y montaron una nueva versión. «Adecuamos el producto, porque el español no sale tanto a tomar café y no desayuna con facturas, sino con tostadas con tomate», ejemplifica Marcelo Salas Martínez, uno de los dueños de la empresa. Según Salas Martínez, manejar el café con cautela e identificarse con la ciudad ayuda a sostener el negocio en un mercado que, define «menos bipolar» que el argentino. Entre este año y el próximo, Martínez prevé abrir un tostadero de café (insumo que no se exporta desde la Argentina, por no ser rentable) y ya piensa en una segunda sucursal, con los mismos socios.
El café Havanna llegó hace seis años, con la experiencia de vender sus dulces en Europa a través de otros canales. Con tres locales en centros comerciales de Barcelona, Havanna es otro de los que intenta salir fortalecido. «En España somos cautos. Y si bien el foco de expansión de la empresa no está en ese país, no estamos inactivos», explica Carlos Carro, gerente de red internacional de Havanna. La singularidad de los productos y el impulso en base a promociones, dice Carro, minimizan el impacto sobre la cafetería que podría propagarse a otras ciudades con el respaldo de un grupo inversor de aquel país
Por Luján Scarpinelli | LA NACION
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