Más de 1 millón de personas salieron a la calle pese a las concesiones del gobierno; atacaron la cancillería y hubo saqueos en Río y Porto Alegre; un muerto
Ayer le toco a Río de Janeiro ser el escenario de la mayor manifestación: 300.000 personas cubrieron sus calles. Foto: LA NACION / O GLOBO / GDA
RÍO DE JANEIRO.- La fiesta en Brasil se volvió anoche una pesadilla. Después de que más de un millón de personas salieran a las calles de las principales ciudades de todo el país para celebrar que las autoridades habían suspendido el polémico aumento de las tarifas de transporte, la situación se desbordó horas más tarde en varios lugares: hubo saqueos, duros enfrentamientos con la policía, detenidos, heridos y el primer muerto en esta oleada de protestas que ha estremecido a Brasil y desconcertado al mundo.
Al caer la noche, las escenas de caos se repetían en distintos rincones del país. En Brasilia, la capital, una multitud intentó invadir el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, y terminó provocando un incendio en sus puertas.
Batallas campales estallaron entre manifestantes y la policía en Río de Janeiro y Porto Alegre, seguidas por asaltos a bares, saqueos de negocios, destrucción de edificios públicos y vandalismo generalizado. Todo esto envuelto en gases lacrimógenos y humo de fogatas, bajo una lluvia de balas de goma y piedras. Los disturbios, que se repitieron en Belén, Vitoria y Campinas, dejaron centenares de heridos y detenidos.
En el municipio paulista de Riberão Preto, tres personas fueron atropelladas por un auto que intentó romper el bloqueo que manifestantes montaron en una avenida; uno de los heridos murió.
Frente a la persistente turbulencia social, la presidenta Dilma Rousseff decidió cancelar un viaje a Japón que tenía previsto para la semana próxima y hoy tendrá una reunión de emergencia con su gabinete.
La oficina de prensa presidencial informó que la mandataria prefirió no ausentarse del país y seguir de cerca los acontecimientos. De hecho, con la situación tan inestable luego de la tentativa de invasión de Itamaraty, el cercano Palacio del Planalto fue rodeado por unos 200 agentes que crearon un escudo humano para proteger a la jefa de Estado allí adentro.
La convulsión nocturna estuvo en claro contraste con cómo había comenzado la nueva jornada de manifestaciones.
«El gigante despertó. Estamos aquí para quedarnos.» Con consignas como ésa, más de un millón de brasileños volvieron a tomar las calles para celebrar que las autoridades habían cedido el día anterior en su polémico aumento de las tarifas de transporte. Pero también dejaron en claro que aunque ganaron esta batalla la lucha continuaría en contra de la corrupción y el despilfarro, y por mayores inversiones en educación, salud y servicios públicos.
En el centro de Río de Janeiro, al final de la tarde, más de 300.000 personas desbordaron la avenida Presidente Vargas. Gente de todas las edades, pero principalmente jóvenes estudiantes o profesionales de clase media llegaron al lugar con sus caras pintadas de verde y amarillo, ondeando banderas brasileñas, disfrazados, haciendo sonar silbatos e instrumentos musicales en espontáneas batucadas.
«No importa que hayan suspendido el alza en los boletos de transporte; ése fue el catalizador de las protestas; apenas la punta de un iceberg. Estamos acá porque tenemos que mantener la presión; demostrarle a la clase política que estaremos vigilantes, atentos a lo que hacen con nuestro dinero. Tienen que aprender que deben rendir cuentas a una sociedad que reclama mejores hospitales, escuelas y transportes», comentó a LA NACION el chef Felipe Gouvea, de 26 años.
Entre música y bailes, entonaron cánticos en contra de los 15.000 millones de dólares que se están invirtiendo en la actual Copa de Confederaciones, el Mundial del próximo año y los Juegos Olímpicos de 2016. Y no faltaron las referencias a los 20 centavos de aumento en las tarifas de transporte en San Pablo, que a principios de mes disparó las revueltas, aunque ahora las reivindicaciones se ampliaron a las más variadas cuestiones, desde los derechos de los homosexuales hasta el calentamiento global.
El mismo ambiente reinó al comienzo de las congregaciones en San Pablo, donde más 110.000 personas bloquearon la avenida Paulista; en Recife, que reunió a unos 50.000 manifestantes; en Brasilia, la capital federal, que tuvo los jardines del Congreso ocupados por 30.000 personas, y en otras grandes ciudades, como Fortaleza, Manaus, Porto Alegre, Curitiba y Florianópolis. En total, hubo marchas en un centenar de localidades, en una de las oleadas de manifestaciones más masivas que se recuerden desde el regreso de la democracia, en 1985.
Tanto el gobierno como la clase política parecen perplejos ante esta efervescencia de reclamos. El oficialista Partido de los Trabajadores (PT) subestimó las primeras protestas y menospreció a los indignados. «No es contra el PT, es contra todo el sistema político, contra la manera de hacer política sin tener como prioridad a la gente. Queremos que todos entiendan el mensaje», señaló a LA NACION la diseñadora carioca Cristiane Lamartine, de 37 años.
Interrogadas acerca de por qué los reclamos estallaron ahora, la mayoría de las personas que participaron de las marchas ayer citaron la desproporcionada represión policial el jueves de la semana pasada en una de las primeras manifestaciones pacíficas, y también resaltaron la atención de los medios en este momento con la Copa de Confederaciones.
«La Copa les dio visibilidad a las manifestaciones y ayudó a que se propagara el espíritu de fastidio. Y cuando el mundo está mirando, nuestros gobernantes no pueden simular como si nada sucediese; están obligados a reaccionar», indicó la cosmetóloga Lelia Bello, de 53 años, mientras caminaba antes de que la situación se fuera de control..
LAS CIFRAS DE LOS INDIGNADOS
- 100
Ciudades en marcha
Las manifestaciones de anoche se produjeron en cerca de un centenar de ciudades de todo el país, con altos grados de participación popular
- 300.000
Cariocas
Esta vez no fue San Pablo, como los primeros días, sino Río de Janeiro la ciudad que lideró la protesta en cantidad de manifestantes, con unas 300.000 personas lanzadas a las calles
- 15.000
Millones de dólares
Las marchas apuntan entre otras cosas contra los 15.000 millones de dólares para la Copa de las Confederaciones y el Mundial
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