Lo dijo ayer Francisco en la vigilia de Pentecostés ante 200 mil fieles, la mayor multitud reunida en su pontificado. La gente aclamó a Bergoglio cuando lanzó su dura crítica a la clase dirigente mundial.
Fervor popular. Una imagen de ayer, con Francisco aclamado. “Estás en nuestro corazón”, dice el cartel./AP
“La política se ocupa de finanzas y de bancos, no de los que tienen hambre.
No interesa si la gente no tiene nada ”, agregó Francisco frente a la más grande multitud reunida en el Vaticano en sus dos meses de pontificado.
La vigilia de la Pentecostés fue celebrada con gente llegada de todo el mundo, incluso muchos argentinos que hicieron flamear cientos de banderas celestes y blancas, en un encuentro que reunió a los principales movimientos de laicos católicos. Estaban los Focolares, Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, la Comunidad de San Egidio, los Legionarios de Cristo y Emmanuel.
El encuentro de Pentecostés fue organizado por el dicasterio vaticano de la Nueva Evangelización, creado en 2010 por Benedicto XVI. El Papa habló a la multitud y prefirió improvisar saliéndose del texto previamente preparado. “Si caen las inversiones, los bancos, todos dicen que es una tragedia. Si las familias están mal, no tienen para comer, no importa …¡Esta es nuestra crisis!”, dijo el Papa.
“La Iglesia pobre para los pobres está en contra de esta mentalidad”, agregó haciendo explotar el entusiasmo de los miles de jóvenes que agitaban pañuelos y gritaban: “¡Francesco, Francesco!”, “¡Francisco, Francisco”!
La vigilia se realizó durante la tarde y concluyó al anochecer en un día amenazado por la lluvia pero que se transformó en una oportuna jornada de sol. Hoy Francisco celebrará la misa de Pentecostés ante los participantes del encuentro y, como ayer, la cita es en la explanada de San Pedro.
El Papa argentino apareció desde una de las puertas sobre la plaza parado a bordo de un jeep y recorrió los senderos abiertos entre la multitud. Con un carisma que crece y atrae como un imán a los fieles, Jorge Bergoglio saludó desde el “papamóvil” blanco y abierto, lo hizo detener para estar cerca de los discapacitados, besó los bebés y chicos que le acercaban sus custodios que caminan y trotan a su lado. Además dialogó continuamente con los fieles que le gritaban, le tiraban besos y lo saludaban con las manos en un clima de abierto entusiasmo. Como la gente era tanta, las vallas abrieron también el camino del Papa por la vía della Conciliazione, ya en territorio italiano (una ancha línea blanca en el suelo separa el Vaticano de la soberanía de Italia en el borde de la plaza de San Pedro), donde había otros miles de fieles.
El Papa avanzó lentamente varios cientos de metros, a la altura en que se encuentra, en un tercer piso, la residencia del embajador argentino Juan Pablo Cafiero.
El “papamóvil” volvió a doblar y siguió la fiesta del encuentro directo de Francisco con los fieles. La “vuelta olímpica” de Jorge Bergoglio, como la llaman, finalizó en la explanada y comenzó la ceremonia de la vigilia de Pentecostés, cuyo momento culminante fueron el discurso del pontífice y sus respuestas a cuatro o cinco preguntas que le hicieron los representantes de los movimientos católicos.
Francisco destacó que contra la mentalidad del mundo financiero que se muestra egoísta “debe ir la Iglesia”. Lo debe hacer “con su testimonio, porque sirven los testimonios y no los maestros”. A los movimientos que componen el vasto mosaico del mundo laico católico, les pidió: “Salgan, salgan, vayan a la periferia de la existencia”.
El discurso y las improvisaciones duraron 38 minutos, su más larga intervención en su papado. Cuando se sale hacia la gente “puede ocurrir algún incidente, pero prefiero una Iglesia accidentada antes que una Iglesia enferma, cerrada como una habitación a la que en un año entero no entra el aire”, comentó.
Condenó “una Iglesia encastrada en su inseguridad y en sus estructuras caducas, que hacen prisionero al mismo Cristo”. Y llamó a encontrarse “con los que no piensan como nosotros, los que no tienen nuestra fe”, sin que ello signifique “negociar nuestra pertenencia”, sino enaltecer la conciencia de que “todos tienen algo en común: son la imagen de Dios”. Fuente: Clarín.com
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